Su descaro era tan grande como su ego, pero él no sabía a quién se estaba enfrentando. En West no solo me conocían como una ruda mecánica, también por mi testarudez ante un reto, y Noah Cohen acababa de agitar el banderín bicolor, anunciando el inicio de una carrera en la que yo sería la vencedora. Nadie tomaba mi cuerpo sin ganarse primero mi corazón… y ese ya tenía dueño.
¿Y por qué dejaste que te besara?, acusó la voz de mi razón.
Porque fui débil, pero nunca más permitiré que Noah me toque ni un pelo, Aarón no se lo merece. Y hasta esos pensamientos calienta bragas que surgen cuando lo tengo cerca quedan prohibidos a partir de ahora, me dije con determinación. Tenía que construir un muro alto entre ese hombre y yo.
Cuando logré retomar el control de mis emociones, ya que el jodido d
—¡Mierda! —murmuré cuando salí al pórtico y vi mi Ford frente a la casa de Noah. Tenía que ir por ella para poder marcharme.¿Pero quién me mandó a dármelas de buenas e intentar “ayudarlo”? Debí seguir mi camino, me hubiera ahorrado un montón de eventos desafortunados. Pero no, tuve que ir derechito a la cueva del lobo, uno que no tenía garras ni colmillos, pero de quien sin duda debía mantenerme alejada. Bien, él no está por ahí, puedo cruzar rápido la calle, subirme a la camioneta y conducir al taller, como debí hacer esta mañana. Bajé los tres escalones de la entrada y comencé a caminar a las andadas hacia mi auto, con los ojos fijos en su color rojo que relucía con los rayos del sol. Estaba a tres metros de la puerta cuando escuché su
Noah no dijo nada más, tampoco me siguió o me impidió salir. Me subí a mi auto y lo puse en marcha enseguida para ir al taller. No quedaba lejos de casa, a menos de tres kilómetros, y justo en la zona más comercial de la ciudad. En menos de diez minutos, estacionaba mi auto en mi puesto habitual en el taller, al lado del viejo Jeep de Manuel –uno de los mecánicos, quien se encargaba de todo si yo no podía llegar–. Como era mi costumbre, alcé la mirada hacia las letras Taller Gunnar´s pintadas en amarillo pollito –que colgaban desde lo alto del techo triangular del viejo almacén que papá transformó en un taller, treinta años atrás– y sonreí. Mi padre amaba esas letras, verlas lo trasladaba al pasado, al día que inauguró el taller junto a mi madre. Ella fue su pilar, su motivación, la voz que decía a diario
—¿Dónde es la fiesta? —bromeó papá cuando bajé las escaleras. Vestía jeans ajustados, un top amarillo sin tirantes y botines marrones. Un look casual, nada extravagante como para que pensara que iba a una fiesta.—Solo voy a Holly´s.—Pero te hiciste rulos en el cabello y te maquillaste —replicó con el mismo tono socarrón.—No es la primera vez.—Es la primera vez en un año, muñeca —sonrió.¿Era cierto? ¿Había pasado tanto desde la última vez que me arreglé para salir? Mierda, creo que sí. ¿Por qué lo hice? ¿Tenía algo que ver Noah en esto? De nuevo, la respuesta fue sí. Pero no lo hice a conciencia, solo me duché, saqué la ropa y comencé a vestirme. Luego me miré en el espejo y decidí trabaja
Una mezcla de felicidad y ansia se apoderó de mí de manera contundente conforme pasaban los segundos. La emoción recorrió mis venas como adrenalina pura, y el deseo se estableció en mis terminaciones nerviosas al notar aquellos ojos claros sobre cada tramo de mi cuerpo, como si me desnudaran. Ambas sensaciones escapaban de mi control. Y tan incorrectas como eran, debido a que tenía una relación significativa con un hombre que me quería, no podía empujarlas fuera de mí como debía. Incluso, deseaba más de lo que estaba experimentando. Mi cuerpo codiciaba su tacto, lo había anhelado desde la última vez que sus manos recorrieron una parte de mi piel.—¡Ay, Dios! Viene para acá —gritó Cris por encima de la música, emocionada. Parecía que era a ella a quién había besado Noah y no a mí.—Vamos. —Tom&ea
Una mezcla de felicidad y ansia se apoderó de mí de manera contundente conforme pasaban los segundos. La emoción recorrió mis venas como adrenalina pura, y el deseo se estableció en mis terminaciones nerviosas al notar aquellos ojos claros sobre cada tramo de mi cuerpo, como si me desnudaran. Ambas sensaciones escapaban de mi control. Y tan incorrectas como eran, debido a que tenía una relación significativa con un hombre que me quería, no podía empujarlas fuera de mí como debía. Incluso, deseaba más de lo que estaba experimentando. Mi cuerpo codiciaba su tacto, lo había anhelado desde la última vez que sus manos recorrieron una parte de mi piel.—¡Ay, Dios! Viene para acá —gritó Cris por encima de la música, emocionada. Parecía que era a ella a quién había besado Noah y no a mí.—Vamos. —Tom&ea
Luego de un montón de maldiciones lanzadas al aire en contra del imbécil de Noah, volví al interior del bar con la intención de despedirme de las chicas antes de largarme a mi casa. Mi humor no iba a mejorar esa noche por mucho alcohol que tomara y tampoco estaba de ánimo para hablar con nadie.—¡Aquí estás! Ya iba a ir por ti. Olive me tenía verde de lo que insistió para que fuera a comprobarte, pero no quería interrumpir nada. Además, tú sabes defenderte bien ¿verdad? Ese tipo no sería capaz de dañarte ¿o sí? —Cris no paró de hablar ni para respirar. Debió haber tomado muchos chupitos mientras estuve fuera con el idiota de mi vecino y ahora tendría que arrastrar su trasero borracho hasta su casa. Ella no tenía estómago para las bebidas y siempre terminaba como una cuba si nadie la controlaba.&mdas
Media hora más tarde, bajé de nuevo las escaleras y le dije a papá que pasaría el día con Olive. Él no tendría problemas con quedarse solo. Si quería comer, solo debía que elegir un restaurant con servicio de delivery y le llevarían lo que pidiera. Lo habíamos hecho un montón de veces y nunca tuvo problemas.Por suerte, el idiota de Cohen ya se había marchado y no tuve que ver su arrogante rostro una vez más.—Espera, Audrey —pidió papá cuando me aproximé a la puerta de salida. Di media vuelta y lo enfrenté—. ¿Noah dijo la verdad con respecto a lo de anoche?Mi corazón se agitó sobremanera. ¿Le decía la verdad? ¡No! Si lo hacía, tenía que admitir que me dejé besar por él dos veces.—Sí, lo hizo —respondí de buen
Era de noche cuando volví a casa, las luces del pórtico estaban encendidas y también las de la sala. Respiré hondo y me preparé psicológicamente para encontrar a Noah junto a mi padre, pero el alivio me colmó cuando descubrí que me había equivocado.—Hola, muñeca. ¿Qué tal tu día con Oli? —preguntó papá como si nada hubiera pasado esa mañana.—Bien —respondí cortante. Todavía estaba enojada con él por nuestra discusión.—Audrey, mi amor. Odio esto, lo sabes. No me gusta que peleemos. —Su tono era de arrepentimiento, pero, a menos que me dijera la verdad, nada cambiaría.—Y yo odio que me mientas.—Pagaré las consecuencias entonces, porque tu seguridad es lo más importante para mí.—Ya no soy una niña, papá, pu