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El Increìble Viaje de Hugo
El Increìble Viaje de Hugo
Por: Jbdiwan
El Increíble Viaje de Hugo

El Increíble viaje de Hugo

José Briceño

Pre-historia

La ciencia tan bien ponderada,  exacta y aparentemente ególatra, no siempre está en lo cierto. a pesar de lo que podamos pensar este siglo XXI donde la tecnología está al alcance de todos es muestra tangible de que los científicos no son infalibles, sé que suena a silogismo, sin embargo hace veinte años los celulares eran solo para gente privilegiada, las computadoras también , el internet era si acaso un esbozo de lo que hoy es y si alguno predijese lo dependientes de la tecnología que íbamos a ser nadie le creía, de hecho apenas hace cuarenta años, alguien predijo que las computadoras serían muy costosas que nadie tendría una en casa, mejor dejarse de sueños inútiles.

Mientras escribo estas líneas no puedo hacer nada más que reírme de lo aferrados que estamos a esas teóricas realidades momentáneas, tildando con cualquier adjetivo a tantos otros cuya imaginación los hace ver lo que para nosotros, simples mortales, es algo imposible. Lo peor es que muchas veces llamamos locos a esos visionarios, sin tomar mucho en cuenta que quizás están viendo la realidad en su justa medida y no esta partícula que percibimos la mayoría de los humanos.

El ejercicio de la imaginación ha sido siempre un escape, desde hace años estoy escribiendo todo lo que me viene a la cabeza, desde crítica política pasando también por asuntos con la fotografía hasta terminar en la narrativa, de hecho hasta he sido distinguido con algunos galardones menores en el área literaria y otros mayores en el área fotográfica.

 Como muchos uso el internet para masificar mis potenciales lectores, aunque todavía no cobro nada por ello creo que es peor tener todo eso acumulado en mi disco duro sin que nadie se entere, esperando que la providencia me ponga enfrente algún editor, pero como la esperanza es lo último que se pierde, quizás con esto de las redes sociales, mis blogs junto a los amigos virtuales o reales que me leen, posiblemente algún editor se apiade de mi condición y  ofrezca publicar alguna vez, a lo mejor no me haga millonario pero cuando menos me dé el impulso para las cosas que ambiciono, que no son tantas realmente.

En este periplo digital que a diario recorro con el fin de hacerme notar he conocido mucha gente, algunos me escriben vía redes sociales, otros más discretos lo hacen por correo electrónico, no siempre leo todo lo que me mandan, solo si son textos prometedores o entretenidos me intereso en ellos y contesto,  por lo general son gente interesante pues los que no lo son cuando mucho se limitan al insulto que me divierte más que ofenderme, cuando menos sé que me leyó lo que quizás tenga alguna influencia para que su pensamiento se expanda, uno nunca sabe.

Entre toda esa gente que me escribe, una vez recibí un correo verdaderamente extraño, en el texto me explicaba algunas cosas que picaron mi curiosidad, descargué el archivo  y en una pausa del ajetreo del día comencé a leer lo que me pareció una novela de aventuras, sin embargo aseguraba que había pasado tal como lo decía el largo texto adjunto. El remitente era una mujer que decía conocerme, aseguraba haber sido mi alumna alguna vez, todos los que son profesores universitarios saben que es complicado recordar los nombres de todos tus alumnos.

Quien me enviaba el email certificaba la veracidad de todo lo escrito, además negaba que su primo hubiese estado loco. Decía escribirme para que viese que a veces la locura no es sino una diferencia de percepción del mundo, como tantas veces dije en mis clases para referirme a lo que hacen los artistas, esos que construyen universos personales desde su obra y que la gente ve como muy interesantes sin saber muchas veces que eso que parece ficción está realmente muy cerca de la realidad.

Según la chica su motivo para escribirme fue debido a que leyó uno de mis artículos del blog donde explicaba mi particular visión sobre la religión y las posibles teorías personales que la sustentan, la verdad, aunque considero que mi opinión es solo eso, una disertación al vacío digital sin un ápice de realidad ni de investigación pero como es mi percepción, dudo mucho que haga mal, sobre todo porque no espero que nadie crea mis elucubraciones. Espero que cuando me toque morir tenga algo de realidad, eso de terminar siendo abono orgánico después de tanto pensar y estudiar da como grima.

