Una hora después, el carro llegó a la ciudad. Las luces y la vida nocturna de las calles dejaron a Faustino boquiabierto. Era la primera vez que venía a la ciudad. La agitación de las calles, la limpieza y el orden, no se comparaban con nada que hubiera visto en su pueblo.Ni hablar de la ropa de las mujeres. En el pueblo, ¡eso jamás lo hubiera visto en su vida! Minifaldas que apenas les cubrían el trasero dejaban ver unas piernas increíbles, y los tops escotados mostraban unos pechos que parecían querer salirse.¿Acaso todas las mujeres de la ciudad eran tan… abiertas? El corazón de Faustino empezó a latir más rápido. ¡Le estaba empezando a gustar la ciudad! ¡Si hacía mucho dinero, se mudaría aquí sin pensarlo!—¿Qué tanto miras? ¿Acaso no te basto yo?—Ximena, notando la mirada de Faustino, le dio un pellizco. ¡El tipo apenas la había usado y ya estaba mirando a otras mujeres! ¡Qué descaro!—No, no estaba mirando nada—Faustino negó con la cabeza, negándose a admitirlo.—Además, ya ni
Faustino no pudo evitar echar otro par de miradas.—Faustino, dieciocho años, de Rosal.—¿Con solo dieciocho años te presentas al examen de médico?—Julia se sorprendió, detuvo lo que estaba escribiendo y preguntó: —¿Quién te enseñó medicina?—Soy autodidacta—respondió Faustino con sinceridad.—¿Autodidacta?—Julia frunció el ceño. —¿No estarás aquí de broma? Te recomiendo que te vayas a casa.Claramente pensaba que Faustino no tenía ninguna posibilidad de aprobar.—No, de verdad vine a presentar el examen para la licencia médica. ¡Por favor, créame!—Faustino dijo rápidamente.¡Si lo echaban antes de siquiera empezar el examen, sería una broma de mal gusto!—Bueno, voy a probar tus habilidades. Si logras aprobar, te dejaré presentar el examen—Julia, viendo la sinceridad de Faustino, pensó un momento y extendió su generoso brazo. —Tócame el pulso y dime qué me pasa.Faustino, por supuesto, no se negó. Se sentó frente a Julia y puso su mano sobre su muñeca. Para evitar errores, Faustino us
Junia, que andaba por los veintiocho, se había hecho algunas cirugías, pero seguía siendo una belleza, igual de guapa que Lara. Ver a una mujer tan hermosa con el trasero en alto era, ni qué decir, una escena muy sexy.—Ay, señorita, esto… esto no está bien…——Faustino no podía apartar la mirada.—¿Qué no está bien? No he dicho nada, y tú eres el que se sonroja. ¡Date prisa y arregla esto, que tengo cosas que hacer!Julia pensó que si Faustino veía el problema, seguro que podía solucionar su implante. Sobre todo porque los exámenes estaban a punto de empezar. Como examinadora principal, si ella faltaba, todo se atrasaría.—Bueno, está bien.—Viendo la firmeza de Julia, Faustino no insistió más. Se acercó, se arrodilló detrás de ella y empezó a darle un masaje.Faustino se concentró, hizo más fuerza y finalmente logró colocar el implante en su sitio.—¡Uy, qué buena mano tienes! Lo has arreglado.—Julia, preocupada por su implante, lo tocó un par de veces, no notó nada raro y, contenta, le
—¡Tengo tu número, te llamaré más tarde!—Julia seguía detrás, bromeando con una risita pícara, y luego murmuró para sí misma: —¡Eso no es un chiquillo, es un macho alfa!—Después de un momento, viendo que el tiempo se acababa, se fue meneando las caderas. …Salió a la calle. Faustino deambulaba sin rumbo, pensando qué regalo comprarle a Larisa. A la chica le caía bien, y Faustino no quería defraudarla. Además, quería comprarles algo a Rosalba y Lara también.—¡A Rosalba le quedaría genial esto!—Viendo un anuncio de un collar de esmeraldas, Faustino entró a la tienda. Pensó que era una tontería, que no costaría mucho, y mejor comprar tres, uno para cada una: Rosalba, Lara y Larisa.Faustino estuvo mucho rato dentro, pero ninguna dependienta se acercó a atenderlo.——¿Me puede enseñar esto?——Faustino, después de mirar mucho rato, finalmente eligió un modelo. Le gritó a un grupo de dependientas sentadas.—¡Te están llamando, ve!—¡Ni loca! Ese tipo está hecho un asco, va hecho harapos, segu
