Para cuando salimos de clases, me despido de Emma, ya que tenía una cita con otro de sus miles de ligues, camino hasta mi auto, me coloco el cinturón de seguridad, enciendo motores y estoy a nada de acelerar, cuando mi móvil suena, frunzo el ceño, veo la pantalla y respondo.
—Papá —pongo el altavoz y lo conecto al sistema del auto mientras me pongo en marcha.
—¿Cómo te fue, cariño? —inquiere en tono nervioso.
—Bien, lo normal ¿sucede algo?
—No, nada, solo quería saber cómo está mi princesa —la risa que brota de su garganta me sabe a preocupación.
—Sabes que puedes contarme lo que sea —añado.
Guarda silencio un par de segundos y lo escucho tomar una larga bocanada de aire.
—Me gustaría cenar contigo hoy cariño, hay algo que quisiera decirte —habla por fin.
—¿Es malo? ¿Debo preocuparme? —pregunto con voz trémula.
—No, tranquila, no es nada malo —contesta.
—Vale.
—Te veo en el Bambara Cambridge a las ocho.
—¿No saldremos de casa juntos?
—Tengo junta, cariño, nos vemos a esa hora ¿sí? Te amo hija.
—Y yo a ti Daddy —colgamos.
El regreso a mi casa, fue tranquilo, en cuanto entré, los guardaespaldas de mi padre hicieron su trabajo al custodiar la zona que rodea nuestra propiedad, lo primero que sale a relucir es el enorme vestíbulo cubierto con elegante mármol beige, y en lo alto, al subir las escaleras cubiertas con una alfombra café, está el retrato de mi madre, Miley Hilton, papá dice que me parezco tanto a ella que siempre que me ve, pareciera que nunca se fue.
Mamá murió de cáncer cuando yo tenía cinco años, a papá y a mí no nos gusta hablar mucho del tema, duele, pese a ya pasar quince años de su partida. Subo y reviso mis cosas para la siguiente clase de mañana, ya que sí, soy una jodida nerd, las horas pasan y me alisto para la cena con papá. Me doy una ducha y preparo mi vestido, uno color vino, corto de encaje sin mangas y un escote en forma cuadrada, me aliso el cabello rubio, delineo mis ojos para que resalte el azul y haga un perfecto contraste con mi rostro en forma de corazón.
—Sí que eres hermosa —suelto con orgullo al admirar mi reflejo en el espejo.
Mi móvil suena, se trata de Bruno y no le respondo, apago mi celular porque no quedamos muy bien esta tarde, tomo mis cosas y salgo de casa. Al llegar al restaurante Bambara Cambridge, un enorme edificio elegante y pintoresco al estilo victoriano, la curiosidad comienza a aplastar mi hambre, me dirijo a la recepcionista, la cual ya nos conoce porque papá y yo siempre pasamos a celebrar aquí cualquier ocasión que lo amerite, por lo regular suelen ser fechas importantes como el aniversario luctuoso de mamá.
—Buenas noches, señorita Hilton —esboza una sonrisa que derrocha amabilidad—. Su padre la está esperando, sígame por favor.
—¿Tiene mucho tiempo que llegó mi Daddy? —inquiero detrás de ella.
—Diez minutos apenas —responde en el mismo tono amable de toda la vida.
—Muchas gracias —le devuelvo el gesto y asiente cuando localizo a papá.
Me acerco hasta la mesa, gustosa, se le ve cansado, pero sonriente, llego y le doy un beso en la mejilla antes de tomar asiento frente a él.
—Me alegra que hayas podido venir a cenar con este viejo —bromea—. He pedido por ti, espero no te moleste.
—¿Ensalada? —enarco una ceja con incredulidad.
—No, pollo envinado con un toque de menta —ríe.
—Excelente decisión, señor Hilton.
No tardan en traernos los platillos, cenamos al tiempo que le cuento sobre la fiesta de graduación, de los planes que tengo de trabajar en una empresa que me permita demostrar mis habilidades, le menciono algunos nombres y chocamos opiniones hasta que las horas se nos pasan volando.
—Y bien —me inclino mirando cómo intenta comer el postre con los ojos fijos sobre el pastel de chocolate blanco que está colocado en medio de ambos—. Vamos, suéltalo y dame esto.
