Sali de mi escondite, me acerque a la puerta para escuchar lo que él hablaba con Peter. Todo estaba en silencio, pasaron algunos minutos y no escuchaba nada, ni un balbuceo, ni la sonaja.Abrí de inmediato la puerta y me topé con aquel hombre alto de frente a mí, con Peter en sus brazos.—Helen, debemos hablar —me dijo observándome con bastante molestia pero con una sonrisa en sus labios, esos carnosos y deliciosos labios. —No somos unos niños.Mi corazón palpito fuerte, esas eran las sensaciones que detestaba sentir, debía odiarlo, ser indiferente a su mirada, a ese aroma tan masculino que emanaba de él, ignorar el imponente grosor de su cuerpo, brazos musculosos … aprieto los ojos, recuerdo su cuerpo desnudo sobre mí hundiéndome en la locura. —No—me niego a caer de nuevo —, tú y yo no tenemos nada de que hablar, lo único que te pido es que desaparezcas de mi vida, Vicenzo, no les parece que me han hecho el suficiente daño ya.—Quiero que firmes el divorcio, hay un acta de matrimo
Por un momento me quedé pasmada, pensé que estaba alucinado, el abrió sus ojos y su profunda mirada azul estaban fija en el techo. Su respiración normal, pero no se movía, sumergido en ese intensó sueño, sentia que de proto sus labios se moverían para pronunciar mi nombre,Ha sido mi voz quien ha conseguido despertarlo, ¿soy importante para él de alguna manera?El corazón se me acelero, un sentimiento de alegría rebotara en mi pecho, era la esperanza que volvería a vivir, nunca desee esto, nunca imagine que solo por defenderme acabaría con la vida de una persona.—¿Vinicio?—reaccione, no sabía que hacer mis manos aun sostenían la suya— Vinicio, dime algo Vinicio. mírame, Vinicio.Me acerque a su rostro, esperando que me mirara, su mirada seguía estática fijos en el techo, en seguida sus parpados bajaron lentamente. Mis esperanza se apagaron como su mirada. —No, no, Vinicio abre los ojos, solté su mano y tome su rostro, lo gire hacia mi—Vinicio por favor deber responder por todo lo q
No te lo voy a negar, VicenzoAbro la puerta de su oficina, estoy llena de furia capaz de destrozar a quien se atreviese a mi paso. Tengo una fuerte presión en la cabeza no sé cómo conseguí llegar hasta Vicenzo sintiendo que estoy flotando, el pecho apretado me impide respirar con normalidad. —Canalla, ¿Dime donde esta?—el me observa con una verdadera cara de idiota, ni siquiera se mueve de la silla, solo sus ojos azules se levantan para inspeccionarme. —sabía que no podía confiar en ti, sabia que de alguna manera terminarías traicionándome, embustero.Me detengo del escritorio, todo a mi alrededor se mueve el corazón me palpita en los oídos.—¿Qué te pasa Helen? ¿Te encuentras bien? —se pone de pie y viene hasta mí, me toma de los brazos, yo de inmediato repudio su contacto. No le creo esa actitud de preocupación.Me insiste tomándome de la cintura y me sienta en la silla—¿Que pasa por que entras así a mi oficina?Veo que sus ojos se llenan de preocupación, nunca había visto esa
Con los brazos cruzados y con una actitud arrogante, sus ojos no parpadeaban, ni le desviaba de la mirada fija del detective, Cristal se mantenía en una pieza Drago la examinaba como si pudiera leer sus pensamientos, una sonrisa se esconde en sus labios, puedo ver la satisfacción centelleando de sus ojos, ella tiene a mi hijo. Siento que el tiempo se va como arena en un reloj y que cada segundo estando de pie aquí es tiempo pedido.Mi desesperación, me provoca entrar y sacudirla para que hable de una vez. El silencio me mata y la tranquilidad de Vicenzo me causa una cólera enfermiza, lo observo ecuánime, él está ahí solo esperando y mirando la chusca escena, como si se tratara de una serie de policías y ladrones.—¿Dónde estaba hoy, pasando medio día?— hace la primera pregunta rompiendo la tensión que asfixia, me rio. Siento la mirad de Vicenzo sobre mí, yo mantengo mi vista al frente. —En el café París a unas cuadras de mi boutiqueNo titubea, ella esta relajada sabe que tiene el co
