Dentro de la sala urgencias Isabella, se tomaba con fuerza del barandal de su camilla, para resistir la contracción que le estaba llegando, el médico ya la había revisado, tenía una dilatación de 6 cm, el bebé iba bajando rápido, pero le estaba doliendo peor que si la estuvieran torturando

Los gritos de la embarazada se escuchaban a la distancia, pronto Valentino, entró cubierto de ropa esterilizada a acompañar a su amada Isabella en el parto de su bebé

El nervioso empresario le tomó la mano, dejando en ella un suave beso, no tenía la más mínima idea de todo lo que sufría una mujer para dar a luz

— Cariño, estoy aquí, vamos a hacer esto juntos

— ¿Qué tan juntos? ¿vas a compartir los dolores de parto conmigo, por qué si es solo para echarme porras que viniste, no me sirve de mucho

¡Aaayy! ¡cómo me duele, doctor póngame algo para que se me quite este dolor, ya no aguanto! pidió Isabella, gritando

Cómo ya estaba muy dilatada y el bebé ya estaba por nacer, le pusieron una epidural que a