Historia
(El diario)
Cuando pasó el escándalo de cuando sucedió lo del arzobispo y mi posterior divorcio , el jefe, en vista de la situación me ha otorgado todo un año sabático, terminé poniéndome en terapia con uno de los mejores especialistas del país, también tuve que dejar el alcohol.
A los tres meses, cuando la depresión por fin cedió espacio a la tranquilidad relativa de la medicación constante, me embarqué en un crédito con un banco para viajar por el mundo, estuve en Jerusalén, donde visité los lugares santos y otros no tanto ya que viaje sin bohemia no tiene sentido.
Después de conocer la ciudad santa me fui a Roma, a mirar de cerca la otra cara del cristianismo , todo comenzó a cambiar cuando, en compañía de unos colegas comunistas y luego tres litros de grappa, hicimos una competencia en la fontana de Trevi, para orinar a los angelitos que la adornan, me alcé como ganador, la celebración llegó hasta que un carabinieri, porrazo por medio me sacó de ahí, el asunto no terminó mal por la intercesión de un joven cura venezolano, a quien la cosa le hizo gracia, me llevó a lo que después supe era su apartamento para comer, ducharme y esperar que bajase la borrachera.
El religioso tenía su alojamiento en un callejón, no era muy grande pero si acogedor, tan pequeño es el habitáculo que le comenté con sorna entre la nube alcohólica que parece más bien un closet con ducha en vez de una vivienda, lo que le saca un par de carcajadas a Ramiro, ahí me mandó a darme un baño y me prestó ropa mientras la que tenía puesta se lavaba y secaba, al salir de la ducha vestido con ropa prestada, mi anfitrión forzado sirvió un expreso triple tan oscuro que bien podía servir para pintar paredes, esperó a que lo tomara, acto seguido invitó un cigarrillo.
Al preguntar que hacía en Roma, y por qué razón tenía tal estado de perdición alcohólica, no me quedó más remedio que contar toda la historia, al terminar la síntesis de los últimos meses propuso encontrarnos al día siguiente para continuar la conversa pues, él tenía no pocos resquemores sobre la fe que abrazaba.
Ramiro pasaba por una gran duda sobre su religión, esa era la razón de su estancia en la ciudad eterna, no estaba en misión de su iglesia, es que como era descendiente de una familia muy pudiente, se pudo dar el lujo de un año de vacaciones para dedicarse a estudiar, ver si por fin miraba el fondo de su vocación, como un último recurso antes de abandonar los hábitos, su estancia en el vaticano era una suerte de acto de penitencia para no ofender a su madre ya que no quería lastimarla.
Le pregunté sobre sus preferencias sexuales pues si no era heterosexual hasta ahí llegaba la conversa, el cura muy risueño le dice que no es homosexual, entre muchas, esa es una de las razones para abandonar los hábitos, el celibato en Venezuela es cosa imposible y sus hormonas lo tienen atormentado, ya ha claudicado con tres viudas, dos liceístas, cuatro monjas, seis señoras entre madres y representantes de otros tantos primo comulgantes, dos catequistas eslovacas y un par de amigas de su hermana, sin hablar de las “amigas de alquiler” pagadas de vez en cuando a fin de acallar las urgencias de la carne, todo un rosario de tentaciones difíciles de evitar.
Es que Venezuela es una tierra caliente donde quien no la da la presta, la expresión nos sacó carcajadas , fijamos la cita en un café venezolano, propiedad de unos antiguos amigos, quienes se vinieron tras una beca de investigación pero al terminar el trabajo decidieron darle a los Romanos un poco de Venezuela en comidas y tragos, sitio de refugio para la nostalgia de tanto exiliado que anda de paso por Europa, sin embargo le pedí al cura que se fuera sin traje religioso, con ropa seglar, para poder conversar pues mis convicciones prohibían hablar con curas por muy buena gente que parecieran.
