CAPÍTULO 4

Resoplé frustrada al ver que no había ningún trabajo que se ajustara a mis horarios disponibles. La situación se empezaba a tornar cada vez más dura y me negaba a utilizar el dinero de mi tarjeta, utilizarlo sería un suicidio. Mis padres se enterarían en donde estaba y todo sería… ¡Por Alá!, eso no podía suceder.

Trabajaba en algo que jamás pensé me ayudaría, la danza árabe, tenía que agradecerle a mi tía por enseñarme. Tenía dos trabajos en dos academias distintas enseñando, pero una de ellas no necesitaba más de mis servicios y de eso hace dos semanas ya.

Tenía dinero reunido, pero no era lo suficiente, con lo de los materiales que se requerían en mi carrera me había gastado casi todo. Hace unos días tenía que haber pagado la renta de mi departamento y aun me faltaba...todo.

—Perderé este departamento y estaré en la calle —susurré con lágrimas en mis ojos. Me sentía aterrada y más sola que nunca—. No me abandones Alá, no lo hagas.

Me levanté de la silla dispuesta hacer algo de comer, cuando recordé que no tenía nada en el refrigerador. Aun no me pagaban, de igual manera no podría permitirme comprar alimentos, no cuando tenía que buscar otro departamento y uno mucho más barato.

"Puedes vivir aquí, no habría problema"

Recordé las palabras dichas por Emma y negué rápidamente, no podía aceptar aquello, sería ir más allá de mis límites y no, necesitaba mantener mi paz interior más que nunca.

Cuando estaba por ir nuevamente a mi cuarto sonó la puerta. Fruncí mi ceño en confusión, cualquiera que no estuviera en la lista de personas que yo entregué al portero tenía que anunciarse, Emma tenía unos compromisos con su tía Antonella y Paulo aún no llegaba a Paris.

— ¿Quién es? —pregunté.

—Noah —¿Acaso había escuchado mal?—. No tengo suficiente tiempo, abre Zeynep.

Abrí lentamente encontrándome con su mirada seria, rodó los ojos y pasó por mi lado.

—No recuerdo haberte invitado a entrar.

—Sabes que no existen los vampiros… ¿Verdad?

— ¿Qué haces aquí? —indagué—. Estoy ocupada.

—No lo estoy por gusto, lo siento por desilusionarte —negó levemente—. Oh no espera, claro que no lo harías, porque tienes novio.

¿Novio? Por Alá, nunca había tenido uno. ¿Por qué lo decía?

— ¿De qué hablas? —cuestioné confundida.

—Sabía que no tenías novio y menos alguien como tú. Emma me mintió.

—Pues yo —me señalé enojada por sus palabras—. Sí tengo, no veo la razón de decirme eso.

Vi como arrugó su ceño pero volteó y fue hasta la cocina, lo que me dejó totalmente confundida.

— ¿Qué quieres?

— ¿Por qué no has preparado nada aun para comer? —Preguntó con un tono de reproche—. Es medio día.

—No tengo hambre —confesé simple—. No has dicho para que has venido y por lo visto, es para nada importante. Te pido que te vayas, tengo cosas que hacer.

Noah hizo caso omiso a mis palabras y abrió el refrigerador, lo que inmediatamente me puso nerviosa. Se quedó un rato observándolo y después empezó abrir los gabinetes hasta que se giró hacia mí, mirándome con esa mirada tan fría e intimidante que tanto lo caracterizaba.

— ¿No tienes dinero? —preguntó, directo y sin anestesia.

Fui hasta la puerta para que se fuera.

—Te pido que te vayas, no deberías de estar aquí.

Por Alá, no tenía ningún derecho a husmear en mi casa.

—Te hice una pregunta Zeynep, responde.

Se acercó y contuve la respiración al ver lo extremadamente cerca que nos encontrábamos.

Mi corazón no era de piedra.

—No responderé, ocúpate de tus asuntos, yo lo haré con los míos.