Solo con ver la palidez de mi rostro podía descubrir que algo estaba sucediendo, guarde mi teléfono y subí al auto, le ordene al chofer que me llevara un lugar sin importancia, solo que me alejara de ahí, Vicenzo abrió la puerta y me saco tomándome del brazo.—¿Dime que está pasando?—Tengo que alejarme de ti, de todos, el detective que crees que te ayudara es un inepto, tú no has salido de mis sospechas, tienes tantos motivos para arrebatarme a Peter…—De mí, ¿por qué? ¿quién te lo ordeno?— era fuerte, pero no violento, su voz y su mirada solo exigían de mí, la verdad —, ¡dime!, es mi hijo entiende, no dejare de buscarlo aunque tú me apartes te juro que yo encontrare primero a Peter, decide contarme que está sucediendo o lucharas tu sola contra ese fantasma.Él tenía contactos, era un hombre de poder, un Detective que simplemente dejo cualquiera otra ocupación que tuviera para atender las órdenes de Sanlúcar, siendo o no incompetente, obedecía a Vicenzo sin repelar.Por muy desespera
No es una simple mujer!Hace un día pedía una cosa, no volver a ver a Vicenzo, no estar cerca de él, ahora tenía una necesidad profunda de su ayuda, esperaba que esta pesadilla acabara lo antes posible, estar cerca de Vicenzo no me hacia bien, no estaba en mis planes.Conducía con la vista fija al frente a penas veía el coche de Drago, no dejaba de mirarlo como un hombre recio, decidido, y notaba esa preocupación en su rostro, no habia necesidad de derramar una lagrima para demostrar que la angustia y la zozobra estaba dentro de él.Se percato que no dejaba de mirarlo.—Ten por seguro que lo vamos a encontrar—movió la palanca y piso el acelerador para alcanzar a Drago, mis ojos se llenaron de lágrimas, yo no era tan fuerte y trataba de ser igual de optimista, pero presentía que esto era solo un juego en el que los que se levaron a mi hijo terminaran quitándome para siempre. —Te juro que te devolveré a Peter aunque la vida me lleve en ello, no dejare que nada ni nadie te haga daño ni a
La casa de Samanta, o el nido de amor de Vinicio y su verdadero esposa, no era tan majestuosa o grande como la de Vicenzo, un enorme jardín a la entrada decorado con rosa y una fachada cuidadosamente bien pintada de blanco, era suficiente para sentirme humillada y miserable, la casa en que me mantuvo cautiva emocionalmente, era más pequeña, mucho más pequeña, y no tenia un jardín, ni cochera.Eso no me imperaba, lo que me lastimaba era el juguete que hizo de mí. Nunca sintió por mí una pizca de amor, me reprochaba a mi misma el no darme cuenta de eso, era claro con toda su actitud de indiferencia.Vicenzo atravesó el césped y con el puño cerrado golpeó la puerta con toda intención de derribarla, gritando con histeria llamando a Samanta. Observe a todos lados comprobando que no alterara la paz de aquella distinguida zona residencial.La puerta se abrió y la mujer vestida de negro y una batita blanca le invito a pasar—Joven Vicenzo, pase por favor—¿Dónde esta Samanta, y mi hermano?—a
Una puerta se abrió por el otro extremo de la sala, Matías entraba hasta acercarse a Drago, le susurro algo en el oído, y de inmediato salieron ambos para conversar fuera, Vicenzo se movió diligente para encontrarlos por el otro pasillo, yo me quede observando a Samanta, su expresión de seguridad se redujo en cuanto se quedo sola, su rostro estaba desencajado y me alegraba saber que no era tan lista como pretendía aparentar. Tenia deseos de entrar y enfrentarla yo misma, pero la curiosidad de saber que era lo que Matías habia sacado al detective del interrogatorio en ese momento tan preciso, me llevo ir a su encuentro.—Investigamos la dirección y el propietario del departamento en donde tenían a su hijo— abrió un folder que le entrego Matías. —Donna Owen, su nombre les parece conocido.Cualquier nombre era extraño para mí, estaba en blanco, Vicenzo negó con la cabeza de inmediato—Investiga todo lo que puedas de esa mujer —Matías asintió—Esta hecho señor, —sonrió pasmado por unos s