—¿Dónde es la fiesta? —bromeó papá cuando bajé las escaleras. Vestía jeans ajustados, un top amarillo sin tirantes y botines marrones. Un look casual, nada extravagante como para que pensara que iba a una fiesta.
—Solo voy a Holly´s.
—Pero te hiciste rulos en el cabello y te maquillaste —replicó con el mismo tono socarrón.
—No es la primera vez.
—Es la primera vez en un año, muñeca —sonrió.
¿Era cierto? ¿Había pasado tanto desde la última vez que me arreglé para salir? Mierda, creo que sí. ¿Por qué lo hice? ¿Tenía algo que ver Noah en esto?
De nuevo, la respuesta fue sí. Pero no lo hice a conciencia, solo me duché, saqué la ropa y comencé a vestirme. Luego me miré en el espejo y decidí trabaja
Una mezcla de felicidad y ansia se apoderó de mí de manera contundente conforme pasaban los segundos. La emoción recorrió mis venas como adrenalina pura, y el deseo se estableció en mis terminaciones nerviosas al notar aquellos ojos claros sobre cada tramo de mi cuerpo, como si me desnudaran. Ambas sensaciones escapaban de mi control. Y tan incorrectas como eran, debido a que tenía una relación significativa con un hombre que me quería, no podía empujarlas fuera de mí como debía. Incluso, deseaba más de lo que estaba experimentando. Mi cuerpo codiciaba su tacto, lo había anhelado desde la última vez que sus manos recorrieron una parte de mi piel.—¡Ay, Dios! Viene para acá —gritó Cris por encima de la música, emocionada. Parecía que era a ella a quién había besado Noah y no a mí.—Vamos. —Tom&ea
Una mezcla de felicidad y ansia se apoderó de mí de manera contundente conforme pasaban los segundos. La emoción recorrió mis venas como adrenalina pura, y el deseo se estableció en mis terminaciones nerviosas al notar aquellos ojos claros sobre cada tramo de mi cuerpo, como si me desnudaran. Ambas sensaciones escapaban de mi control. Y tan incorrectas como eran, debido a que tenía una relación significativa con un hombre que me quería, no podía empujarlas fuera de mí como debía. Incluso, deseaba más de lo que estaba experimentando. Mi cuerpo codiciaba su tacto, lo había anhelado desde la última vez que sus manos recorrieron una parte de mi piel.—¡Ay, Dios! Viene para acá —gritó Cris por encima de la música, emocionada. Parecía que era a ella a quién había besado Noah y no a mí.—Vamos. —Tom&ea
Luego de un montón de maldiciones lanzadas al aire en contra del imbécil de Noah, volví al interior del bar con la intención de despedirme de las chicas antes de largarme a mi casa. Mi humor no iba a mejorar esa noche por mucho alcohol que tomara y tampoco estaba de ánimo para hablar con nadie.—¡Aquí estás! Ya iba a ir por ti. Olive me tenía verde de lo que insistió para que fuera a comprobarte, pero no quería interrumpir nada. Además, tú sabes defenderte bien ¿verdad? Ese tipo no sería capaz de dañarte ¿o sí? —Cris no paró de hablar ni para respirar. Debió haber tomado muchos chupitos mientras estuve fuera con el idiota de mi vecino y ahora tendría que arrastrar su trasero borracho hasta su casa. Ella no tenía estómago para las bebidas y siempre terminaba como una cuba si nadie la controlaba.&mdas
Media hora más tarde, bajé de nuevo las escaleras y le dije a papá que pasaría el día con Olive. Él no tendría problemas con quedarse solo. Si quería comer, solo debía que elegir un restaurant con servicio de delivery y le llevarían lo que pidiera. Lo habíamos hecho un montón de veces y nunca tuvo problemas.Por suerte, el idiota de Cohen ya se había marchado y no tuve que ver su arrogante rostro una vez más.—Espera, Audrey —pidió papá cuando me aproximé a la puerta de salida. Di media vuelta y lo enfrenté—. ¿Noah dijo la verdad con respecto a lo de anoche?Mi corazón se agitó sobremanera. ¿Le decía la verdad? ¡No! Si lo hacía, tenía que admitir que me dejé besar por él dos veces.—Sí, lo hizo —respondí de buen
Era de noche cuando volví a casa, las luces del pórtico estaban encendidas y también las de la sala. Respiré hondo y me preparé psicológicamente para encontrar a Noah junto a mi padre, pero el alivio me colmó cuando descubrí que me había equivocado.—Hola, muñeca. ¿Qué tal tu día con Oli? —preguntó papá como si nada hubiera pasado esa mañana.—Bien —respondí cortante. Todavía estaba enojada con él por nuestra discusión.—Audrey, mi amor. Odio esto, lo sabes. No me gusta que peleemos. —Su tono era de arrepentimiento, pero, a menos que me dijera la verdad, nada cambiaría.—Y yo odio que me mientas.—Pagaré las consecuencias entonces, porque tu seguridad es lo más importante para mí.—Ya no soy una niña, papá, pu
Fiel a su promesa, Noah no dejó de ir a casa ni un solo día. Contrario a ello, añadió más visitas inesperadas e inoportunas, que se extendían hasta medianoche. Mi padre estaba encantado con la compañía y me daba pena arrebatarle eso. Sin otra opción, comencé a ir a casa de Cris al terminar mi trabajo en el taller y volvía a casa a altas horas de la noche, esperando que él ya se hubiera marchado. De esa forma, trascurrió otro mes, cada día era peor que el otro, ya no lo soportaba y la única forma de liberarme de él sería diciéndole a mi padre que lo echara de casa y del taller y para ello debía admitir la verdad y no quería hacerlo, me avergonzaba admitirlo.Ese fin de semana, decidí ir a Holly´s para saludar a Olive. Nuestros horarios de trabajo pocas veces nos permitían vernos y esa sería la &uac
Guardé el teléfono en mi bolsillo y me quedé en el mismo punto, mirando hacia la densa oscuridad que cubría el fondo del bar. Bajé la cabeza a mis pies y liberé un profundo suspiro de derrota y decepción. Me desconocía, no comprendía cómo era posible que aquel sentimiento que latió por tantos años en mi corazón se hubiera diluido.—No deberías estar sola, es peligroso —susurró una voz masculina detrás de mí, una que no tardé en reconocer. Un escalofrío recorrió mis vértebras erizando mi piel y mi corazón se desbordó en latidos acelerados, cargados de temor—. Tranquila, Audrey. No te haré daño.—No, no lo harás. —Pisé su pie izquierdo con fuerza y moví mi brazo derecho, golpeando su mandíbula con mi codo. El hombre chilló de dolor, pe
Noah no se movió por varios minutos, no emitió ningún sonido; hasta que, finalmente, habló:—Muchas noches, más de las que quisiera admitir, me pregunté por qué lo hizo, qué hice mal, qué tenía él que no encontró en mí. Y ahora estoy aquí, dejando que me abraces, deseando que hagas más que eso, convirtiéndome en el hombre que he odiado por años. Es una puta ironía, Audrey. Lo que hacemos es incorrecto por muchas razones, pero lo peor de todo, lo que me envenena la sangre, es que estoy muy cerca de cruzar la maldita línea de no retorno y, de manera egoísta, reclamarte para mí. Te quiero mía, nunca más de él.Cuando asimilé sus palabras, comprendí que, como él, yo también tenía mucho qué reprocharme. Desde el primer beso, me convertí en una traidora.