Capítulo dos
Un carraspeo me saca de el transe en el que estoy y giro hacia el tal Omar—Vaya, parece que tu también caíste en sus encantos —rasca su nariz y toma mi mano —Pero no es hora de quedarse estáticos, tenemos que ir a cantar el himno en el gimnasio y ya vamos tarde, asi que, apura esas cortas piernas —jala de mi brazo y corremos por pasillos que no conozco hasta llegar a unas enormes puertas negras, al final de estas y entrando al dichoso gimnasio se puede ver la multitud en las gradas.
Las voces se hacen más y más fuertes cada vez que damos un paso tras otro hasta quedar en el inicio de un umbral que da paso a unas escalerillas. Sin decir más Omar me empuja escaleras arriba y las personas que están en los bordes solo me observan de arriba a abajo con aires de grandeza.
Aquí todo el mundo se cree Dios.
Me detengo en una fila totalmente vacía en la mitad de las escaleras y bajo mi bolsa para ponerla en el suelo, veo a Omar vacilar y junto mis cejas—¿Qué pasa? Aquí me sentaré y punto.
Traga grueso—Hay no podemos, es la fila exclusiva para los populares, igual que la que está vacía del otro lado de las gradas—recojo mi mochila y lo sigo hasta estar dos filas abajo—Hay que pasar por aquí hasta el centro que es donde yo me asiento—veo la cantidad de personas hablando animadamente y sin cuidado alguno.
Personas que molestaré en un momento.
Abro mi boca —Permiso por favor y diculpen—las chicas al principio dejan de hablar y juntan sus cejas expectantes, pero luego se hacen a un lado y me dejan pasar al igual que Omar.
Después de tropezones y pisotones por fin estoy en el centro, bajo mi bolsa y me asiento. Suspiro con alegría, llegué sin ser más o menos notada, o al menos por unos, pero Omar, él si que me noto.
Acomodo mi corta falda y miro todo el lugar. Un gimnasio totalmente impecable y perfecto, el de mi antigua escuela no era tan, tan, glorioso.
—Y bien, ¿tomarás mi mano? —giro para encontrarme con su brazo extendido.
Él no se rendirá.
Extiendo mi mano y estrecho la suya con la suya —Irina Warren.
Sonríe—Omar Gettiov—suelto su maña y giro para escuchar el inicio del acto solemne.
En mi antiguo instituto se cantaba en los salones.
¿Por qué aquí no?
Por todo el lugar se escucha una resonante voz—Buenos días queridos estudiantes, hoy hace un expectacular sol matutino para dar inicio a las clases de este año—todos comienzan a aplaudir—les deseo una feliz mañana de ingreso y arriba esas notas que el año pasa volando—sonríe y se asienta en primera fila.
—Palabras dirigidas por el director, Fernando Vázquez.
Las cosas a mi al rededor se vuelven distantes y junto mis cejas.
¿Qué me está pasando?
Los sonidos son prácticamente inaudibles aún que mi cuerpo pueda responder. Trato de concentrarme en el acto, pero es imposible.
Es como si alguien me este vigilando.
Cuidadosamente escaneo fila por fila a los estudiantes de las gradas de en frente hasta toparme con su mirada, mi cuerpo se eriza por completo y él sonríe de lado, vuelve a su características frías mientras que su mirada no se despega de la mía ni un solo segundo.
Ay dios, ayúdame. Me está dando miedo.
Sus ojos escanean mi cuerpo como si de una presa se tratase y remoja sus labios, acto seguido los muerde y baja su vista para luego prestarle atención a la morocha que le está tomando la mano.
Está bien. Me creeré que eso no fue conmigo, puede que él estuviera observando a otra chica.
Sí, eso debe ser.
—Eso fue intenso —las niñas arriba mío susurran entre si.
Sonrío. ¿Cómo pude creer que eso era para mí?
Es obvio que era para una de esas niñas bonitas con piernas largas.