—Tienes razón —su mano toco mi mandíbula, mandando una descarga eléctrica a todo mi cuerpo—. Eso haré.

Retiró rápidamente el toque como si le quemara y se fue.

—Oh Alá —susurré agitada llevando mi mano a mi pecho, sentía mi corazón latir rápidamente—. ¿Por qué Noah vendría?

Después de su pequeña visita me bañé y arreglé, me sonrojé cuando me di cuenta que había recibido a Noah en una ropa muy corta. Mis padres morirían si supieran que un hombre me vio en shorts, y morirían y revivirían solo para morir nuevamente, al darse cuenta que daba presentaciones de danza árabe, cuando estrictamente debía bailarlo solo delante de ellos o mi futuro esposo.

Estaba yendo en contra de todo.

Agarré un pantalón acampanado de tela de color rosa pálido oscuro, una camisa básica blanca y unas zapatillas blancas. De accesorios un reloj blanco y un collar dorado.

— ¿Y ahora? —me pregunté observándome, mi barriga empezaba hacer sonidos—. Alá, tu más que nadie sabe que no puedo utilizar el dinero de mi tarjeta, envíame una solución.

El sonido de la puerta sonando insistentemente llamó mi atención.

¿Sería la solución?

— ¡Voy! —grité, caminé a paso rápido y me llevé una gran sorpresa. El administrador del edificio en persona se encontraba del otro lado de la puerta.

Te pedí una solución, no más problemas Alá —pensé para mis adentros.

—Srta. Aslanbey.

—Sr. Stuars.

—Debe de saber ya la razón por la cual estoy aquí —asentí lentamente—. El plazo para pagar el mes se cumplió hace días, por lo visto no lo piensa pagar así que necesito que desaloje ahora mismo.

Abrí mis ojos grandemente al escucharlo.

¿Qué haría ahora?

—Aun no encuentro un apartamento, por favor deme un plazo de unos días para irme —rogué, sintiendo como mis ojos ardían debido a las lágrimas que querían salir.

—Lo siento, se acabó el plazo —se volteó y fue donde pude observar varios hombres quienes se encontraban detrás de él—. Saquen todo.

— ¡No! —Grité—. Por Alá, no lo haga, no tengo a donde ir, mañana…me iré mañana por favor.

—NO —respondió rotundo—. Usted es una mala imagen para mi edificio, aquí solo vive gente con modo, no alguien que no puede pagar la renta y encima ruega cual pobre por un plato de comida.

Mis lágrimas caían una por una, no dije nada, solo me hice a un lado para que esos hombres entraran, no había nada más que hacer.

Antes que entraran una profunda y conocida voz los detuvo.

—Entran y será el peor error de sus vidas.

—Noah —susurré sorprendida.

— ¿Quién te crees que eres para venir a ordenarles a mis hombres? —le preguntó el Sr. Stuars—. Entren y saquen todas sus pertenencias… ¡Que entren les digo!

Noah agarró al Sr. Stuars de la camisa y lo estampó contra la pared. Ahogué un gemido al verlos.

La mirada de Noah estaba completamente oscura, me daba terror verlo así.

—Jamás en tu perra vida volverás a desautorizarme —indicó entre dientes—. ¿Quién me creó? —lo soltó bruscamente y goleó su mandíbula—. Tu jodido jefe, eso soy maldito estúpido.

— ¿Sr. Lambert ? ¿Noah Lambert? —preguntó atónito, volteó a ver a los hombres que asintieron con miedo—. N-No sabía…No lo sabía Sr. Lambert. Solo habíamos tenido la oportunidad de hablar por teléfono…lo siento.

— ¿Qué clase de personas tengo trabajando para mí? —le preguntó a un Señor que hasta ahora veía—. Es un maldito incompetente —lo señaló enfadado.

—Tenía muy buenas referencias Sr, era el mejor.

—No me importa que su referencia sea del mismísimo presidente, en la maldita entrevista tuvieron que saber cómo era este jodido hombre.

