Capítulo 2
~ Leo ~

Tamia era el amor de mi vida y no había nada que no haría por ella. La amaba con toda mi alma y cuando le prometí que siempre estaríamos juntos, lo dije muy en serio.

Era perfecta para mí; hermosa tanto por dentro como por fuera y tenía la fuerza que una Luna debía de poseer. Amaba cada una de sus cualidades y sinceramente no podía dejarla ir.

Estaba enamorado de ella desde que recuerdo, por eso cuando se presentó la oportunidad de cortejarla, la aproveché de inmediato y como resultado, habíamos estado casados durante cinco años.

La amaba inmensamente. Mi amor por ella era tan fuerte que creía que sería fácil rechazar a mi compañera destinada si alguna vez la encontrase y ella prometió hacer lo mismo a cambio. Sin embargo, nunca imaginé que rompería esa promesa de una forma tan cobarde.

Tamia no quería ir a la cena de Casper; debí haberla escuchado y decirle a mi amigo que no iríamos, pero ahí inició mi caída.

El fresco aroma a menta y manzanas me tomó por sorpresa y me atrajo como un imán. Estaba encantado con esa mujer y ella conmigo. La miré y todo a mi alrededor se detuvo, ella era todo lo que existía.

Sentí que mi amor y afecto por Tamia desaparecían al instante y aunque luché por aferrarme a ello, el tirón del vínculo del destino fue más fuerte.

"Compañero" ella creó un vínculo para poder transmitir lo que pensábamos y lo acepte. Su nombre era Amanda y fue mi perdición.

Tenía que verla y sentir su piel. Así que cuando me pidió que habláramos en el balcón, fui a regañadientes.

En el momento en que llegué allí, ya estaba atrapado. Quería rechazarla, pero mi boca no reaccionó, Black, mi lobo, tampoco pudo hacerlo. En ese momento todo lo que queríamos era mantenerla a nuestro lado.

"Buenas noches, Alfa Leo." Dijo y yo solo tragué saliva.

Ella hizo su parte y eso me sorprendió. En lugar de mantener una cara seria e indiferente, le devolví una cálida sonrisa, a cambio me acogió en sus brazos.

"Compañera" me escuché decir la palabra sin esfuerzo y al instante, todo lo demás se desvaneció.

Amanda me contó sobre ella; era una doctora inteligente y sabia, tenía potencial para ser una Luna, pero nunca podría ser mi Luna porque estaba casado con Tamia.

"Tengo que rechazarte, Amanda." dije, viendo como sus ojos se humedecían.

"Alfa Leo, por favor." suplicó y recostó su cabeza en mi pecho. Poco después comenzamos a besarnos, la levanté y rasgué su vestido, listo para tomarla, pero luché contra mi lobo y mis instintos, negándome a hacerlo, porque sabía que mis acciones herirían profundamente a Tamia y eso era lo último que quería hacer. No quería herir a mi esposa de ninguna forma.

"Por favor Alfa, puedo ser tu amante, pero no me dejes ir, no me rechaces. Por favor, me necesitas y sabes que yo también te necesito." Lloró.

Honestamente, ella no hizo nada malo, debí haber esperado pacientemente a mi compañera pero ¿cómo se supone que iba a saber que la encontraría? Era raro, esto era un verdadero milagro y uno bastante cruel.

¿Cómo manejaría esto? Tenerla como mi amante no supondría un problema, pero tendría que informar a Tamia primero. Solo tenía dos opciones; rechazarla o aceptarla, pero ¿Tamia la aceptaría también?

Sé que lo que estaba pensando era cruel, pero el destino así lo quiso.

Estaba siendo cruel con Amanda al atarla a un hombre casado, con Tamia al conectarla conmigo antes de permitirme encontrar a mi compañera destinada y conmigo mismo al ponerme en una posición en la que tendría que romper todas mis promesas y ser el villano en lo que se suponía que era mi historia de amor.

Dejé a Amanda en el balcón sin decir una palabra y salí. Al volver a mi mesa supe que Tamia se había ido. Así que cuando llegué a casa y ella no estaba, me di cuenta de que lo había descubierto, tenía dudas de si mi momento romántico con Amanda la habría hecho darse cuenta.