—No te distraigas, levanta la mano—Omar tira de mí y me estrello de lleno con él, sube la mitad de mi brazo y juega con mis dedos. Le doy una fugaz mirada y desvío mi rostro al piso.
Irina Warren, te prohibo que lo mires otra vez, él es un niño mimado, se puede ver en su caminar, ojos y aspecto. No lo mires, simplemente ignora esos ojos azules arrogantes.
»—Baja la mano—Omar suspira intranquilo y toma mi brazo para bajarlo.
—Oye tranquilo, yo no te pedí estar aquí, ni mucho menos que me trajeras contigo —junto mis cejas.
¿Ahora a este qué le pasa?
Tomo mi mochila y él entrelaza nuestras manos—No te vayas, perdón, lo siento—ruedo los ojos.
—No sé para que me quieres contigo, soy una persona rara y además no sé que tipo de espectáculo fue ese que hiciste en el pasillo, pero espero que luego de esto te dejes de burlar de mí y me dejes en paz.
¡M*****a sea! Suelta su mano si no quieres que cuando salga de aquí te la arranque por estar tocándola.
Volteo para buscar al dueño de la voz y no encuentro a ningún hombre cerca, giro a ver a Omar quien tiene la vista fija en la otras gradas y sigo su mirada hasta toparme con esos ojos azules.
Su mirada es de odio y su boca hace una mueca de asco, aprieta su mandibula y sus brazos parecen estar rígidos, hasta apostaría que ha crecido más.
Y sin más ya no siento la mano de Omar tocar la mía.
Muy bien, omega. Ahora, te alejas de ella porque es mía.
¿Que?
...
Capítulo tresToda mi vida me ha gustado la filosofía.Hasta ahora.La profesora no lleva ni quince minutos en haber entrado al salón y ya la estoy odiando con todo mi ser.Me ha criticado de pies a cabeza desde que surgió por la puerta hasta ahora que me tiene a su lado enseñando como mis piernas grandes y gruesas no van con la falda y mi camisa es muy escotada porque se ven un poco mi busto que de por si es algo voluminoso y como los zapatos no convinan con mi atuedo porque son crema.¿Quién dijo que el crema no le va a todo?Dejo salir un gran suspiro y me jorobo —Ven lo mal que está vestida y fuera de eso no tiene una posición recta—me enderezó y ruedo mis ojos. Mi mirada va al chico sentado en frente mío y alzo una ceja curiosa.Ojos azules me observa divertido, sus o
Capítulo cuatroPor lo menos no me hicieron nada.Me cambio rápido y acomodo mi uniforme un poco, el pantalón solo llega a tapar mi trasero si acaso y la camisa me queda muy pegada lo que hace que resalte todo mi cuerpo lleno de grasita.Meto mi ropa a la mochila y salgo hacia el exterior con un poco de pena, Omar al sentir mi presencia alza la cabeza y sus ojos me escanean de arriba a abajo.—No me mires, me da vergüenza —le tiro la mochila y él agarra antes de que se estrelle con su bonito rostro.—Vamos que ya vas tarde—caminamos a la cancha y él sube las escaleras, voy hasta la que creo que es la profesora, toco su hombro y ella voltea para verme de pie a cabeza.—¿Y tú quién eres? —gira a ver a los alumnos correr.—Soy la nueva estudiante, Irina Warren —digo tímida.&
Capítulo cincoTengo miedo.Sus ojos están totalmente rojos, sus manos están en puños a sus costados, su respiración es rápida y su cuerpo está rígido.Me doy la vuelta y me agacho para recoger mi toalla, me enrollo a ella rápidamente, pero mi cuerpo es estrellado contra la pared.Sus brazos me alzan y mis piernas van directamente a su cintura, mis brazos descanzan en su cuello y sus manos van a mis nalgas.¿Qué estoy haciendo?Trato de separarme, pero su agarre se intensifica y me aprieta más contra la pared, siento como su tonificado cuerpo se apega a mí.Lleva su cabeza a mi cuello y aspira fuerte —Eres tan deliciosa, hermosa y apetecible que el verte con ese estúpido de un lado para otro y ver que lo defiendes me dan unos celos enormes—besa mi cuello y por mi espalda pasa una r&aac