—No se volverá a repetir Sr. Lambert  —se apresuró a responder aquel hombre, se veía nervioso.

Todos aquí lo estaban menos yo… está bien, ¿A quién engañaba? Yo también lo estaba. ¿Cómo podía emanar tanto miedo?

—Claro que no o tú serás despedido junto con ellos —bramó.

— ¿Se-Seré despedido? —el miedo en el rostro del Sr. Stuars era muy evidente.

— ¿Y es que lo dudas?

—No volverá a suceder, se lo prometo —se levantó del suelo y antes de siquiera acercarse a Noah, este alzó su mano para que se detuviera—. Por favor no me despida.

—Es una mala imagen para mi edificio, solo tengo empleados competentes y humanitarios, no alguien que no es capaz dar una prórroga de un día, cuando se estipula que cualquier inquilino tiene derecho a una semana y lo peor, un avaro hambriento de hambre que lo único que le importa es el dinero.

—Señ…

—Saquen este hombre de mi edificio —ordenó. Se acercó al hombre que estaba a su lado y le susurró un par de cosas.

Todos se fueron y quedamos solamente los dos.

— ¿Por qué compraste este edificio? —fue lo primero que pregunté. No sabia que él era el dueño.

¿Acaso tenia tanto dinero para hacerlo?

—No tengo porque darte explicaciones de mi vida.

—Lo sé, solo que…Nadie de tu familia sabe que tienes un edificio, ¿Cierto?

—Solo mi padre —respondió cortante, como siempre.

— ¿Por qué comprar un edificio Noah? ¿Por qué comprar el edificio en el que vivo?

—Deja tus cuestionamientos, no te creas importante porque no lo eres —Una forma es saberlo y otra cosa es escucharlo de sus labios, dolía y mucho—. Quería empezar a invertir mi dinero y que mejor que en una cadena de hoteles.

Asentí entendiendo.

—Muchas gracias, que Alá te prospere siempre —asintió, mordiendo su labio inferior, ese pequeño gesto llamó totalmente mi atención.

Debería de ser un delito aquel gesto, Noah Lambert era pura tentación.

Líbrame de pensar cosas indebidas Alá.

—Sobre el apartamen..

—Dame una semana para buscar un nuevo por favor, solo una semana —me apresuré en decir, no había cambiado nada, tenia que irme.

—No, Zeyn..

— ¿No? Entonces tres días, solo tres días.

—Tampoco, tú…

—No quiero aprovechar que conozco a tu familia, Por Alá nunca lo haría —lo interrumpí nuevamente.

— ¿Me dejaras hablar? —cuestionó enojado, asentí como una niña regañada.

No hacía falta que Noah gritara para darte miedo, intimidarte o incluso ponerte nerviosa, con su mirada y el tono de su voz era suficiente.

—Lo que te quería decir es que puedes quedarte en este apartamento, no te preocupes por la renta y por los servicios, solo preocúpate por estudiar y ya.

—No puedo aceptarlo —dije confundida. ¿Por qué hacía esto?

—Claro que puedes y lo harás —expresó firme.

—Es que…no entiendo, ¿Por qué lo haces? —miré directamente sus ojos intentando encontrar alguna respuesta, pero como siempre, no demostraban nada, su mirada era neutra.

— ¿No puedes agradecer y ya? —negué lentamente—. ¿Por qué?

—Tal vez algo dentro de mí quiere confirmar algo tan imposible, pero que, a su vez puede ser tan posible como que Alá existe.

— ¿Qué cosa? —susurró.

—Que soy importante para ti Noah, que, aunque siempre me ignoraste, siempre estuviste al pendiente de mí.

Por un momento pude ver algo en sus ojos, pude ver aquella puerta abierta, por un solo momento observé el tesoro que Noah guardaba entre candados, por un momento pude verlo sin ninguna restricción y por primera vez, pude ver cariño en sus ojos, pero solo fue eso…un solo momento, un instante donde pude ver al verdadero Noah.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo