Pronto nos vamos de viaje. ¿Sera bueno? ¿Sera malo? mientras lo averiguamos hagan sus maletas porque sino se quedan. Le damos un puntito al suegro de los Harrington por armarles una de miel, solo que se equivocó de Harrington. Nos leemos mañana, adiosito.
La reunión se desarrolla con ritmo constante, aunque por momentos siento que las palabras me resbalan. Todos los presentes —los desarrolladores de ambas compañías, los directivos de Valmont Innovations, Daniel, mi padre y Cassian— parecen enfocados, hablando de plazos, avances tecnológicos y estrategias de expansión. Es, sin duda, un proyecto ambicioso. Uno que puede marcar un antes y un después en nuestras empresas. Y sin embargo, a mí me cuesta mantener la concentración. Cassian está sentado al otro lado de la mesa ovalada, hablando con voz firme, cada tanto girando levemente el rostro hacia mí. No me mira directamente, pero lo siento. Siento su presencia como si estuviera a centímetros, como si aún llevara su aliento en el cuello y sus dedos marcando mi piel. Cuando alguien menciona el uso de inteligencia artificial para optimizar sistemas de logística empresarial, yo asiento con la cabeza, pero por dentro estoy atrapada en un remolino distinto. Uno en el que todavía estoy contr
Subo al auto con Daniel y el sonido del motor de fondo casi apaga el murmullo de mis pensamientos, pero aún así no puedo evitar sentir la tensión que cuelga en el aire. A pesar de estar tan cerca de él, como siempre, hay una distancia que se alza entre nosotros. Mi mente sigue recorriendo lo que sucedió con Cassian, y la verdad, no sé cómo procesarlo. Mis pensamientos están dispersos, pero en el fondo, hay una sensación constante, como si todo lo que está pasando me superara.Y es que la presencia de Daniel me hace sentir de cierta forma cómoda, pero eso es solo un indicador más de que no me gusta. Porque por el contrario, cuando estoy con Cassian siento que todo mi cuerpo se estremece al instante.De repente, mi teléfono vibra en el bolso y frunzo el ceño al ver en la pantalla una notificación de un número desconocido, es un mensaje de texto. Lo abro para saber que dice y siento un tirón en el estómago al comprender quien envía el mensaje."Mantente alejada de las manos de Daniel. Le
Por la mañana decido desayunar en mi habitación. No tengo ánimos de ver a Seraphina. Y estoy lo suficientemente nerviosa para ver a Cassian. He dicho que necesito tranquilidad antes del viaje, que quiero concentrarme en revisar todo lo necesario para el proyecto y Daniel no pareció dudar nada porque enseguida envió a una empleada para subirme el desayuno. Pero la verdad es otra. Estoy temblando por dentro. Cada hora que pasa me acerca más a ese avión. A ese viaje. A Cassian. Me siento en el borde de la cama mientras revuelvo mi maleta abierta, tratando de mantener la mente ocupada. Pero es inútil. Sé que esta noche volamos juntos, solos. Y eso me está devorando por dentro. Escucho la puerta abrirse sin previo aviso y sonrió porque solo una persona tiene ese descaro. —¿¡Cómo que te vas de viaje con el papasote de Daniel!? —exclama Rossy entrando como un torbellino, con su melena suelta, sus labios gruesos pintados de nude y esa mirada verde pálida que siempre parece saber más
El jet privado nos espera en la pista como una bestia elegante y silenciosa. El cielo comienza a oscurecerse, tiñendo las nubes de un gris azulado que parece presagiar todo menos tranquilidad. Camino hacia la escalinata con el corazón palpitando a un ritmo que me traiciona. No por el viaje. No por el proyecto. Por él.Cassian camina junto a mi, con su porte impecable, vestido con esa camisa oscura abierta en el cuello y ese abrigo negro que le da un aire aún más intimidante. Cuando mis dedos rozan los suyos mientras caminamos, sus ojos se posan en mí. Beben de mí. Me recorren de pies a cabeza como si ya me llevara desnuda en su imaginación.—Bonito conjunto, Leoncita —dice, en voz baja, apenas audible—. Luces hermosa está noche.Trago saliva. Pero no me sonrojo. No me molesto. A diferencia de la tensión que me transmite Daniel. Disfruto el cosquilleo ardiente que sube por mi vientre cuando estoy con Cassian. Pero no somos los únicos abordando el jet, así que no respondo. Camino como s
