Capítulo tres
Toda mi vida me ha gustado la filosofía.
Hasta ahora.
La profesora no lleva ni quince minutos en haber entrado al salón y ya la estoy odiando con todo mi ser.
Me ha criticado de pies a cabeza desde que surgió por la puerta hasta ahora que me tiene a su lado enseñando como mis piernas grandes y gruesas no van con la falda y mi camisa es muy escotada porque se ven un poco mi busto que de por si es algo voluminoso y como los zapatos no convinan con mi atuedo porque son crema.
¿Quién dijo que el crema no le va a todo?
Dejo salir un gran suspiro y me jorobo —Ven lo mal que está vestida y fuera de eso no tiene una posición recta—me enderezó y ruedo mis ojos. Mi mirada va al chico sentado en frente mío y alzo una ceja curiosa.
Ojos azules me observa divertido, sus ojos se encuentran con los míos y esa expresión de diversión es reemplazada por una de odio y repulsión.
¿Por qué los cambios de animo tan repentinamente?
—Y para acabar esta sorda—todos sonríen —Ve a sentarte gorda, ya estás lo suficiente humillada como para tener que lidiar más conmigo—¿qué? ¿Cómo me acabo de llamar?
¿No se supone que un profesor debe dar el ejemplo?
El profesor de química Aldo Cogley lo dio, ¿Por qué ella no?
Trago grueso y bajo mi cabeza. No llores, no llores y como si mi mente mandara ordenes distinta a mis ojos dejo caer una lágrima.
Paso al último puesto y coloco mi trasero en la silla finalmente. Surro mis ojos con las muñecas para quitar algún indicio de haber derramado una lágrima y saco mis cosas.
Profesora Delfina González, soy su Alpha y la próxima vez que insulte a mi mate usted será expulsada de la manada.
Pero que m****a.
Ya he escuchando esa voz antes y fue con Omar, ¿también está aquí?
Me estoy volviendo loca definitivamente.
Miro a la profesora quien traga grueso y asiente para proseguir a copiar en el tablero.
Junto mis cejas, ¿acaso tengo amigos imaginarios?
¿Tengo esquizofrenia?
Trendre una charla muy a mena con mis padres ahora que llegue a casa.
—Bien chicos, su primer trabajo será conocerse entre ustedes y que mejor manera que hacer una dinámica de presentación — inmediatamente todo el mundo protesta—si no quieren eso haremos la dinámica de decir algo con la letra final de la palabra que diga su compañero, levantense—hago caso a las palabras de la maestra —empezaremos por la fila a mi mano izquierda y terminaremos con la derecha, el juego comienza ya—y el niño de al frente dice una palabra y luego el otro y la otra hasta la niña al frente mío.
—Manada—ahora los ojos estan puestos en mí.
—Alpha—voltean a verme y reconozco cada par sobre mí cuerpo.
Esto es incómodo.
Hago un gesto para que continúen y las cosas siguen hasta la fila del chico odioso—Lamborghini —una chica al frente de él lo mira picara y este voltea a mi dirección.
—Irina—¿Qué? ¿Cómo ojos azules sabe mi nombre?
Sabes, no solo tú te llamas Irina.
Eso debe ser.
Es alguien que él conoce, pero no soy yo.
La dinámica termina entre risas y la profesora se retira, los demás salen del aula a pasos veloz para buscar su siguiente clase y yo saco la hoja donde están las clases que debo dar.
Historia.
Alzo mi mirada para encontrarme esos ojos nuevamente, bajo la mirada y los ojos de su novia también se posan en mí.
Oh no, estoy molestando con mi presencia.
Tiro mis cosas como sea a la mochila y salgo de ahí con la cabeza baja, pero no sin antes sentir ese rico aroma lilas y manzanilla.
Cruzo la puerta y me estrello con un pecho tonificado—Auch, lo siento—sin mirar a la persona me hago a un lado para caminar, pero me veo afectada gracias a una mano sujetando fuertemente mi antebrazo.
Volteo a ver quien es semejante bruto y me encuentro con el niño que me dejó a mitad de himno sola. Alzo una ceja—¿Acaso no quieres que seamos amigos? —sonríe.
Tiro de mi brazo—¿Lo dice la persona que primero me habla y luego se va?
—Eso fue... Eso fue... —muerde su labio —fue porque necesitaba ir al baño, si eso —desvía su mirada.
Achico mis ojos—esa no es la verdad, pero te creeré porque me tengo que ir al aula de historia —giro e inmediatamente observo como todas las personas caminan de un lado a otro super rápido.
Esto es un campo minado para alguien como yo.
—¿No quieres que te ayude? —suspiro y volteo hacia él.
Juro que si mi cara fuera emoji en estos momentos fuera el sonriente con la gotita en la cabeza.
