Capítulo66
Una hora después, el carro llegó a la ciudad. Las luces y la vida nocturna de las calles dejaron a Faustino boquiabierto. Era la primera vez que venía a la ciudad. La agitación de las calles, la limpieza y el orden, no se comparaban con nada que hubiera visto en su pueblo.

Ni hablar de la ropa de las mujeres. En el pueblo, ¡eso jamás lo hubiera visto en su vida! Minifaldas que apenas les cubrían el trasero dejaban ver unas piernas increíbles, y los tops escotados mostraban unos pechos que parecían querer salirse.

¿Acaso todas las mujeres de la ciudad eran tan… abiertas? El corazón de Faustino empezó a latir más rápido. ¡Le estaba empezando a gustar la ciudad! ¡Si hacía mucho dinero, se mudaría aquí sin pensarlo!

—¿Qué tanto miras? ¿Acaso no te basto yo?—Ximena, notando la mirada de Faustino, le dio un pellizco. ¡El tipo apenas la había usado y ya estaba mirando a otras mujeres! ¡Qué descaro!

—No, no estaba mirando nada—Faustino negó con la cabeza, negándose a admitirlo.

—Además, ya ni
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