Capítulo 7

Las dos salimos y mi padre parece estar tranquilo de vernos sonreír. 

—Daddy. Mis amigas y yo iremos al club Monster, me quedaré a dormir en casa de Emma. 

—Claro, cariño, solo no bebas más y cuídate, le diré a Richard que las lleve. 

—Gracias papi. 

Luego de despedirnos, Emma y yo por fin respiramos, Analy y mi padre se quedan atrás al tiempo que nosotros nos dirigimos con Kimberly, una compañera, al club. 

—La noche pinta bien, joder, tus tetas son grandiosas —añade Kimberly tocándomelas, desatando la risa que se me había acumulado. 

—Perra —río. 

No tardamos en llegar, nuestros compañeros nos saludan y la música se mezcla con los que asisten habitualmente, Kimberly se pierde entre la multitud y Emma me jala hacia la barra, en donde choco contra un tipo de traje, no me detengo a mirarlo, ya que enseguida mi móvil suena, estoy tan llena de euforia viendo como mi amiga coquetea con el de la barra, que saco el móvil y respondo sin verificar de quién se trataba. 

—¿Estás en un maldito club? ¿En serio? Joder Eve. 

La voz de Bruno me borra todo indicio de felicidad y molesta me alejo de la barra. 

—¿Qué m****a quieres, Bruno? Creí que las cosas te habían quedado claras, hemos terminado.

—¿Piensas que me vas a terminar sin haberme dado lo que tanto esperé? Eres una niña boba, habla por ti, yo no he acabado contigo, lo haré luego de que me abras las piernas y sea tu primero —balbucea ebrio.

—Sigue soñando —cierro los puños observando a lo lejos a Emma, bailando con un hombre tal vez cinco años mayor que nosotras. 

—Dime dónde m****a estás.

—Olvídalo, tengo que colgar. 

—¡Sabes qué, haz lo que quieras, no eres más que una p**a mojigata de m****a, que tiene un padre millonario, me alegro de que tu madre esté muerta para que no tenga que ver en la b****a que te has convertido…!

Me congelo, él sabe que el tema de mi mamá es delicado e importante para mí, mis ojos no tardan en llenarse de agua, mi pecho se comprime impidiendo el oxígeno, no solo por lo que mencionó, sino, porque me acaba de demostrar cuan equivocada hubiera estado de seguir adelante con esta relación, era el chico que amaba, mi apoyo, con quien pasé muchas noches mirando las estrellas, contando anécdotas, quien se colaba a mi habitación cuando estaba enferma y papá de viaje de negocios. Ahora eso había acabado, la magia se rompió y la realidad me engulle. 

—Mierda, Eve, no quise decir eso… escucha…

No escucho más, cuelgo, borro su número y lo bloqueo de todo, camino hacia la barra y el mismo tipo trajeado sigue sentado al lado, una pelirroja se le acerca con coquetería y los ignoro, me pido una botella dejo que el encargado me sirva, el primero trago me lo bebo todo, el líquido quema mi garganta, en cambio, no me detengo, pido uno más, luego otro, el tercero ya no me sabe mal, de hecho lo saboreo. Cierro los ojos y dejo que la música invada mi sistema, que alcohol borre de mi sistema todo recuerdo del maldito Bruno Stevenson, cuando alguien se me acerca justo al pedir un nuevo trago de Vodka. 

—Hola guapa —un tipo mayor que yo se sienta a mi lado. 

Lo ignoro hasta que se atreve a tocar mi muslo desnudo. 

—Suéltame —le doy un manotazo. 

—Vamos, no seas tímida, eres una preciosura.

Se acerca demasiado a mí, huele a alcohol, comienzo a marearme y el ebrio está a punto de tirarme del banco, cuando mi espalda choca contra algo sólido, evitándome el ridículo.

—Dijo que no ¿acaso no escuchaste? 

Una voz demasiado masculina, ronca y gélida llega a mis oídos causándome una descarga de electricidad, pese a la música se escucha con claridad. El tipo palidece y se levanta tambaleándose mientras suelta algunas maldiciones. Me incorporo para darle la cara a mi salvador, sus ojos azul zafiro se fijan en los míos. Estoy demasiado ebria, cabreada, mis ojos siguen llorosos y la piel se me eriza al sentir su tacto, lleva la palma de su mano a mi rostro tocando mi mejilla llena de surcos. 

—¿Te sientes perdida? —me pregunta cerca de mis labios. 

Su rostro se encuentra demasiado cerca del mío, no se siente como algo correcto, sin embargo, el tipo es apuesto y emana un magnetismo salvaje que me hace mojar las bragas, puede que sean los efectos del alcohol o no, lo único seguro es que estoy cansada de siempre comportarme tan responsable, así que solo una noche lo decido, decido ser una irresponsable que se deje llevar por el momento. 

—Sí —musito lento. 

—Yo también.

Acto seguido aplasta sus labios contra los míos y me dejé llevar por el hombre de ojos azules que se aferra a mi cuerpo como yo al suyo. 


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