—Apuesta hecha, ¿pensaste en las consecuencias cuando despreciaste a este señor?—Susie dijo con frialdad.—¡Yo dirijo una tienda, no para que arruines nuestra reputación! Tienes dos opciones: o te desnudas y corres por la calle, o te liquidas y te largas, y avisaré a todas las joyerías de esmeraldas para que no te contraten. Tú decides.Ante la firmeza de Susie, ninguna de las dependientas se atrevió a defender a Aitana. Temían que Susie las reprendiera a todas.—Jefa, lo siento, ¿puedo disculparme con este señor?—Aitana estaba a punto de llorar.Ambas opciones eran inaceptables para ella. Tenía deudas, y si perdía el trabajo, no podría ni comer.—Eso depende de si este señor te perdona.—Susie dijo fríamente.—Señor, perdóneme, ¿me da una oportunidad?—Lo siento, le ruego que no deje que la jefa me despida.—Aitana le suplicó a Faustino con cara de tristeza. Sin embargo, solo le preocupaba su trabajo, no sentía un arrepentimiento sincero.Faustino miró sorprendido a Susie. No esperaba q
Faustino señaló la esmeralda en bruto de peor calidad y dijo:—Señorita Morales, si no le molesta, preferiría no llevar ningún producto de esmeralda. Me conformo con esta simple piedra.—¿Quieres la esmeralda en bruto? Pero esta es la peor de todas, al cortarla quizás solo valga unos cientos de dólares —preguntó Susie algo desconcertada.El hombre de mediana edad que estaba detrás, al escuchar las palabras de Faustino, negó con la cabeza. Cualquiera podía ver que las otras cuatro esmeraldas en bruto eran más grandes y de mejor calidad que esta. Era incomprensible que Faustino dejara las buenas y eligiera la peor. Claramente no entendía nada acerca del tema.—No, quiero esta. No es la peor, es la mejor —insistió Faustino con total determinación.Momentos antes, movido por la curiosidad, había usado su visión de rayos X y descubrió que esta piedra, que parecía la peor por fuera, en realidad tenía mucho más verde en su interior, solo que en ese momento no se había notado. Por su tamaño, l
—Me parece bien. Pero señorita Morales, mejor llámeme solo Faustino. Eso de "señor" me suena bastante raro —aceptó Faustino sin dudarlo.Total, no tenía nada mejor que hacer, y si podía elegir otra esmeralda, ¿ sería como ganarse un verdadero dineral gratis?—De acuerdo, Faustino. Entonces tú puedes llamarme Susie —contestó ella con una sonrisa.—Señorita, él mismo dijo que fue pura casualidad —protestó el hombre de mediana edad—. ¿No cree que es inapropiado llevarlo a ver las esmeraldas en bruto?—¿Y qué tiene de inapropiado? —replicó Susie algo molesta—. Son las esmeraldas que compró mi familia. ¿Acaso necesito tu permiso para decidir a quién llevo o no?—No, no. Disculpe no quise decir eso, hablé de más —se apresuró a decir el hombre, sin atreverse a agregar más, y asumiendo el papel de chofer.Una hora después, tras dar varias vueltas por el lugar, llegaron a la base de esmeraldas en bruto de Blue Sky. El lugar era enorme; solo el terreno debía costar varios millones de dólares.—¡
—No me interesa —respondió Faustino de inmediato, sin pensarlo dos veces.—¿Te da miedo? ¿O es que no sabes nada y temes hacer el ridículo? —le provocó Billy.—¿Quién dijo que tengo miedo? —replicó Faustino con una sonrisa bastante burlona—. ¿Qué gano yo si apuesto contigo? ¿Qué pasa si gano?—Si ganas, cosa que creo imposible, pagaré de mi bolsillo las esmeraldas que elijas —se carcajeó Billy, como si hubiera escuchado el chiste más gracioso del mundo.Estaba seguro de que alguien como Faustino, sin experiencia alguna, no tenía ninguna posibilidad contra sus treinta años en el negocio de las esmeraldas.—Vale, pero te advierto que, si pierdo no tengo dinero para comprarte esmeraldas —aceptó Faustino, también riendo con sarcasmo.—Bah, no hace falta. Si pierdes, solo lárgate de aquí y punto —dijo Billy, rebosante de confianza.—De acuerdo. Elige tú primero, yo ya escogí las mías —dijo Faustino, señalando aparentemente al azar unas cuantas piedras.En realidad, ya había visto varias esm