Me odié profundamente a mí mismo y al destino por lo que estaba pasando. No sabía con quién discutir lo que me estaba pasando, porque si le contara a mi padre, me pediría que convirtiera a Amanda en mi Luna para hacerme más fuerte y tener cachorros más fuertes con sus genes de Alfa. En cambio, si la llegase a rechazar, perdería una parte de mi poder, dejándome incapaz de gobernar. Pero tan solo con pensar en el dolor que la inocente Tamia soportaría cada vez que yo tocara a Amanda me ponía en un complicado dilema.

Lo que no entendía era por qué todo sucedía ahora, ¿por qué esto y por qué a mí? Como el Alfa más fuerte de la región, no podía permitirme perder poder, pero amaba a mi esposa.

La amaba tanto que no podía hacerle daño de ninguna manera, así que necesitaba tiempo para pensarlo.

Me senté en el sofá de mi sala de estar con una bebida en la mano mientras mi mente divagaba reflexionando sobre el asunto, también me preguntaba a dónde podría haberse ido Tamia.

Mientras pensaba en ella, entró en la casa, desnuda y con una expresión que demostraba que tenía el corazón hecho pedazos, quise ir hacia ella, pero irradiaba ira.

"¿Cómo pudiste hacerme esto Leo? Lo prometiste. Dijiste que, si alguna vez sucedía, la rechazarías, dijiste que yo era suficiente, ¡me lo prometiste!" Gritó.

Permanecí en silencio. No había nada que pudiera decir para defenderme, había cometido un error al acercarme para hablar con Amanda y lo peor era que no podía asegurar que no sé repetiría.

Cuando le prometí a mi esposa rechazar a mi compañera destinada, solo lo dije porque sabía que con las bajas probabilidades de que esto sucediese, lo más seguro era que no la encontraría. Entonces, una pregunta surgió en mí, ¿a qué estaba jugando el destino?

Volví a la habitación al rato y me di cuenta de que Tamia estaba despierta. No esperaba que estuviera dormida, ¿cómo podría dormir tranquila después de todo lo que había sucedido? Ella sentía mucho dolor y miedo de perderme.

Dejarla ir no sería fácil, le prometí que estaríamos juntos siempre, amarla y cuidarla, sería un canalla si rompía esas promesas.

Si la rechazaba, no solo debilitaría a mi lobo, ninguna manada la aceptaría y como yo era el Alfa, no podría permanecer en la mía tampoco. Nunca haría nada que hiciera que Tamia quedara sin hogar o se convirtiera en una rechazada a la vista de otros.

Pero si la manada se enteraba de Amanda, me pedirían que hiciera a Tamia a un lado para permitir que Amanda fuera la Luna, porque aparearme con ella me haría más fuerte y traería bendiciones a la manada.

¡Estaba en un callejón sin salida!

Esperaba para que los miembros de la manada no se enterarán y me obligarán a actuar, porque por mucho que amase a Tamia, como Alfa, mi deber hacia la manada era lo primero.

Me metí en la cama y traté de hablar con ella al respecto, pero estaba demasiado herida como para tener una discusión pacífica, así que me quedé en silencio tratando de no herirla más de lo que ya lo había hecho.

Desperté al día siguiente con Casper a mi lado.

"Alfa, ¿es cierto que Amanda es tu compañera destinada?" Inquirió con preocupación, yo me pregunté cómo se había enterado.

Dudaba que Tamia se lo hubiese contado porque si se corría la voz, la manada se pondría en su contra y a favor de mi compañera destinada, debido a los beneficios que esa unión traería.

"¿Quién te lo dijo? Por favor, es imperativo que nadie lo sepa." Le rogué, pero él guardó silencio.

"Rompiste su vestido en el balcón. Después de que te fuiste de la fiesta todos estuvieron hablando de eso y lo están celebrando." Les dio voz a mis temores y mis ojos se llenaron de lágrimas, porque sabía lo que seguiría.

Llamé al Alfa Kyle, un amigo que estaba en la misma situación, pero él me felicitó y aconsejó que reclamara a Amanda para que Tamia no sintiera el dolor.

Le agradecí, pero no planeaba seguir su consejo; planeaba ignorar el vínculo y continuar mi vida con Tamia hasta que pudiera reunir la fuerza suficiente que necesitaba para rechazar a Amanda.

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