Narra Vivían.
(…)
Tomo mi pedido y salimos de la cafetería, mi bebé tomaba de su merengada cuando recibo una llamada de Yesica, contesto la llamada tomando la mano de mi hijo para comenzar a caminar por las calles de Hamburgo, ya tenemos una semana en la ciudad y comienzo acostumbrarme al clima, encima de que no me alejo mucho del hotel.
— Hola, Yesica, ¿Sucede algo? — pregunto cruzando la calle para ir al pequeño parque que hay cerca.
— Si sucede algo — frunzo el ceño sin entender a qué se refiere pero lo tomo tranquilo — El señor Fritzenwalden quiere verte… — hacia 3 días que se publicó la entrevista en todos lados y claro que no me puse a leerla por estar pendiente de mi columna romántica de la semana, tenía que sacar material de alguna manera y claro que saliendo del hotel, era buena idea.
— ¿Hubo algún problema como para que el señor Fritzenwalden quiera verme? — pregunto con confusión, Eliezer me mira curioso cuando nombró al alemán.
— Bueno, digamos que si — su respuesta no me da a entender el problema — Se presentara en la noche en donde se hospeda, solo le notifico — cuelga y frunzo más el ceño, supongo que debió ser algo que no le gustó de lo que escribí de la entrevista, aunque ya no recuerdo muy bien si escribí algo para ofenderlo.
— Vámonos — me levanto de la banca en la que nos sentamos y volvemos caminando al hotel, vaya a saber Dios en que problema me metí con este alemán, al llegar entramos al ascensor, Eliezer a pesar de que ha pasado una semana no ha controlado bien sus horas de sueños, al igual que yo, así que aprovechare de tomar una siesta antes de que llegue el señor Fritzenwalden.
(…)
O eso creí cuando lo veo frente a mi puerta y yo en pijama para mayor comodidad, no esperaba que fuera rápido en llegar, ni siquiera eran las 7 de la noche, o bueno, no esperaba con que para los alemanes las 5 de la tarde ya fuera de noche para ellos. Me da una mirada de arriba para abajo y eso me pone algo nerviosa.
— Tenemos que hablar, señorita Guerrero — lo bueno aquí es que él no sabe que soy divorciada pero eso no va al asunto cuando me hace seña de caminar hacia fuera y es claro que Eliezer está durmiendo en la habitación y no podría permitir que interrumpiera su siesta.
— Vale, solo deja que me ponga algo encima — asiente tomándolo con calma, cierro la puerta y respiro profundo, no pensé que verlo vestido así normal sin traje me diera a la idea que es un hombre común y no millonario, encima de que sin el abrigo puesto se ve bien musculoso.
Ok, me tengo que calmar, puede que tenga años sin estar con un hombre, pero tampoco es para verme tan necesitada de uno en estos momentos. Tomo una sudadera y salgo con unos deportivos puestos, caminamos por el pasillo hasta llegar a una especie de sala de estar con vista a la ciudad ya que me estoy quedando en un piso 5.
— Supongo que te sabes la entrevista de pie a cabeza — habla y asiento confundida, me siento para prestarle más atención cuando lo veo tirar la revista al sillón frente a mí — ¿Por qué escribiste que soy gay? — pregunta haciendo que abra bien mis ojos al escucharlo.
— Perdón pero yo no puse eso — me levanto y tomo la revista para revisar el artículo que escribí y era más que claro que algunas cosas si eran escritas por mí pero otras no eran de mi autoría lo que me hace quedar mal — Yo tengo el documento en donde claramente no existen algunas preguntas en este artículo de usted — me defiendo declarándome inocente.
— No me importa ahora si fuiste o no la autora que escribió ese artículo, el hecho, hecho esta y ahora todos piensan que soy gay porque no me han visto una pareja en 10 años — trago saliva cuando se sienta, me mira fijamente — Tienes que pagar por el error cometido, mi reputación se ha visto bañada gracias a este artículo que su revista Vogui publicó, por esto es que no acepto entrevistas — proceso todo lo que dice, en sí hubo un enorme error pero todo cae en mí aunque no sea la culpable.
— ¿Piensa demandarme? — niega a mi pregunta, pienso un poco y nada se me ocurre.