Omar toma mi brazo y me guía con toda naturalidad, las personas en mi campo de visión nos miran como unos bichos raros y así paso el día.
Yo entraba a clases y cuando salia Omar estaba en la puerta esperándome, también choque dos veces con ojos azules, la primera fue en la cafetería, misteriosamente yo voltee y él estaba detrás mío y choque derramando mi jugo en su camisa blanca y la segunda fue en los pasillos cuando Omar me lleveba a mi tercera clase, solo me tire a un lado me estrelle con él.
En ninguna de las dos fue mi intensión,
pero es que lo veo en todos lados mirándome como si fuese un enorme moco y con desagrado total.Sé que no soy del agrado a muchas personas por mi sobrepeso pero él, él me mira como si fuera una basura y no sé porque duele.
Salgo de mi penúltima clase con sueño, el profesor de física, Luis Peñaloza, habla tan calmado y bajo que su clase parece una narración para dormir.
—¿Y qué tienes ahora? —tiro de mi mochila hacia adelante y saco el folder con el horario.
EDC. Física.
—La clase que odio con todo mi corazón—guardo el folder y doy un largo suspiro—me toca educación física, compañero—tiro de las maniguetas de mi bolsa.
—Vale, vayamos a tu casillero porque hay está el uniforme que usarás, y te aseguro que si ya no te gusta hacer deportes menos te va a gustar el uniforme —se adelanta a caminar y lo sigo.
—¿Por qué dices eso? —llego a su lado y sin decir ni una sola palabra llegamos a mi casillero, lo abro y volteo a verlo.
—Al fondo de la primera sección —meto mi mano y saco un empaque, me da señas para que lo abra y mis manos rompen la envoltura revelando el corto pantalón y un sueter que al parecer me quedará super pegado al cuerpo.
No.
ME REUSO A USAR ESTA BASURA.
Tendrás que usarlo y como disfrutaré de la vista.
¿Eh?
—¿Tú dijiste eso?— alzo la mirada encontrándome con las pepas azules pasando detrás de Omar, da una pequeña sonrisa ladina y desaparece de nuestras vistas.
—Yo no sé que es lo que hayas escuchado, pero te aseguro que no moví ni un segundo la boca—hace un zipper con sus dedos en su boca —ahora vamos que llegas tarde—tira de mi brazo—hoy sudaras como las grandes, además a las nuevas siempre le hacen maldad, asi que será mejor que me des tus cosas para que yo las guarde, estaré en las gradas y cuando se termine tu hora y vayas a los vestidores espera a que todas se retiren, luego sales para avisarme que pueda entrar a darte tus cosas. Yo estaré adentro contigo—abro mis ojos tanto como puedo — tranquila no te haré nada, solo lo haré para asegurarte—llegamos a los vestidores de mujeres y me da un empujón —ve y cámbiate —trago grueso, me encamino por el pasillo y llego a un cuarto enorme donde hay más de veinte chicas hablando y riendo, cuando me ven entrar se callan y me miran con lastima.
Una pelirroja se acerca y toca mi hombro—¿Eres la nueva cierto? —asiento—pues te deseo suerte con la profesora Carmona —todas ríen y salen detrás de ella.
Bien, eso no era lo que me esperaba.
Capítulo cuatroPor lo menos no me hicieron nada.Me cambio rápido y acomodo mi uniforme un poco, el pantalón solo llega a tapar mi trasero si acaso y la camisa me queda muy pegada lo que hace que resalte todo mi cuerpo lleno de grasita.Meto mi ropa a la mochila y salgo hacia el exterior con un poco de pena, Omar al sentir mi presencia alza la cabeza y sus ojos me escanean de arriba a abajo.—No me mires, me da vergüenza —le tiro la mochila y él agarra antes de que se estrelle con su bonito rostro.—Vamos que ya vas tarde—caminamos a la cancha y él sube las escaleras, voy hasta la que creo que es la profesora, toco su hombro y ella voltea para verme de pie a cabeza.—¿Y tú quién eres? —gira a ver a los alumnos correr.—Soy la nueva estudiante, Irina Warren —digo tímida.&
Capítulo cincoTengo miedo.Sus ojos están totalmente rojos, sus manos están en puños a sus costados, su respiración es rápida y su cuerpo está rígido.Me doy la vuelta y me agacho para recoger mi toalla, me enrollo a ella rápidamente, pero mi cuerpo es estrellado contra la pared.Sus brazos me alzan y mis piernas van directamente a su cintura, mis brazos descanzan en su cuello y sus manos van a mis nalgas.¿Qué estoy haciendo?Trato de separarme, pero su agarre se intensifica y me aprieta más contra la pared, siento como su tonificado cuerpo se apega a mí.Lleva su cabeza a mi cuello y aspira fuerte —Eres tan deliciosa, hermosa y apetecible que el verte con ese estúpido de un lado para otro y ver que lo defiendes me dan unos celos enormes—besa mi cuello y por mi espalda pasa una r&aac
