Tres días habían transcurrido desde que Samantha volvió a la mansión de los Campbell, los cuales pasaron lentamente y fueron agobiantes para la joven de veinticinco años que ansiaba poder salir a la ciudad, dar un paseo a algún divertido lugar, reunirse con sus amistades o ir simplemente de compras. ¡Cualquier cosa!Samantha deseaba sentirse relajada, que el aire que respirara no le fuera tedioso por el hecho de estar retenida como un objeto de valor. — Oh, que romántico… Susurró para si misma la joven al terminar de leer el capitulo de su novela favorita; una vez cerró el libro ella levantó su mirada a la copa del frondoso árbol bajo el que se encontraba sentada. Cerró sus ojos verdes oscuros sintiendo las ráfagas refrescantes del viento primaveral y escuchando el sonido que emitía el viejo arce. *****Era poco más de medio día y apenas terminó su almuerzo, Samantha había salido al jardín trasero de la mansión por un poco de aire fresco y de paso leer. La señorita Thompson e
— ¿Gritar? ¿Por qué lo dice señorita Thompson? Solo soy una de las nuevas sirvientas de la mansión Campbell. Samantha no entendía por qué esa mujer se presentaba como una nueva sirvienta. — Nunca ninguna de las sirvientas se presentó a mi siendo nueva, ¿Por qué tu si? No soy el señor de está mansión. — Lo sé, pero será la futura señora por lo que se nos informó que de ahora en adelante cada nuevo empleado también debía presentarse a usted. "Esto es raro, demasiado…" Pensó Samantha viendo con sospecha a esa mujer. "Podría ser… ¿Leonard la ha contratado especialmente para mantenerme bajo vigilancia? ¿Quiere que baje la guardia al ser una mujer tan joven y de apariencia inocente?" Samantha Thompson veía de pies a cabeza a esas mujer, calculando que tendría veinte años o poco más pero no llegaría ni a veinticinco, peliroja notablemente tintado, cabello muy bien peinado, pero aún así se notaba por uno de sus pequeños mechones que era rizado, de cuerpo sencillo y bastante delgado, pi
La mano de la señorita Thompson pasaba lentamente en la tela sintiendo la textura de la cortina color melocotón que quería comprar para su habitación. — Señorita, ¿Por qué decidió salir por algo tan simple como esto? Pudo haber enviado a llamar a una decoradora de interiores profesional para que se ocupe de su habitación. — No lo entiendes Clarisa, siempre me ha gustado hacer este tipo de cosas por mi misma, quiero sentirme cómoda y se que solo lo haré si todo lo hice yo misma; además, era una excusa para que Leonard me dejara salir un rato. La sirvienta sonrió en ese momento. — Que bueno que usted sea así, el señor Thompson que en paz descanse, hizo un gran trabajo en su crianza. Samantha volvió a ver la mujer que la acompañaba y le sonrió de regreso. Clarisa en ese momento posó su mirada en su reloj de mano. — Ha transcurrido poco más de una hora, ¿Que le parece si la llevó a un restaurant cercano a almorzar? No es nada lujoso, pero creo que la señorita Thompson no le da tant
Samantha Thompson sintió que el transporte en el que iba se detuvo luego de algunos minutos de viaje, que aunque no fueron tantos a la joven aterrorizada se le hicieron eternos. Nuevamente uno de los hombres la cargaba y ella se había cansado de forcejear, tampoco quería hacerse más daño en sus muñecas y tobillos con las ataduras que le hicieron así que se quedó inmóvil hasta que la obligaron a sentarse en una silla, una la cual Samantha sintió bastante cómoda y eso le sorprendió. ¿Quienes eran sus captores? ¿Que querían? ¿Tenía que ver con la muerte de su padre el CEO Óliver Thompson? ¿Tenía que ver con la desaparición de su hermano mayor Andrew? ¿Era algún enemigo peligroso del su prometido el señor Leonard? Una gran cantidad de preguntas se cruzaban por la mente de la joven mientras sentía el cansancio y dolor en su cuerpo. Finalmente alguien se acercó a ella deteniéndose justo enfrente, Samantha aguanto la respiración sintiéndose asustada y fue entonces que el leve contac