Le retiro el pastel, a él no le gustan las cosas dulces y debió pedirlo para mí, su rostro se relaja y comienzo a comer el pastel para suavizar las cosas.
—Me conoces bien —arguye.
—Mejor que tú a mí, sí —encojo los hombros.
Se aclara la garganta.
—No sé cómo lo vayas a tomar, antes que nada quiero decirte que eres mi mundo y que siempre serás mi prioridad —comienza y me quedo con la cuchara suspendida dentro de mi boca, fijando mi mirada sobre él—. Mi cariño jamás va a cambiar, ni el que le tengo a tu madre, ella siempre va a ser el amor de mi vida, mi alma gemela ¿entiendes?
—¿Tienes cáncer o te estás muriendo? —trago grueso con el corazón acelerado.
Suelta una risita nerviosa.
—No, claro que no —niega.
—¿Entonces?
Mi padre toma una enorme bocanada de aire, dejo la cuchara sobre el plato ya casi vacío, y él coloca sus manos sobre las mías.
—Antes de decírtelo, quiero que tengas claro que si luego de escucharme no estás de acuerdo, lo dejaré, eres el ser más importante para mí, cariño…
—Papá, ya dime, no soy una niña, o sea, tipo a veces actúo como una, pero tengo la suficiente madurez para enfrentar cualquier cosa, sobreviví a la muerte de mamá, ¿recuerdas? —enfatizo con una triste sonrisa—. Y con solo cinco años. Puedo con lo que sea.
—Lo sé, cariño.
Mi padre no es un viejo, pero desde la muerte de mamá sus ojos se apagaron, hasta hace apenas unos meses en los que una mañana lo encontré cantando en su despacho. Una rara sensación me invade. Y es que Zaid Hilton, mi padre, un empresario textil de cincuenta y cuatro años, con el cabello rubio caramelo y un par de ojos azules más claros que los míos, es apuesto, y eso lo sé porque cada que pasamos tiempo juntos, las mujeres lo miran.
—Daddy, ya dime —me impaciento.
—Hace un año me reencontré con una vieja amiga de la Universidad, no te voy a mentir, fuimos novios antes de conocer a tu madre, luego ella se fue a vivir a los Ángeles, cada uno hizo su vida, una cosa llevó a la otra —se afloja la corbata—. Y bueno, llevamos tres meses saliendo, sé que es pronto y si tú no quieres que siga con ella…
—¡Tienes una novia y no me lo has dicho! —exclamo cubriendo mi boca con la palma de mi mano.
El miedo lo aterroriza y palidece, aunque todo se desvanece al escuchar mi sonora carcajada.
—¡Eso es genial! Quiero decir ¡Wooow! —me levanto y le doy un abrazo fuerte.
Su loción me gusta y siento como se relaja.
—Estoy feliz por ti papá —esbozo una sonrisa que va de oreja a oreja, regresando a mi lugar.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, papá, yo entiendo que amas a mamá, estoy segura de que eso nunca nadie lo va a cambiar, al igual que me amas a mí, pero ella se fue y estoy segura de que pese a no conocerla muy bien, le hubiese gustado que encontraras a alguien con quien pasar el resto de tu vida —confieso—. Odiaba la idea de que te quedaras solo, o que evitaras volver a enamorarte por miedo a que yo rechazara esto.
—No tienes idea lo feliz que me hace escucharte decir esto, tenía miedo y…
—Ay, no empieces, no soy un monstruo a menos que esa mujer te rompa el corazón —apunto—. Háblame de ella, cómo es, cómo se llama…
Mi padre suelta una larga carcajada, y está a punto de decirme todo cuando le entra una llamada.
—Lo siento cariño, tengo que contestar —se disculpa poniéndose de pie.
—Adelante, el deber es primero, hombre de negocios.
Mi padre se aleja feliz, y yo me quedo a terminar mi pastel, estoy contenta por él, no me siento mal, merece ser feliz, ahora el único miedo que tengo es que esa mujer me lo dañe, o me le rompa el corazón, es mi papá, y así como él quiere lo mejor para mí, yo lo quiero para él.
—Hija, perdóname, surgió una emergencia en la empresa, sé que te prometí pasar la noche cenando pero…
—Adelante, no te preocupes, mañana tengo que levantarme temprano —nos despedimos.