Perspectiva de Rossy . 9:03 a.m. Los Ángeles Me miro por quinta vez en el espejo. Giro a la derecha, luego a la izquierda. Y me pregunto si esta blusa es demasiado ajustada... y luego me respondo a mí misma: no lo suficiente. Me suelto el cabello, me lo recojo, me lo suelto otra vez. Ya lo sé ¡Soy un desastre! —¡Dios mío, Rossy! Solo es una reunión de trabajo, no una cita —me reprendo en voz alta mientras tomo una toalla húmeda para limpiar el labial rojo que me apliqué dos veces. Y es que no es solo una reunión. —Es con él. Una reunión con Edward Valmont —digo en voz alta sintiendo que el nombre me provoca un escalofrío tan nítido como una gota de agua helada resbalando por mi espalda. No debería afectarme, no después de tanto tiempo... pero lo hace. Y lo peor es que no estoy segura si me molesta... o si me gusta. Respiro hondo. Repitiendome a mí misma que es solo trabajo. Soy una mujer capaz, tengo experiencia y lo último que necesito es dejar que viejos recuerdos m
El sonido de la puerta abriéndose no debería afectarme… pero lo hace.—Adelante —dice esa voz. Grave, madura. corta que me hiela la espalda y me empuja hacia dentro, aunque no estaba segura de querer entrar.Camino con la cabeza en alto, los tacones marcando un ritmo firme sobre el suelo. Me niego a mostrar flaqueza. Me niego a temblar. Pero apenas lo veo, de pie tras el escritorio, con su porte imperturbable y ese m*ldito magnetismo que nunca desaparece… algo se remueve dentro de mí.Edward Valmont, luce exactamente como hace unas semanas, en la boda. Impecable. Con un traje gris oscuro a la medida, corbata sobria, camisa blanca que se ajusta perfectamente a su esculpido cuerpo. Se ve imponente, frío y centrado. Pero sobre todo, altivo.«Tan apuesto como siempre» Él no se inmuta al verme. No sé ve nervioso ni preocupado, solo mantiene una expresión neutral, contenida, que no permite lecturas. Y aún así, siento el peso de su presencia como si me hubiera clavado al suelo.—Rosalie Sin
Perspectiva de Arielle . El avión aterriza en Zúrich cuando el reloj marca las siete de la tarde, aunque para mí sigue siendo mediodía debido al cambio de horario. Estoy cansada, con la piel tirante por el aire del avión, pero mis ojos se abren más al mirar por la ventanilla. Suiza es… hermosa. Todo se ve limpio, ordenado, tranquilo. Las casas tienen techos rojizos, hay calles amplias y árboles por todas partes. Parece un lugar donde nada malo puede pasar, como si hasta el viento estuviera bien educado. Las montañas al fondo son enormes, parecen vigilarnos desde lejos, y el cielo está cubierto por nubes delgadas que dejan pasar algo de luz, dándole al paisaje un brillo suave, casi irreal. Cuando bajamos del avión, un auto negro nos espera justo al pie de la escalerilla. Cassian no dice mucho, solo me mira con esa expresión suya que no logro descifrar nunca del todo, y yo subo al auto, pensando que iremos directo al hotel que su asistente seguramente reservó. Pero los minutos pa
Siento el aire en la catedral denso, casi sofocante, mientras observo a mi alrededor sintiendo que este corse está impidiéndome respirar con normalidad.Mis dedos tiemblan alrededor del ramo de lirios blancos, pero aprieto con fuerza, intentando que nadie lo note. Las flores son perfectas, igual que todo lo demás. Porque, por supuesto, un evento como este no se lleva a cabo todos los días y todo debe ser perfecto.«Mi padre se ha asegurado de eso»Me digo a mí misma que esta boda es lo mejor para todos. Para la empresa, para mi futuro, para asegurar mi lugar en un mundo que no perdona la debilidad. Y Daniel Harrington es el esposo perfecto en ese plan cuidadosamente diseñado.Miro de reojo al hombre que está a mi lado, esperando con su porte pulcro y mirada en alto. Es atractivo, lo admito. Serio, educado, con una elegancia natural que encajaría en cualquier portada de negocios. Pero su mirada… su mirada siempre es distante, reflejando que este compromiso le importa tan poco como a mí