De vuelta en el hotel, hablé vía skype con mis hijos para luego caer dominado por la resaca. Dormí catorce horas de un tirón, tuve una pesadilla, en ella estaba sentado al pie del salto Ángel admirando el paisaje cuando salió de la selva un tipo como de dos metros de estatura, vestido cuan explorador inglés del siglo XIX, con estampa más bien nórdica, tenía acento zuliano, se acercó tranquilo y sin aspavientos, como si fuese casualidad, al verse de frente invitó un porro que acepté sin vacilación , recuerdo que dije a mi extraño interlocutor que la había probado unos años atrás, cuando hacía posgrado de física nuclear y por ocio entraba de oyente al doctorado de biología molecular en la Universidad de Oxford, fue con unos canadienses, al recordar las sensaciones de aquellos años, esa de la ingravidez me fumé lo que ofrecía sin pensar mucho, en seguida sentí una paz difícil de explicar, de pronto desapareció todo y solo se escuchaba la voz del gigante maracucho que decía, entre risas, que me dejara de esa vaina de negar a Dios, que no importaba que supiera la verdad, pero que la gente me iba a rechazar sin importar cuantas pruebas esgrimiese y que terminaría loco.
En el sueño intentaba una discusión teológica ya que creía firmemente en la verdad científica, el gigante se burló espléndidamente, comentó que (yo) era famoso en la otra dimensión, ya habían hecho apuestas en el bar sobre si terminaba loco o era aceptado, le dijo que se había metido en sus sueños sólo para obligarlo a reflexionar por ese tema, también me dio la razón, ciertamente la iglesia era un parapeto y todas las religiones una farsa, pero que los humanos normales eran felices en su mediocridad, no tenía sentido sacarlos de su error, que hace más de dos mil años se intentó hacer cambiar a la gente y cada tanto algún enviado bajaba a intentar hacer su parte, pero nada, la gente prefería matarse por pendejadas, crearon sus religiones, las convirtieron en guetos, se inventaron libros sagrados, los usaron para matarse y hasta allí la cosa, se decidió, desde este siglo XXI, dejar la vaina a los humanos, en algún momento todos se morirían o se matarían, allí comenzaría una nueva tarea.
Mientras tanto en la otra dimensión, decidieron dejarse de peleas entre “buenos y malos” satanás hizo una apuesta con Jesús, el Dios padre dio su aprobación y ahora pues ustedes (los humanos) son una versión macro del juego ese de Sim City, cada uno es un personaje y lo manejan según el estado anímico de su controlador, esa es la razón para tanta locura, por eso ahora Cuba es miembro del comité de derechos humanos, los chinos ya no son comunistas además quien quita si las carmelitas descalzas terminen siendo una transnacional del sexo con todo y canal porno, todo depende de la creatividad de los apostadores.
Desperté sobresaltado a media mañana, sudaba como poseso y agradecí tener todavía lexotanil que no me había tomado desde que, en el aeropuerto de Venezuela hace apenas unas semanas, estuve a punto de batirle por la cabeza a un guardia la computadora cuando este pretendió que la encendiera para poder ver el contenido de los documentos que portaba, igual le grite, lo insulté y hasta lo amenacé, pero gracias al hijo de un amigo de la familia, quien por su envestidura de oficial en servicio me sacó del apuro, y como regalo para que me calmase me dejó dos pastillas para bajar la presión.
Este sueño me dejó demasiado ansioso, así que voy a tomar las pastillas, no importa que sean de seis miligramos cada una, cuando por fin hicieron efecto me sentí relajado, como en el sueño, tomé nota mental, toca visitar Uruguay apenas pueda para probar ese milagro sin quebrantar las leyes, me di una ducha caliente y salí al encuentro pautado el día anterior con el cura.
Llegué puntual a la cita, aunque el desgraciado taxi me cobró el equivalente a tres meses de sueldo en Venezuela, por el momento eso no importa, total, tengo un préstamo, además, mientras le pagaba al taxista pensé con cierta satisfacción en la cuenta corriente que tengo en Panamá, donde me depositan las ganancias de los libros, si bien la verdad no es tanto, si es lo suficiente para estas vueltas de locos en las que ando.