—Eres la mejor hija del mundo, te lo compensaré y tenemos una charla pendiente.
—Dale, te quiero Daddy.
Papá se marcha y termino mi pastel a solas, pido la cuenta, aunque me dicen que ya ha sido pagada, por lo que estoy a punto de irme, hasta que el estruendoso ruido de algo estrellándose me hace girar y ver como un chico que podría decir apuesto de no ser por el penoso espectáculo que está haciendo, se tambalea y sus ojos se posan sobre los míos.
«Mierda, no, no, no»
Se dirige hacia mí, tomo mis cosas y no soy lo suficientemente rápida, ya que me toman de la mano jalando mi cuerpo hasta que alzo la mirada y su aliento a vodka choca contra mi rostro.
—Eres hermosa —susurra antes de caerse encima de mí.
Joder.
KAVANHay pocas cosas que se conocen de mí, secretos que han permanecido enterrados en mi pasado y que si alguien tuviera la intención de abrir, traería el caos y la miseria a su vida, no soy un ángel o un alma humanitaria, tampoco creo en el Karma o por consecuencia en la suerte, aquí cada quien obtiene lo que trabaja, por lo que lucha, haciendo trampa o no, eso no le quita el mérito a quien se atrevió a hacer lo que otros por miedo dejaron de lado, ese soy yo, el hijo de puta que empezó desde abajo y que con esfuerzo está donde está.Tengo el mundo a mis pies al igual que las mujeres, me sobran, diversión no me falta, las entiendo, con mi 1.95 de estatura, cabello oscuro y ojos azul zafiro, es inevitable no caer ante mis encantos, no rendirme
NARRADOR OMNISCIENTEBajo las luces que iluminan la ciudad de Cambridge Massachusetts, las personas se alistan para la gran fiesta de graduación de los alumnos del Lesley University, y Everly Hilton no es la excepción, dentro de su enorme habitación en la mansión, pasa los dedos por cada uno de los vestidos colgados en lujosos ganchos, muchos de ellos incluso tienen la etiqueta puesta, jamás los ha usado, frunciendo el ceño no dejaba de pensar en las palabras que le había dicho su padre hace algunas noches.Estaba feliz, de eso no había duda alguna, sin embargo, la incertidumbre de vivir los nuevos cambios acompañándolo en el proceso, le ponían un poco nerviosa, deshaciéndose de los malos pensamientos que inundaban su mente, decidió dejar todo en segundo plano esta noche, la cual llevaba meses, no, años esperando, soñando, ajustó las tiras de su albornoz y espabilando se decidió por un vestido corto del diseñador Lou
El alma se le cayó a los pies al observar que estaba subiendo los peldaños de su casa, a esa hora los vigilantes estaban en descanso, por esa razón nadie lo había detenido, solo quedaban diez minutos para que los hombres contratados por su padre regresaran a sus puestos y lo vieran, desatando un problema con el que no quiere lidiar hoy.—¡Ni se te ocurra hacer una idiotez, Stevenson! —con una mirada se comunicó con Emma, quien entendió lo que quería, y era vigilar a su padre para que no saliera de su habitación y si lo hacía, retenerlo.—Muy tarde, estoy a punto de…—¡Voy a bajar, quédate quieto, hablemos, si tocas el timbre juro que voy a destruirte!Everly colgó enfadada, salió de su habitación echando chispas por los ojos, si había algo que detestaba Everly Hilton, era que la manipularan de cierto modo, por lo que abriendo la puerta principal de su casa, jaló del brazo a Bruno y lo arrastró hacia la cocina, donde no había nadie, cerró
EVERLYNunca he tenido la fortuna de conocer a una mujer tan agradable como está resultando ser Analy Griffin, llevamos poco más de media hora hablando y siento que ya la quiero, aunque no sea cierto, ya que necesitamos comenzar a convivir más, a mi padre se le ve contento y no paramos de reír juntos hasta que el padre de una de mis compañeras viene por él. Dejándonos solas. Sus ojos azules me detallan con cariño y le regalo una sonrisa.—Eres muy hermosa, Everly —menciona con encanto elegante.Mis mejillas se calientan y estoy segura de que se han teñido de rojo.—Tú también lo eres, ahora entiendo por qué mi papá canta hasta en la ducha.Suelta una risita que denota nerviosismo, luego revisa un mensaje de texto que le llaga y su felicidad se atenúa. Teclea rápido y molesta mete el móvil en el bolso—No debo preocuparme