Capítulo seis—Ya madre, ¿Por qué tanto alboroto? —escucho la voz del niño que me trajo aquí y trago grueso—Irina, bebé, tranquila—se coloca a mi lado y examina mi cuerpo de arriba a bajo.—Llamaré a Alonso—la señora que al parecer es madre de ojos bonitos se levanta y desaparece de mi campo de visión.Mis párpados empiezan a pesar y veo su rostro lleno de preocupación —siento que tenga que ser así, pero no debes conocer más nada de aquí —pega su nariz con la mía y da un suave beso en mis labios—luego de esto no recordarás nada —dice y cierro mis ojos dejandome llevar por la inmensa sensación de tranquilidad. ...Mi cabeza duele y mi cuerpo se siente todo machucado. Quito la sábana de mi cuerpo y me asiento en el borde de
Capítulo sieteEl corazón se me quiere salir del pecho.No grites, no lo hagas, yo no soy real, soy producto de tu imaginación. —¿Cómo es que yo puedo crear una silueta de un hombre sin rostro?Dímelo a mí que siempre me pregunto por qué jamás me has puesto cara. —Aún así, si no fueras real no podrías haberme tapado la boca, ¿cómo es que yo no grité?Tú misma te quedaste callada cuando te traté de poner mis manos en tu boquita, y si quieres trata de tocarme, verás que soy un espíritu producto de tu imaginación. Se coloca en frente mío y extiende sus brazos de par en par.Trata de tocarme y vas a
Capítulo ocho»—¿Y ahora qué te pasa? —Omar truena sus dedos al frente de mis ojos y tomo su brazo.—Ya recorde todo. No me acordaba de nada de ayer y ahora es que lo recuerdo todo —lo suelto y llego a mi casillero.—Espera, ¿y según tú como olvidaste todo?—abro mi casillero.—Me caí en las duchas—razco mi cabeza nerviosa y es cuando todo se vuelve un punto focal.Ojos azules aparece por la entrada junto con un chico alto de cabello castaño claro, sus aires de grandezas opacan al resto de personas que se ven como unas jodidas bolitas pegadas a los casilleros.Si ellos parecen bolitas, ¿entónces tú que eres? Sabes, me encanta que seas de ese tamaño. Su mirada se encuentra con la mía y aparto
Capítulo nueve¿Nunca les ha pasado que siempre, siempre, siempre se topan con el más bonito de su instituto y no saben que hacer?Pues yo estoy en una de esas situaciones.Ojos azules está de pie frente a mi con una sonrisa moja bragas de oreja a oreja, sus manos están acorralando mi tan grande, pero enano cuerpo contra la pared del salón de español.Y se preguntarán, ¿En el salón de español? ¿Qué tú no te habías ido de ese lugar?Bien, voy a retroceder.Flashback ¿Luna?¿De qué estarán hablando?Hago una mueca y sigo mi caminar cuando noto que mis pies no se mueven, tal vez lo que ellas piensen no debe importarme y más cuando hablan cosas de adultas.
Capítulo diez—¿Te asustó tanto así? —¿eh?—¿Qué si el Alp... Amir te asusto mucho? —niego.—No... Que va... Él, a mí... No—tomo grandes bocanadas de aire y toco mi acelerado corazón.—Entones por qué saliste caminando como si fueses a unas olimpíadas—sonríe —espero que te tranquilices y dejes el nerviosismo porqué ya llegamos—abro mis ojos y miro la gran cafetería.—¡Pero si solo caminamos algo y cruzamos la calle! ¿Y si el mastodonte decide volver y pedir venganza? —volteo con miedo para corroborar que el tal Amir no venga.—¿No era que no te había asustado? —ríe nuevamente y abre la puerta del local—mi dama—ruedo los ojos y entro al ambiente fresco—vamos a la mesa de