El cura ya esperaba en una mesa, sonaba en el aire la música de un ensamble criollo, mezcla de virtuosismo académico con bandola llanera e instrumentos ajenos a esa tierra del sur, pero agradable, habían unos estudiantes italianos acompañados de otros tantos venezolanos que pedían a gritos Ron y tequeños de chocolate suizo a falta del de Chuao, hablaban todos a gritos,
4Saludé al padre Ramiro, tocó preguntarle otra vez el nombre completo ya que entre la cruda y la confusión de la mortal grappa no lo recordaba, se llama Ramiro Alzuruaga Montiel, zuliano de nacimiento, para más señas de un pueblo llamado “El Moján”, de padre Canario y madre maracucha, típico del gentilicio criollo donde todos los medio blanquitos tienen su musiú ahorcado en la genética, tenía nueve hermanos, él era el menor , sus padres lo tuvieron por accidente, en una reconciliación, entre tragos y rezos tan típicos de la feria de la Chinita, por ese traspiés a él le tocó ser criado entre las faldas de su madre, mientras sus hermanos y hermanas trabajaban en la finca paterna entre números y reses, por esa razón terminó sus estudios en un seminario caraqueñoDebido al tiempo fuera de casa se le h
7Rosa y Fernando, eran doctores en psiquiatría, estaban terminando su tesis, que casualmente versaba alrededor de las taras mentales derivadas del fanatismo religioso, habían conseguido una beca de seis meses en el Vaticano, en la universidad Pontificia para investigar algunos de los más importantes antecedentes de su trabajo, su encuentro con el profesor les torció el pensamiento, el aparentemente loco que les habían pintado vía electrónica, era aún más lúcido de lo que recordaban, se dieron las manos, abrazos, beso en la mejilla y la promesa vacía de otro encuentro, bajo las fórmulas de cortesía ya estaba inoculado el virus de la duda.La pareja salió a su hotel en silencio, llegaron, se ducharon, encendieron la televisión, ahí cayeron en cuenta de que no habían cruzado palabra desde el restaurante, ambos pensaban algo que ninguno quería admitir.Rosa apagó el televisor donde repetían una novela venezolana de los 80´s que ellos seguían por la
9Mientras pagaba el taxi busqué con la mirada, no fuera a ser que la tal cita fuese un invento de mi mente alterada, Ramiro saludó desde la terraza donde se tomaba un capuccino , se levantó y fue a mi encuentro , tomamos asiento , pedí un té frio grande para hidratarme luego de la resaca, encendí un cigarrillo, para preguntar a boca jarro, ¿Cuál era la razón de su curiosidad si él mismo ya sabía desde antes la razón de las dudas?, ¿si su doctorado en teología no lo había preparado para restañar las dudas teosóficas? , mal va la cosa, pues si yo, un simple mortal que jamás navegó entre las páginas de los santos y demás productos de la imaginación religiosa, me he dado cuenta, aun antes de tomar en serio el asunto este de demostrar su falsedad, ustedes que tienen años en eso han de verse la cara más a menudo con tanta cosa extraña, no sé, quisiera su respuesta antes de darte mis conclusiones preliminares, sin profundizar mucho ya que se me ha ocurrido que usted m
Mi familia paterna se mudó de la capital a principio de los años cincuenta, terminó en mi ciudad natal casi que por accidente, el abuelo, un calavera a todas luces, no pagaba los alquileres y se desentendía de los caseros, haciendo que un día cualquiera mi abuela se quedara en la calle con siete hijos menores, gracias a los favores de algunos familiares del abuelo localizó una casa que podían pagar, organizó la mudanza y se vinieron cuan gitanos, nadie sabía a ciencia cierta de que vivirían, pero mi abuela, acostumbrada a las penurias organizó la cosa de tal manera que todos estaban seguros que sobrevivirían, claro, por el presupuesto inicial primero estuvieron en una casa terriblemente fea, con techo de zinc y habitaciones colectivas, una para las niñas, otra para los niños y la de la abuela, el abuelo aun no aparecía, allí vivieron por un año, al tiempo ubicaron otra casa, a tres cuadras de distancia, con cuatro habitaciones, dos baños, un patio enorme, por