Las dos salimos y mi padre parece estar tranquilo de vernos sonreír.—Daddy. Mis amigas y yo iremos al club Monster, me quedaré a dormir en casa de Emma.—Claro, cariño, solo no bebas más y cuídate, le diré a Richard que las lleve.—Gracias papi.Luego de despedirnos, Emma y yo por fin respiramos, Analy y mi padre se quedan atrás al tiempo que nosotros nos dirigimos con Kimberly, una compañera, al club.—La noche pinta bien, joder, tus tetas son grandiosas —añade Kimberly tocándomelas, desatando la risa que se me había acumulado.—Perra —río.No tardamos en llegar, nuestros compañeros nos saludan y la música se mezcla con los que asisten habitualmente, Kimberly se pierde entre la multitud y Emma me jala hacia la barra, en donde choco contra un tipo de traje, no me detengo a mirarlo, ya que enseguida mi móvil suena, estoy tan llena de euforia viendo como mi amiga coquetea con el de la barra, qu
EVERLYNo soy la niña buena, no soy la hija ejemplar de la que se espera que haga las cosas con cierta madurez, no soy la novia tierna e inocente, y de eso me doy cuenta en estos momentos, en los que la cabeza no deja de darme vueltas, no sé cómo m****a he llegado hasta esto pero ahora estoy enrollada con el tipo de ojos azules, el cual cabe destacar, se nota que es mayor que yo.Hemos entrado a su departamento, debo estar demente por haber aceptado venir con un desconocido, sin embargo, estoy tan enfadada que mando todo a la m****a y disfruto, mañana por la mañana ya habrá tiempo de arrepentimientos.—No es correcto —susurro al tiempo que besa mi cuello con pasión desenfrenada.—¿Y quién dijo que lo era?Me hace reír al tiempo que no me suelta, llevándome hacia lo que creo es su habitación, comienza a quitarse lo que trae puesto, le ayudo enredando mis dedos en su corbata
KAVANCuelgo la llamada que me hizo mi madre y me doy una ducha, no dejo de recordar la noche que tuve, había discutido con mi madre por teléfono, por más que le insistí al decirle que ya estaba en camino a la estúpida fiesta de graduación de la hija del señor Hilton, no me quiso escuchar y terminamos peleando, sacando cosas sin sentido.Así que ya estando cerca de donde vivía León, le mandé un mensaje para vernos y pasamos al club nocturno "Monsters" Tenía planes de que la noche mejorara con alguna mujer que me la quisiera chupar, pero nuestra sorpresa fue que la mitad de los asistentes eran estúpidos graduados. Quise largarme de inmediato, sin embargo, el pito suelto de mi mejor amigo, encontró el culo de una morena que no para de reír.Ya llevaba en mi sistema un par de copas, por lo que camino a la barra, pedí un par de tragos hasta que no tardó en llegar una pelirroja que intentaba coquete
Pasamos las siguientes horas en el trabajo, atendiendo mis pendientes, las cosas en el mercado petrolero iba bien, mi empresa “Kingston Company” estaba en la cima, muy en alto de incluso las rusas. Mi móvil no deja de sonar, lo apago y estoy tan entretenido en lo que hago, que pierdo la noción del tiempo, León hace rato que se fue, solo queda Ana y una de las secretarías, estoy estresado, la cría no sale de mi cabeza y reviso la hora sabiendo que me queda una hora para llegar a la dichosa fiesta de compromiso de mi madre.No he investigado nada, no me ha dado tiempo, salgo de la oficina dejando las últimas instrucciones y camino hasta mi carro, iba a pasar a uno de los departamentos que tengo más cerca de Cambridge, luego de llegar y alistarme, me pongo en marcha al Royal Emperi, un enorme edificio en donde la crema y nata de la sociedad suele dar los eventos más exclusivos, en cuanto llego revisan mi nombre en la lista de invitados, me dan paso y subo al elevador, las