— Cásate conmigo, así pagas el error que cometiste — frunzo el ceño, este millonario insistente.
— Tengo un hijo — pongo mi excusa perfecta para alejar hombres.
— No me importa, los mantengo a los dos — miro a otro lado sin saber que excusa poner.
— No me interesa las relaciones — excuso por segunda vez.
— Sera un matrimonio por contrato — me río sabiendo ese cliché de novelas, me levanto sin miedo.
— Como si eso fuera tan sencillo, señor Fritzenwalden, no llevo más que una semana en el país y ya me quiere casar con usted, todos se darán cuenta que no nos conocemos y que soy una simple entrevistadora extranjera, tenga un poco de cordura, por favor — me volteo para irme pero me toma del brazo.
— Piénselo, señorita Guerrero, no me importa si está divorciada, con hijo o sí apenas la conocí la semana pasada, tengo contactos en el registro civil y no habrá problema alguno si nos casamos — miro a la habitación y suspiro para mirar los ojos grises del alemán.
— ¿No hay otra manera de pagar el error? — pregunto esperanzada de que sea así.
— Al parecer no, yo… estoy necesitado de una esposa en estos momentos, y que mejor alguien que no parece ambiciosa ni materialista como usted para ser mi esposa — me suelto ofendida por sus palabras.
— Búsquese a otra, señor Fritzenwalden, yo no me encuentro disponible para soportar hombres como usted — me regreso a mi habitación molesta y llena de ira, nunca un tipo así me había tratado de “cualquiera”.
¿Qué se cree él? Pues sí, se cree mucho por ser millonario, joven y guapo para tener nada más 35 años pero eso no me detiene de cómo me ofendió.
Entro al cuarto y suspiro aliviada de que Eliezer siga durmiendo, me acuesto en la otra cama y miro el techo, todo lo que me estaba pasando era demasiado sacado de libros y novelas mexicanas, todo un cliché en el cual no pensaba caer por más divino y hermoso y millonario que se encontrara el hombre, hay que pensar con la cabeza y no con las hormonas.
Encima, soy madre soltera y mi hijo es mi prioridad, no hay espacio para el amor ni para sentirme deseada o amada, y eso me pone algo triste a pesar de querer mucho mi soledad.
(…)
Observo bien a Yesica como se disculpa de una mil manera por el articulo mal hecho que yo no había enviado, era claro que por culpa de una persona yo tenga que pagar todo con ese alemán que no deja de mandarme mensajes, ni quiero saber quién le dio mi numero pero solo sé que no dejara de insistir hasta que yo acepte casarme con él, algo que ni loca vuelvo a hacer, ya me casé una vez, no pienso casarme por segunda vez, menos con alguien que ni me ama y solo necesita una esposa por contrato, eso no va conmigo y no pienso meter a mi hijo en esta situación, nadie me promete que mi hijo no sería capaz de encariñarse con este hombre, es mejor prevenir que lamentarse luego.
— Si me demanda, ¿Pierdo el trabajo? — la miro y mira a otro lado — Yesica… — me mira y suspira.
— Sé que fue mi culpa y le di la dirección del hotel, pero hubieras visto cómo sus ojos grises se oscurecían mientras me amenazaba en nombre de la empresa — se levanta de su escritorio y me señala — Me duele decirte esto pero si el señor Fritzenwalden sigue amenazando a la revista Vogui, tendremos que despedirte… — se cruza de brazos y mira a otro lado, lo que me acaba de soltar cae como balde de agua fría.
— Siento que alguien me esta perjudicando dentro de la empresa, yo no escribí ese artículo, yo no lo mandé así, hay preguntas que no eran partes de la entrevistas — me levanto de la silla también — No es justo que yo siendo inocente, tenga que pagar por esto, de verdad que no quiero perder este trabajo — miro a mi hijo sentado en el mueble de la oficina jugando un juego con los audífonos puestos.
— Lo siento, no puedo hacer mucho, Vivían — respiro profundo — Te llamare cuando las cosas se establezcan mejor — asiento y Eliezer me mira y nos vamos de ahí. Cuando creí que todo iba a bien en mi vida, sin tanto problemas, sin que apareciera ese alemán que acaba arruinar mi tranquila y paz.
