Capitulo 38

Benjamín no se quedó tranquilo, la siguió buscando, hasta que llegó a la habitación de hotel. La llave encajó en la cerradura con un suave clic. Al abrir la puerta, una cálida luz envolvió la habitación. Allí estaba ella, Valentina, acurrucada en la cama, su rostro oculto entre las sábanas.

Se acercó lentamente y tocó su mejilla. La piel de Valentina era suave como el pétalo de una rosa.

—Eres tan explosiva, pero hermosa —susurró, dejando un beso suave en su cuello.

Valentina se sobresaltó y abrió los ojos. Al ver a Benjamín, se sentó en la cama, frotándose los ojos con la mano.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz ronca.

Benjamín se sentó a su lado y tomó su mano.

—Vine a aclarar las cosas contigo. Malinterpretaste...

—No quiero escuchar tus mentiras —lo interrumpió Valentina, apartando su mano—. Ve y quédate con esa chillona.

—Valentina por favor...

—No tengo nada que escuchar —volvio a decir ella, levantándose de la cama. —Si solo quieres que sea la madre de tu hijo, lo seré. Pero
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