Mi papá dijo estar cansado, así que bajaron de las bicicletas para ir caminando, cuentan que cuando pasaron junto a la cerca, pero del lado de la calle, escucharon como si alguien pasara un palo por entre los barrotes, pensaron que era algún amigo jugándoles una broma y se acercaron a investigar, no vieron a nadie, pero igual pensaron que se había ido corriendo quien hiciera tal cosa, seguidamente oyeron unos ladridos, levantaron la mirada y se encontraron con unas sombras bajo lo que quedaba de un árbol quemado, eran de un perro muy grande, con las fauces abiertas, como en actitud de espera, a su lado o sobre él, la sombra figuraba a un hombre colgado del cuello que se mecía al viento, ambos corrieron, dejando las bicicletas tiradas en la calle, cuentan quienes los vieron llegar, que los niños llegaron con el miedo dibujado en sus rostros, el más pequeño lloraba abrazando a su mamá y el otro pues se conformaba con su silencio hasta que el susto le permitió hablar, mi ab
La abuela, esa noche me contó que en esa casa antes vivía una señora amiga de ella, era muy viejita, seguro ya ha de estar muerta, me dijo que la señora en cuestión le tenía pánico a la casa y se negaba en redondo a quedarse sola allí, de hecho esa fue la razón de la mudanza de la familia en pleno, el hijo que vivía con su familia y la viejita tuvieron un susto mayúsculo cuando encontraron a la señora desmayada en la puerta de su habitación, decía haber visto una joven rubia de vestido azul paseándose por el pasillo, a las ocho de la mañana, no era ni de madrugada, esa misma semana mandaron a la señora de viaje y gestionaron la mudanza, le alquilaron la casa a la familia que en esos días la habitaba.Ahora entendía que lo visto y oído esa noche no era parte de mi imaginación y me fui a dormir.Ahora que lo pensó, lo más raro de todo es que nadie más oyó ni vio nada esa noche, todavía recuerdo el estruendo como de cien cadenas que se arrastraban, la
Me soñaba con veinte años menos, cabello y apostura típica de veinteañero en forma. Estaba de parranda en Cuyagua, andaba con unos supuestos amigos y amigas, digo supuestos porque a nadie conocía, todos parecían salidos de un comercial de cervezas, claro, la chica que me había tocado en suerte era todo un sueño erótico y la cosa iba bien, como era costumbre en aquellos años me pasé de tragos, me puse a inventar cosas con la hermosísima flaca que me daba besos, nos fuimos a una caleta donde pues describir lo que hicimos no tiene sentido, mejor lo dejo a la imaginación. En ese sueño había quedado rendido entre los brazos de la chica, pero unos ruidos extraños me despertaron de madrugada.A cien metros más o menos de donde estábamos (la chica y yo), había una especie de fiesta, nada raro a decir verdad, lo extraño es que en ese sueño era la madrugada de un lunes, por lo general pocos son los que andan de fiesta en este país esos días, me levan
Lo recuerdo con mucho detalle pues fue el primero de una serie de sueños raros, sobre todo porque a la víspera no había pasado nada diferente, no tenía resaca, no había peleado con mi hoy ex esposa, mi cena era de lo más ligera, total, todo entre los parámetros, claro, ya había comenzado mi trafago de dudas en torno a la cosa esta de la religión, creo que era una suerte de aviso para lo que se me venía encima.Por esos días había entrado a la universidad una mujer, de mediana edad, muy bella, con porte y nombre inglés, se llama Jena Cockhold o algo similar, la verdad no dejaba de verla, su caminar casi felino hacía que, a pesar de su traje sastre, tipo maestra de internado inglés se le viera sexi, junto con su rubia cabellera siempre aprisionada en una larga cola de caballo o un moño muy señorial y apretado, al verla pasar casi que uno pensaba en pedirle que le diera a uno azotes por haber sido un niño malo, en fin, la verdad es que si me diera las nalgadas se las habría devue