Narra Kilian.Adolf me mira esperando a que termine de leer el artículo de mi entrevista que había salido hace 3 días, claro que no había tenido tiempo de leer algo tan obvio, el trabajo era más importante que saber lo que dicen de mí una tonta revista que solo quiere saber de mi vida personal. Termino de leer y comienzo a reírme y no porque me pareciera gracioso lo que leía, sino que me parecía una falta de respeto a mi reputación bien cuidada por 10 años. Adolf aparta la vista a otro lado cuando lo observo al terminar la lectura.— Estuve tres días aguantando periodistas y a mis hermanos junto a mi padre a los cuales no les respondía la llamada y todo eso fue por este estúpido artículo de segunda, ¿Eh? — asiente a lo que digo mirándome con timidez — Llama a Vogui, vamos para allá — me levanto de la silla dándole la revista a Adolf quien la toma y me sigue el paso hacia fuera de la oficina.Bajamos por el ascensor hasta el estacionamiento subterráneo en donde saco las llaves del carr
Narra Vivían.Me he vuelto loca, hace menos de dos horas firme un contrato de matrimonio con un millonario alemán al cual no le conozco nada más que el nombre, la edad y a que se dedica, encima de que me cae un poco mal, sí, vendí mi alma al diablo y a uno muy guapo pero igual, firme mi condena.Pero claro que había una razón para que yo terminara firmando y era que mi ex esposo apareció con la excusa de querer la custodia de Eliezer cuando hace más de 6 años lo estaba negando hasta que nació, fue en ese momento que no lo pensé mucho y fui a buscar al señor Fritzenwalden.— Mamá — me volteo a mirar a mi hijo, dejando de mirar la ventana de la habitación del hotel — ¿Por qué te ves tan triste? — pregunta mirándome con preocupación.¿Cómo le podría decir a mi propio hijo que me caso para no perderlo de mi lado? Es algo que no me atrevo a decirlo. Sé que lo estoy privando de que este con su padre pero Mario no se merece ser llamado padre después de todo lo que le hizo a mi bebé, en los p
Narra Kilian.— Cuanto tiempo… — el hombre frente a nosotros mira de más a Vivían que parece tensarse cuando se nos acercó, al parecer hay cosas que debo saber de mi futura esposa y una de esas, es saber quién es este hombre que apareció junto a una muchacha que podría ser su hija. Siento su mirada por un momento.— Oh… Vivían, cuanto tiempo, querida — escucho hablar a la chica que comienza a reír un poco sin dejar de mirarme a mí — ¿Quién es tu amigo? — pregunta soltándose de su pareja.— Mi prometido — responde sin pensarlo, sonrío con orgullo, a ambos se le borra la sonrisa enseguida — Se los presento… Kilian Fritzenwalden — me sentía demasiado bien al escucharla pronunciar mi nombre y no sé por qué pero me comienza a gustar.— Vaya, veo que no pierdes el tiempo — dice en español, lo que no saben es que sé más de 3 idiomas — Soy Mario Gonzales… oh verdad, no hablas español — me mira con burla, Vivían esta por decir algo pero la detengo.— He escuchado hablar de usted… no hace más q
Narra Vivían.Me siento en la cama viendo en donde me encuentro, supongo que bebí de más anoche, puedo recordar hasta el momento en el que llore delante de Fritzenwalden, de solo recordar muero de vergüenza. Comienzo a levantarme y buscar mis cosas para irme, sí, así vestida con el vestido me voy, pero me detengo al ver una bolsa en la silla, curiosa me acerco y veo que tiene ropa de mi talla, miro a los lados y no lo pienso mucho para irme a dar un baño antes de bajar a buscar a Eliezer.Ya bajando por las escaleras me pongo a buscar a mi bebé y no lo encuentro hasta que empiezo a escuchar risas provenientes de lo que creo que es la sala de juegos, me acerco con cuidado viendo que la puerta está a medio cerrar, me detengo a mirarlos y sonrío viendo como juegan un juego en la pantalla, Eliezer se voltea a verme dándose cuenta de que estoy ahí, pausa el juego y corre a mí dejando los audífonos junto al control remoto.— Mami, despertaste — me abraza emocionado, miro un poco a Fritzenwa
