Capítulo cinco
Tengo miedo.
Sus ojos están totalmente rojos, sus manos están en puños a sus costados, su respiración es rápida y su cuerpo está rígido.
Me doy la vuelta y me agacho para recoger mi toalla, me enrollo a ella rápidamente, pero mi cuerpo es estrellado contra la pared.
Sus brazos me alzan y mis piernas van directamente a su cintura, mis brazos descanzan en su cuello y sus manos van a mis nalgas.
¿Qué estoy haciendo?
Trato de separarme, pero su agarre se intensifica y me aprieta más contra la pared, siento como su tonificado cuerpo se apega a mí.
Lleva su cabeza a mi cuello y aspira fuerte —Eres tan deliciosa, hermosa y apetecible que el verte con ese estúpido de un lado para otro y ver que lo defiendes me dan unos celos enormes—besa mi cuello y por mi espalda pasa una r&aac
Capítulo seis—Ya madre, ¿Por qué tanto alboroto? —escucho la voz del niño que me trajo aquí y trago grueso—Irina, bebé, tranquila—se coloca a mi lado y examina mi cuerpo de arriba a bajo.—Llamaré a Alonso—la señora que al parecer es madre de ojos bonitos se levanta y desaparece de mi campo de visión.Mis párpados empiezan a pesar y veo su rostro lleno de preocupación —siento que tenga que ser así, pero no debes conocer más nada de aquí —pega su nariz con la mía y da un suave beso en mis labios—luego de esto no recordarás nada —dice y cierro mis ojos dejandome llevar por la inmensa sensación de tranquilidad. ...Mi cabeza duele y mi cuerpo se siente todo machucado. Quito la sábana de mi cuerpo y me asiento en el borde de
Capítulo sieteEl corazón se me quiere salir del pecho.No grites, no lo hagas, yo no soy real, soy producto de tu imaginación. —¿Cómo es que yo puedo crear una silueta de un hombre sin rostro?Dímelo a mí que siempre me pregunto por qué jamás me has puesto cara. —Aún así, si no fueras real no podrías haberme tapado la boca, ¿cómo es que yo no grité?Tú misma te quedaste callada cuando te traté de poner mis manos en tu boquita, y si quieres trata de tocarme, verás que soy un espíritu producto de tu imaginación. Se coloca en frente mío y extiende sus brazos de par en par.Trata de tocarme y vas a
Capítulo ocho»—¿Y ahora qué te pasa? —Omar truena sus dedos al frente de mis ojos y tomo su brazo.—Ya recorde todo. No me acordaba de nada de ayer y ahora es que lo recuerdo todo —lo suelto y llego a mi casillero.—Espera, ¿y según tú como olvidaste todo?—abro mi casillero.—Me caí en las duchas—razco mi cabeza nerviosa y es cuando todo se vuelve un punto focal.Ojos azules aparece por la entrada junto con un chico alto de cabello castaño claro, sus aires de grandezas opacan al resto de personas que se ven como unas jodidas bolitas pegadas a los casilleros.Si ellos parecen bolitas, ¿entónces tú que eres? Sabes, me encanta que seas de ese tamaño. Su mirada se encuentra con la mía y aparto
Capítulo nueve¿Nunca les ha pasado que siempre, siempre, siempre se topan con el más bonito de su instituto y no saben que hacer?Pues yo estoy en una de esas situaciones.Ojos azules está de pie frente a mi con una sonrisa moja bragas de oreja a oreja, sus manos están acorralando mi tan grande, pero enano cuerpo contra la pared del salón de español.Y se preguntarán, ¿En el salón de español? ¿Qué tú no te habías ido de ese lugar?Bien, voy a retroceder.Flashback ¿Luna?¿De qué estarán hablando?Hago una mueca y sigo mi caminar cuando noto que mis pies no se mueven, tal vez lo que ellas piensen no debe importarme y más cuando hablan cosas de adultas.
Capítulo diez—¿Te asustó tanto así? —¿eh?—¿Qué si el Alp... Amir te asusto mucho? —niego.—No... Que va... Él, a mí... No—tomo grandes bocanadas de aire y toco mi acelerado corazón.—Entones por qué saliste caminando como si fueses a unas olimpíadas—sonríe —espero que te tranquilices y dejes el nerviosismo porqué ya llegamos—abro mis ojos y miro la gran cafetería.—¡Pero si solo caminamos algo y cruzamos la calle! ¿Y si el mastodonte decide volver y pedir venganza? —volteo con miedo para corroborar que el tal Amir no venga.—¿No era que no te había asustado? —ríe nuevamente y abre la puerta del local—mi dama—ruedo los ojos y entro al ambiente fresco—vamos a la mesa de
Capítulo onceEsos ojos azules toman un color intenso, sus brazos rígidos ahora están más sueltos y sus labios forman una bonita sonrisa —¿Qué has dicho?—da un paso hacia mí.Por ende retrocedo un poco y vuelvo a hablar —dije tu nombre, dije Amir Dhall—miro la punta de mis gladiadoras y rasco mis manos.Sus pasos se detienen a solo centímetros de los míos y alza su brazo para tomar mi barbilla—Con que has investigado y estado husmeando sobre mí—levanta mi mirada —es que no lo puedes negar, por más que trates de alejarte esa fuerza de atracción siempre te traerá de vuelta a mí.Ahora si no entiendo nada de lo que está diciendo.Quito su mano de mi mentón y corro a ver a Omar —¿estás bien?—lo observo directamente a los ojos
Capítulo doce—¿Bajas o te quedas? —desabrocho mi cinturón, tiro de la manigueta de la puerta y esta sube.¿En qué clase de auto me subió que ni siquiera me di cuenta?Salgo del puesto procurando que mi falda no deje ver nada y me alejo para ver el auto del pie grande.Él toma la puerta y la baja dejándome ver ese bonito auto negro que pasaba a un lado de la camioneta en la que iba esta mañana.Entonces era él.Muerdo mi labio y doy media vuelta, mis pies se detienen fijo en una sola dirección»—Vienes, Irina—ojos azules sonríe juguetón y tiende su mano.Toco la yema de sus dedos y mi piel se eriza, bajo la mirada y entrelazo mi mano con la suya, empieza a caminar en dirección a la enorme mansión que parece más un castillo que una casa para personas norma
Capítulo treceEstoy en el auto de ojos azules nuevamente, pero la diferencia es que ahora hay un silencio claramente incómodo, y más cuando aún sigo pensando en lo que me dijo su madre hace minutos.Bésalo. Esas palabras no salen de mi mente y se repiten una y otra vez en mi cerebro.¿Lo hago o no lo hago?El navegador automático le indica que de la vuelta y solo faltarían dos calles para llegar a mi hogar.Dulce hogar.—¿En qué piensas tanto?—frena de repente y mueve el carro hasta a un lado de la carretera algo vacía —¿Y bien? —apaga el motor y gira hacia mí—¿En qué piensas tanto?Aprieto mi falda y muerdo mis mejillas por dentro.¿Por qué rayos estoy nerviosa?