Capítulo 121
—No vine a buscarte, vine a comprar ropa —dijo Faustino, notando que Adrián llevaba el uniforme de empleado de la tienda, deduciendo que trabajaba allí.

Al parecer no le iba muy bien.

—La ropa de aquí no podrías pagarla ni vendiéndote a ti mismo, ¿y vienes a comprar? —dijo Adrián con desprecio, y luego, frunciendo el ceño, añadió—: Sé sincero, ¿viniste a pedirme dinero prestado?

—Te aviso que no se puede, mi familia está por mudarse y me falta dinero, no tengo para prestarte.

—Mejor vete de una vez.

—Te equivocas, realmente vine a comprar ropa, y no necesito pedirte dinero prestado —respondió Faustino con una sonrisa, y dirigiéndose a otra vendedora, señaló una chaqueta negra que costaba treinta mil—. Por favor, ¿podría bajar esa prenda para probármela?

—Sí señor —respondió la vendedora, una joven de unos veinte años de aspecto agradable, acercándose amablemente al oír que Faustino quería probarse la ropa.

—Espera, retírate. Este es mi primo y no puede pagar la ropa, solo vino a causar
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