Ante la pregunta de Samantha, Luka sonrió acercándose a ella y una vez estuvo su rostro a milímetros del de la hermosa joven el la besó empujándola al sofá largo, quedando las piernas de la señorita Thompson encima del regazo del apuesto extranjero. En ese momento el apartó sus labios de los de ella viéndola con una expresión seria. — ¿Te emociona la idea de hacerlo en este sofá? — Preguntó a Samantha quien tenía sus ojos abiertos y su rostro colorado le veía con gran sorpresa. — ¿Que?… No… Yo… — ¿No? — Volvió a preguntar el hombre de los hermosos ojos celestes claros. — ¡No! No quiero. — Exclamó Samantha. — Perfecto, por qué yo tampoco. — Dijo el finalmente poniéndose de pie. — ¿Eh? — Samantha hacía una expresión de confusión mientras veía a ese hombre y a su vez volvía a acomodarse en el largo sofá. — Entonces… ¿Dónde?… ¿La- cama? — Preguntaba Samantha avergonzada con un tono de voz titubeante. — No, no me has entendido, no vine aquí para acostarme contigo señorita Thompson,
"Creo que esto está muy bien, no se ven las marcas en mis muñecas ni tobillos" Samantha se veía frente a su espejo, probando ropa que le gustara y que no fuera tan obvió que ocultaba algo. Terminando por ponerse un vestido corto de un tono rosa pastel hombros al descubierto y mangas hasta sus muñecas, así mismo utilizo unas pantimedias blancas y unos botines bajos, dejando su cabellera castaña suelta y usando una gargantilla que cubriera la marca que había dejado el beso de Leonard. Cuando la joven bajo las escaleras se sorprendió al ver qué su prometido charlaba tranquilamente con Juliana mientras tomaba su desayuno y vestida ropa casual de tonalidades claras. — Leonard… ¿No irás a la empresa? — Preguntó Samantha curiosa. El dirigió su mirada a ella sonriendo de inmediato. — No cariño, pensaba quedarme contigo. — ¿Que? Pero… Debes estar muy ocupado y no me dijiste nada con anticipación, yo… ¡Ya tenía planes! — ¿En serio? ¿Cuáles? — Decía Leonard viéndola con dulzura, mientras
— Cariño espera. — Decía Leonard con un tono pacífico en su voz mientras seguía a Samantha. — ¡No me sigas déjame en paz Leonard! Me iré de aquí sin ti, prefiero vivir en la calle que a tu lado. — No exageres niña hermosa, sabes que no es lo que quieres. Samantha en ese instante se detuvo volviendo a ver atrás al hombre que iba caminando lentamente hacía ella. — ¡Te daré una última oportunidad! ¿Dime dónde están las cosas mías, de mi padre y hermano? ¿Dónde fue que has escondido todas nuestras pertenencias? ¿A caso las has robado? ¡Por qué eso es lo que parece! ¿Debería llamar a la policía? — No me culpes a mi Samantha. — Decía Leonard finalmente llegando hasta donde estaba la hermosa joven de pie. — Alguien asesino a tu padre cariño, yo solo oculte todo por si volvía a la mansión no tuviera nada que podría estar buscando desde un inicio, fue un acto de protección a los Thompson, fue por ti que lo he hecho de ese modo ¿No es eso una prueba honesta de mis sentimientos? ¿Que tanto
Las horas comenzaron a pasar y Samantha se quedó dormida en el sofá sin siquiera darse cuenta con la tableta digital encima de sus pechos. Ella abrió sus ojos de pronto asustada. — ¡No puede ser! ¡Me he dormido! — Gritó para si misma viendo rápidamente a sus alrededores, para fijarse en una ventana que todavía estaba oscuro y al ver el reloj de la tableta se dió cuenta que era ya de madrugada. Samantha notó que tenía una cobija encima la cual supuso que le había colocado alguna sirvienta o el mayordomo sin intenciones de despertarla. "Debieron despertarme, pero siempre suelen ser tan considerados" Pensó la joven mientras se ponía de pie y subía las escaleras rumbo a su habitación. Fue entonces que algo llamó su atención. Varias de las ventanas en el pasillo del piso se encontraban abiertas, Samantha se acercó caminando por el lugar. "Que extraño… ¿Por qué nadie las cerró?" Un recuerdo fugaz paso por su mente, uno de unas horas atrás, cuando iba a dicho salón a elegír un desti