Capítulo cuatro
Por lo menos no me hicieron nada.
Me cambio rápido y acomodo mi uniforme un poco, el pantalón solo llega a tapar mi trasero si acaso y la camisa me queda muy pegada lo que hace que resalte todo mi cuerpo lleno de grasita.
Meto mi ropa a la mochila y salgo hacia el exterior con un poco de pena, Omar al sentir mi presencia alza la cabeza y sus ojos me escanean de arriba a abajo.
—No me mires, me da vergüenza —le tiro la mochila y él agarra antes de que se estrelle con su bonito rostro.
—Vamos que ya vas tarde—caminamos a la cancha y él sube las escaleras, voy hasta la que creo que es la profesora, toco su hombro y ella voltea para verme de pie a cabeza.
—¿Y tú quién eres? —gira a ver a los alumnos correr.
—Soy la nueva estudiante, Irina Warren —digo tímida.
—Con que eres la nueva, y ¿Por qué llegas tarde? —demanda.
Suspiro—Lo que pasa es que no encontraba el uniforme y cambiarme tampoco fue fácil —ella gira hacia mí con una ceja alzada.
—Eso no es excusa—habla fuertemente —tú debiste haber leído las reglas de esta institución y saber que a las clases no se puede llegar tarde, por incompetente vas a trotar cincuenta vueltas alrededor de la cancha. Ya, ya, ya, ya—Dios que señora tan jodida.
Salgo disparada escuchando como la doña esa me da ordenes una y otra vez hasta que ya no puedo más. Volteo en la dirección hacia donde esta y ya no la encuentro, de hecho no hay nadie.
Perfecto, y yo haciendo cosas por el gusto.
Veo a Omar quien tiene mi bolsa en su cabeza, camino hasta la grada y subo las escaleras con un tremendo dolor de pies.
—¡Hey! DESPIERTA —remuevo su hombro.
—¿Eh? ¿Qué? —sonrío y niego, al verme pone mala cara y me tirala mochila.
—Muy graciosa—se levanta y bajamos. Mira su reloj— deben haber salido hace quince minutos ¿Tanto te tardaste en darte cuenta que se habían largado? —me encojo de hombros desinteresada.
Entro a los vestidores después de él y efectivamente no hay nadie —Justo en el blanco, campeón —le giño y me señala la puerta a mi izquierda.
—Si no me equivoco ahí están las duchas, adentro tiene que haber cosas de aseo personal y toallas, si necesitas algo aquí estaré —se asienta en un banco de piedra y saca su móvil.
Ruedo mis ojos. Entro a las duchas y como él había dicho esta todo. Las toallas con su respectivo nombre y los jabones de otro lado, también hay cientos de cosas para la limpieza personal en una gran encimera con un gran espejo y al final.
Algo me dice que el lujo aquí es algo primordial para todas.
Niego rotundamente y me despojo de la ropa dejándola a en la encimera, entro a un cubículo y cierro la puerta casi transparente detrás de mí, abro el grifo y dejo que el agua corra por mi cuerpo flácido y tieso en este momento, me doy un relajante baño y salgo del lugar con la toalla atada en mi cuerpo, un estruendo resuena por todo el lugar y salgo rápidamente a ver, mis ojos viajan a Omar quien yace en el suelo con golpes por todos lados.
Corro hacia él —¿Qué te paso? —hace muecas de dolor—¿Dime qué m****a paso? Omar—a duras penas se levanta y deja mi mochila en la banca, observa la salida y sin él pedirmelo corro hasta ella revelandome al único culpable.
Irina lo que harás será por tu nuevo amigo, pero no te conviene.
—Pedazo de idiota ¿Por qué no vienes a pegarle a alguien de tu tamaño —genial, Irina. Genial.
Él es como dos veces más grande que tú y lo vas a retar.
Ojos azules voltea y su cara cambia, aprieta sus manos a los costados y por sus ojos pasa un breve destello rojo.
Oh Dios, en que me he metido.
Corro hacia adentro con él pisandome los talones, me escondo detrás del pobre Omar y a él no le toma ni un segundo estar en los vestidores mirándome con odio puro.
—Sal de aquí —habla—afuera, AHORA.
Omar me da una leve mirada por encima de su hombro —lo siento—susurra y camina fuera del vestidor.
¿Qué?
Pero...
No voy a dejarme intimidar por un niño inmaduro.
Alzo la mirada más y más mientras se acerca peligrosamente a mí—Repite lo que dijiste—habla entre dientes.
Sonrío —Es que lo tengo que hacer, porque aparte de idiota eres sordo—aprieta su mandíbula —Pedazo de idiota ¿Por qué no vienes a pegarle a alguien de tu tamaño? —lo observo de arriba a bajo y mi mirada se detiene en su tonificado abdomen sin camiseta.
¡Diablos!
¿Cómo no noté eso antes de gritarle?
Subo la mirada y encuentro una linda sonrisa de oreja a oreja —¿Tú me lo dices a mí? pequeña enana—alzo una ceja.
—Sí ¿y qué, me pegarás? porque si es así eres un tremendo hijo de fruta—alzo mis brazos tan alto como puedo para impactar mi mano en su bonito rostro, pero el nudo de la toalla se deshace haciendo que esta caiga al suelo.
M****a.