Narra Vivían.Me relajo tomando una copa de champaña al parecer para luego mirar bien a Kilian, respiro un poco profundo al ver que su padre se acerca a nosotros, yo debería de fingir que la fiesta no es un compromiso, pero ciertas cosas en sí parecieran que sí.— Llegaron, que bueno que por fin mi hijo me deje conocer a mi futura nuera — me sonríe el señor cuyo nombre se me acaba de olvidar.— Buenas noches, Kilian me ha hablado mucho de usted, señor Fritzenwalden — le doy la mano y parece sorprendido que la toma también para luego darme un beso de mejillas.— Es gusto saber que mi hijo habla de mí — lo mira y luego a mí, pero con una sonrisa — Me pareces una mujer muy encantadora — y se retira, miro a Kilian recuperando el aire que tenía atorado.— ¿No pasa nada si no sé alemán? — pregunto y niega pasándole un plato con dulces a Eliezer que se encuentra sentando en la mesa a un lado de nosotros, solo que estamos parados.— No tienes que preocuparte, la mayoría saben inglés, alégrate
Narra Kilian. Adolf me va hablando de las actividades de hoy y los próximos días sabiendo que al día después habrá más cosas que hacer, pero lo más importante por hacer, ya estaba listas como para estar tranquilo por unos días, sin olvidar que hay que elegir fecha próxima, también hay que elegir la iglesia y acomodar ciertos papeles para alargar la estancia de ambos en el país, pero nada que el dinero no pueda arreglar en cuestión de segundos. — Este viernes hay una cena familiar organizada por su padre, al parecer puede que hablen sobre las fechas de casamientos y luna de miel, señor — lo miro y asiento, justo lo que estaba pensando — He seleccionado 3 academias de alto rendimiento para el niño Eliezer, si quiere que haga los papeles de adopción, no sería ningún problema — lo miro un momento. — ¿Descubriste algo que yo no sepa aun? — pregunto, lo veo mirar alrededor de la oficina y se acerca a mí. — Escuche cierta conversación de la señorita Vivian con un hombre, al parecer le es
Narra Vivian. Miro por el retrovisor viendo que Eliezer se ha quedado dormido después de jugar con los hermanos de Kilian y el padre de este, puedo ver que lo han querido en el poco tiempo que hemos estado aquí y hemos sido presentados, pero me da miedo que se encariñe con ellos, para un niño, el encariñarse mucho ya es un problema. — Vivian, sé que no quieres que Eliezer se encariñe con mi familia, entiendo eso, pero, podríamos conocernos… sé que podemos intentarlo si tú quieres… — miro a la ventana pensando en lo que ha dicho — Sé que Eliezer es tu prioridad, no estoy diciendo que tengamos que salir a solas, si es lo que piensas, quiero conocerlos a ambos, no solamente a ti, sé que debo ver por ambos… no sé si me expliqué en un poco, ya que hace mucho que no hablo español — me río un poco. Kilian a veces podría ser alguien extraño, con una personalidad única y rara, algo que le veía muy bien con su físico. — Entiendo lo que tratas de decir, vamos a tu casa — asiente y conduce, m
Narra Vivian.Luego de una agradable cena con ellos, me dirigí a mi cuarto, en donde vi encima de la cama el teléfono con una llamada entrante de mi madre, eso solo podía significar una cosa y era que debía hablar con ella y contarle que me voy a casar, aunque claro, no sé como vaya a tomarlo, seguro me tomará por loca ante la idea tan descabellada que he tomado en el poco tiempo en el que he estado en Alemania.Con la respiración calmada, me acerco a la cama y tomo la llamada, que, para no calmarme por completo, es una videollamada, al contestar, me mira, pero no a mí, sino al fondo, era obvio que no iba a reconocer el cuarto, cuando hace dos semanas estaba en un hotel y de 3 estrellas.— Hola, mami — saluda con una sonrisa nerviosa, levanta su ceja y me analiza, suspiro sin aguantar mucho y la miro a los ojos — Me casaré… — abre sus ojos para luego reírse a carcajadas, puede que sea el chiste más malo jamás contado, pero no estaba para bromas de mal gusto como lo es casarse con un d