Capítulo seis—Ya madre, ¿Por qué tanto alboroto? —escucho la voz del niño que me trajo aquí y trago grueso—Irina, bebé, tranquila—se coloca a mi lado y examina mi cuerpo de arriba a bajo.—Llamaré a Alonso—la señora que al parecer es madre de ojos bonitos se levanta y desaparece de mi campo de visión.Mis párpados empiezan a pesar y veo su rostro lleno de preocupación —siento que tenga que ser así, pero no debes conocer más nada de aquí —pega su nariz con la mía y da un suave beso en mis labios—luego de esto no recordarás nada —dice y cierro mis ojos dejandome llevar por la inmensa sensación de tranquilidad. ...Mi cabeza duele y mi cuerpo se siente todo machucado. Quito la sábana de mi cuerpo y me asiento en el borde de
Capítulo sieteEl corazón se me quiere salir del pecho.No grites, no lo hagas, yo no soy real, soy producto de tu imaginación. —¿Cómo es que yo puedo crear una silueta de un hombre sin rostro?Dímelo a mí que siempre me pregunto por qué jamás me has puesto cara. —Aún así, si no fueras real no podrías haberme tapado la boca, ¿cómo es que yo no grité?Tú misma te quedaste callada cuando te traté de poner mis manos en tu boquita, y si quieres trata de tocarme, verás que soy un espíritu producto de tu imaginación. Se coloca en frente mío y extiende sus brazos de par en par.Trata de tocarme y vas a
Capítulo ocho»—¿Y ahora qué te pasa? —Omar truena sus dedos al frente de mis ojos y tomo su brazo.—Ya recorde todo. No me acordaba de nada de ayer y ahora es que lo recuerdo todo —lo suelto y llego a mi casillero.—Espera, ¿y según tú como olvidaste todo?—abro mi casillero.—Me caí en las duchas—razco mi cabeza nerviosa y es cuando todo se vuelve un punto focal.Ojos azules aparece por la entrada junto con un chico alto de cabello castaño claro, sus aires de grandezas opacan al resto de personas que se ven como unas jodidas bolitas pegadas a los casilleros.Si ellos parecen bolitas, ¿entónces tú que eres? Sabes, me encanta que seas de ese tamaño. Su mirada se encuentra con la mía y aparto
Capítulo nueve¿Nunca les ha pasado que siempre, siempre, siempre se topan con el más bonito de su instituto y no saben que hacer?Pues yo estoy en una de esas situaciones.Ojos azules está de pie frente a mi con una sonrisa moja bragas de oreja a oreja, sus manos están acorralando mi tan grande, pero enano cuerpo contra la pared del salón de español.Y se preguntarán, ¿En el salón de español? ¿Qué tú no te habías ido de ese lugar?Bien, voy a retroceder.Flashback ¿Luna?¿De qué estarán hablando?Hago una mueca y sigo mi caminar cuando noto que mis pies no se mueven, tal vez lo que ellas piensen no debe importarme y más cuando hablan cosas de adultas.
Capítulo diez—¿Te asustó tanto así? —¿eh?—¿Qué si el Alp... Amir te asusto mucho? —niego.—No... Que va... Él, a mí... No—tomo grandes bocanadas de aire y toco mi acelerado corazón.—Entones por qué saliste caminando como si fueses a unas olimpíadas—sonríe —espero que te tranquilices y dejes el nerviosismo porqué ya llegamos—abro mis ojos y miro la gran cafetería.—¡Pero si solo caminamos algo y cruzamos la calle! ¿Y si el mastodonte decide volver y pedir venganza? —volteo con miedo para corroborar que el tal Amir no venga.—¿No era que no te había asustado? —ríe nuevamente y abre la puerta del local—mi dama—ruedo los ojos y entro al ambiente fresco—vamos a la mesa de
Capítulo onceEsos ojos azules toman un color intenso, sus brazos rígidos ahora están más sueltos y sus labios forman una bonita sonrisa —¿Qué has dicho?—da un paso hacia mí.Por ende retrocedo un poco y vuelvo a hablar —dije tu nombre, dije Amir Dhall—miro la punta de mis gladiadoras y rasco mis manos.Sus pasos se detienen a solo centímetros de los míos y alza su brazo para tomar mi barbilla—Con que has investigado y estado husmeando sobre mí—levanta mi mirada —es que no lo puedes negar, por más que trates de alejarte esa fuerza de atracción siempre te traerá de vuelta a mí.Ahora si no entiendo nada de lo que está diciendo.Quito su mano de mi mentón y corro a ver a Omar —¿estás bien?—lo observo directamente a los ojos