Capítulo cincoTengo miedo.Sus ojos están totalmente rojos, sus manos están en puños a sus costados, su respiración es rápida y su cuerpo está rígido.Me doy la vuelta y me agacho para recoger mi toalla, me enrollo a ella rápidamente, pero mi cuerpo es estrellado contra la pared.Sus brazos me alzan y mis piernas van directamente a su cintura, mis brazos descanzan en su cuello y sus manos van a mis nalgas.¿Qué estoy haciendo?Trato de separarme, pero su agarre se intensifica y me aprieta más contra la pared, siento como su tonificado cuerpo se apega a mí.Lleva su cabeza a mi cuello y aspira fuerte —Eres tan deliciosa, hermosa y apetecible que el verte con ese estúpido de un lado para otro y ver que lo defiendes me dan unos celos enormes—besa mi cuello y por mi espalda pasa una r&aac
Capítulo seis—Ya madre, ¿Por qué tanto alboroto? —escucho la voz del niño que me trajo aquí y trago grueso—Irina, bebé, tranquila—se coloca a mi lado y examina mi cuerpo de arriba a bajo.—Llamaré a Alonso—la señora que al parecer es madre de ojos bonitos se levanta y desaparece de mi campo de visión.Mis párpados empiezan a pesar y veo su rostro lleno de preocupación —siento que tenga que ser así, pero no debes conocer más nada de aquí —pega su nariz con la mía y da un suave beso en mis labios—luego de esto no recordarás nada —dice y cierro mis ojos dejandome llevar por la inmensa sensación de tranquilidad. ...Mi cabeza duele y mi cuerpo se siente todo machucado. Quito la sábana de mi cuerpo y me asiento en el borde de
Capítulo sieteEl corazón se me quiere salir del pecho.No grites, no lo hagas, yo no soy real, soy producto de tu imaginación. —¿Cómo es que yo puedo crear una silueta de un hombre sin rostro?Dímelo a mí que siempre me pregunto por qué jamás me has puesto cara. —Aún así, si no fueras real no podrías haberme tapado la boca, ¿cómo es que yo no grité?Tú misma te quedaste callada cuando te traté de poner mis manos en tu boquita, y si quieres trata de tocarme, verás que soy un espíritu producto de tu imaginación. Se coloca en frente mío y extiende sus brazos de par en par.Trata de tocarme y vas a
Capítulo ocho»—¿Y ahora qué te pasa? —Omar truena sus dedos al frente de mis ojos y tomo su brazo.—Ya recorde todo. No me acordaba de nada de ayer y ahora es que lo recuerdo todo —lo suelto y llego a mi casillero.—Espera, ¿y según tú como olvidaste todo?—abro mi casillero.—Me caí en las duchas—razco mi cabeza nerviosa y es cuando todo se vuelve un punto focal.Ojos azules aparece por la entrada junto con un chico alto de cabello castaño claro, sus aires de grandezas opacan al resto de personas que se ven como unas jodidas bolitas pegadas a los casilleros.Si ellos parecen bolitas, ¿entónces tú que eres? Sabes, me encanta que seas de ese tamaño. Su mirada se encuentra con la mía y aparto
Capítulo nueve¿Nunca les ha pasado que siempre, siempre, siempre se topan con el más bonito de su instituto y no saben que hacer?Pues yo estoy en una de esas situaciones.Ojos azules está de pie frente a mi con una sonrisa moja bragas de oreja a oreja, sus manos están acorralando mi tan grande, pero enano cuerpo contra la pared del salón de español.Y se preguntarán, ¿En el salón de español? ¿Qué tú no te habías ido de ese lugar?Bien, voy a retroceder.Flashback ¿Luna?¿De qué estarán hablando?Hago una mueca y sigo mi caminar cuando noto que mis pies no se mueven, tal vez lo que ellas piensen no debe importarme y más cuando hablan cosas de adultas.
Capítulo diez—¿Te asustó tanto así? —¿eh?—¿Qué si el Alp... Amir te asusto mucho? —niego.—No... Que va... Él, a mí... No—tomo grandes bocanadas de aire y toco mi acelerado corazón.—Entones por qué saliste caminando como si fueses a unas olimpíadas—sonríe —espero que te tranquilices y dejes el nerviosismo porqué ya llegamos—abro mis ojos y miro la gran cafetería.—¡Pero si solo caminamos algo y cruzamos la calle! ¿Y si el mastodonte decide volver y pedir venganza? —volteo con miedo para corroborar que el tal Amir no venga.—¿No era que no te había asustado? —ríe nuevamente y abre la puerta del local—mi dama—ruedo los ojos y entro al ambiente fresco—vamos a la mesa de
Capítulo onceEsos ojos azules toman un color intenso, sus brazos rígidos ahora están más sueltos y sus labios forman una bonita sonrisa —¿Qué has dicho?—da un paso hacia mí.Por ende retrocedo un poco y vuelvo a hablar —dije tu nombre, dije Amir Dhall—miro la punta de mis gladiadoras y rasco mis manos.Sus pasos se detienen a solo centímetros de los míos y alza su brazo para tomar mi barbilla—Con que has investigado y estado husmeando sobre mí—levanta mi mirada —es que no lo puedes negar, por más que trates de alejarte esa fuerza de atracción siempre te traerá de vuelta a mí.Ahora si no entiendo nada de lo que está diciendo.Quito su mano de mi mentón y corro a ver a Omar —¿estás bien?—lo observo directamente a los ojos
Capítulo doce—¿Bajas o te quedas? —desabrocho mi cinturón, tiro de la manigueta de la puerta y esta sube.¿En qué clase de auto me subió que ni siquiera me di cuenta?Salgo del puesto procurando que mi falda no deje ver nada y me alejo para ver el auto del pie grande.Él toma la puerta y la baja dejándome ver ese bonito auto negro que pasaba a un lado de la camioneta en la que iba esta mañana.Entonces era él.Muerdo mi labio y doy media vuelta, mis pies se detienen fijo en una sola dirección»—Vienes, Irina—ojos azules sonríe juguetón y tiende su mano.Toco la yema de sus dedos y mi piel se eriza, bajo la mirada y entrelazo mi mano con la suya, empieza a caminar en dirección a la enorme mansión que parece más un castillo que una casa para personas norma