Al parecer no es tan al vacío el asunto pues este chica me ha leído, aparentemente ha encontrado coincidencias entre mis opiniones y las de su muy brillante primo, lo que ha dado pie para atreverse a escribir ese correo que tan trastornado me ha vuelto. Ella recomienda leer el texto íntegro pues su primo, quien era un tipo extremadamente brillante, tenía algunas teorías al respecto que quizás me pudieran servir para futuros artículos.

Debo admitirlo, desde que lo que leí estuve en vilo toda la noche, no pude despegarme del texto hasta terminarlo, este descubrimiento me impulsó a buscar la veracidad de lo que allí estaba escrito con algunos de los protagonistas que estaban al alcance (con G****e ya nadie puede esconderse mucho).

Al final he decidido publicarlo para compartir con todos, me parece importante que se sepa esa otra historia que hay detrás de la locura, sobre todo de un tipo que quizás me he cruzado alguna vez y nunca supe, tan cercano que asombra, lo peor es que haya pasado por debajo de la mesa sin que nadie se enterase de su existencia más allá de su círculo íntimo, ni que se hiciera algo para difundir su pensamiento.

Aunque no me considero la gran cosa en eso de la cultura o el conocimiento, me sigue indignando como la “gente común” se aferra a su nada cotidiana y hasta hace esfuerzos mancomunados para que quienes piensan diferente sean acallados, se hacen de todo un entramado para ampararse bajo el lema de la moral y las buenas costumbres, sin importar mucho el lado político al que se adhieran, al final muchos son la misma cosa, un grupo de gentes que se aterran de salir de su ignorancia pues la comodidad de lo “normal” es mucho mejor que la eterna duda.

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Hugo, para el momento de su muerte contaba con 47 años, tres hijos, tres divorcios y cuatro matrimonios, un doctorado en física pura, una licenciatura en matemática junto a una maestría en química nuclear, todo antes de los veinticinco años, en resumen el hombre era un genio, se casó a los 25 con su primera esposa, cuatro años más tarde  con la madre de sus primeros dos hijos, al cumplir los 43 con la madre del penúltimo hijo y a los 47 con su actual viuda.

Seis libros que eran casi bestsellers en distintas universidades de Latinoamérica, sin embargo, por asuntos prácticos típicos de quienes han sido escaldados y desplumados en varios divorcios, poca gente sabía de esas publicaciones o de lo que por de derecho de autor le depositaba su editor, en una cuenta bancaria en el extranjero.

Al parecer, según pude leer entre líneas, los problemas mentales comenzaron a hacerse visibles al término de su ultimo doctorado, aseguraba que había descubierto las trampas de Dios, tuvo una depresión que lo hizo estar borracho un mes entero, por suerte eran las vacaciones de su trabajo ( de profesor universitario), la cosa llegó a tal extremo que terminó preso, pues una mañana de domingo,  en estado de ebriedad se subió al altar mayor y orinó al arzobispo en persona, gritándole falso, además de otras sutilezas de la vulgaridad cotidiana, la policía  intervino con la severidad del caso, pero la familia  lo rescató antes de que el asunto  llegara a mayores.

Su esposa lo abandonó (al fin) en el acto,  por ser católica practicante, de las de misa y comunión.  Al fragor de la pelea definitiva, gritó a todo aquel que quisiera oírlo que era una maravilla la idea del divorcio, que estaba harto de malos polvos y rosarios mata pasión, que mejor estar sólo que con una beata que se arrepentía de su sexualidad, que vivía del que dirán, que perdía miserablemente su tiempo pues Dios, como ella se lo imaginaba no existía, él había descubierto entre las matemáticas, la física y la biología su gran engaño, no existía tal tío con barbas, ni cruz, ni demonio, ni ángeles, todo era un gran teatro para los pendejos, que en la dimensión donde residían ellos (entes “espirituales”) nosotros éramos una especie de reality show con el que todos se divertían, esta vida es más parecida a una estación de castigo, donde no importa lo que hagas, siempre estarás jodido.

 La mujer ni siquiera volteo a verlo, cuando arrancó en su carro. En ese mismo instante  él aprovechó para  quemar lo que ella dejó, el montón integró ardió en una hoguera, no se salvó ni la biblia, tampoco los libros de Paulo Coelho, los misales, las revistas piadosas, velos, las velas, la ropa interior modelo beata,  medios  fondos para faldas claras  y hasta el rosario de la abuela, todo bajo el efecto de  vodka barata, pero excelente para evitar la resaca.

Al día siguiente, visita a los tribunales, comenzó la pelea por la custodia del niño, los gatos y el periquito australiano, quien se salvó de la hoguera por tener el buen sentido  de esconderse dentro de su casita, al fondo de la jaula.


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