Capítulo 347
—¿Ah, sí? ¿Tú también vas a ayudarlo?

Faustino levantó la vista y miró fríamente a la dueña del local. Sus ojos irradiaban un aura asesina y una ferocidad que parecían emanar de una bestia ancestral.

—¡Ay!

Incluso la dueña, curtida en mil batallas en su juventud, quedó petrificada por el aura de Faustino. Se tambaleó hacia atrás varios pasos, sus piernas cedieron y cayó al suelo. Ni siquiera se dio cuenta de que estaba completamente expuesta.

Mauro, para demostrar su valía, se abalanzó sobre Faustino con una botella.

— ¡Mocoso! Te has metido con quien no debes, ¡la próxima vida ten más cuidado!

¡Paf! Se escuchó el ruido de una botella de cristal rompiéndose. Pero el que cayó no fue Faustino, sino Mauro. Una gran cantidad de sangre roja salpicó junto a los fragmentos de vidrio rotos. Como pétalos de rosas, se esparcieron por el aire. Mauro yacía en el suelo, con sangre por todas partes, con heridas causadas por los fragmentos de vidrio en su rostro y cuerpo. El intenso dolor le impedía
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