ThéoMientras veo a Evadne irse y cerrar la puerta tras de sí, una furia desmedida se apodera de mi ser. Juro que soy capaz de matar a esta tonta concubina si no tiene una buena explicación sobre su aparición repentina en la habitación real. Por su culpa, Evadne vuelve a pensar las cosas de manera equivocada y he perdido la oportunidad de tenerla entre mis brazos otra vez para comprobar mi teoría.Giro sobre mis talones para encarar a Faelan, pero ella ya se encuentra de pie y está cubriéndose el cuerpo con una capa más gruesa.—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo en mi dormitorio? —Mi señor, usted me pidió que fuese los ojos y oídos en este lugar, y he venido a traerle información sobre lo que escuché.Aprieto las manos en puños. Sí, es verdad que yo le dije eso, pero no esperaba que se lo tomase tan literal. —Más te vale que la información sea buena, de otro modo no toleraré que vuelvas a cometer un atrevimiento como este. ¿Qué necesidad tenías de decir todo eso frente a
EvadneTengo que ser fuerte, no debo llorar. Mientras Théo se ve obligado a la visita con Ravenna y su padre, yo no puedo hacer más que mirar desde la distancia como cuando era una pequeña niña que se escondía detrás de los muros, anhelando el amor de su hermana mayor.Un par de lágrimas recorren mis mejillas sin que lo pueda evitar. Ante Théo trato de ser dura e indiferente, pero por dentro estoy destrozada y derrumbada. ¿De verdad él cree que quiero cederle mi puesto a alguien más? Viviría mil años de indiferencia a su lado si no fuera por esta maldita enfermedad.Tengo que correr lejos del jardín cuando un nuevo ataque de tos amenaza con que sea escuchada. Consigo entrar a un baño del palacio para poder expulsar un nuevo coágulo de sangre directo de mis pulmones. Como un recordatorio, una punzada fuerte en mi vientre me recuerda que debo seguir manteniéndome fuerte, no puedo morir hasta dar a luz a mi cachorro.—Lo sé, lo sé —susurro—, entenderás mis acciones cuando seas grande.
ThéoDos días han pasado desde la visita de Ravenna y su padre. Dos días en los que no he visto a Evadne si no solamente en las ocasiones sociales del reino en el que ambos debemos estar juntos. Sin embargo, ella se ha limitado a hablarme solo lo estrictamente necesario, y siempre evita quedarse a solas conmigo.Ni siquiera me di cuenta de en qué momento surgió un muro entre los dos. ¿Cómo demonios fue que pasamos de que ella me suplicase amor a esta fachada de indiferencia en la que parece no importarle nada más? Ahora me doy cuenta de que he sido un idiota. Siempre la he tenido a mi lado y pensé que eso sería así hasta que yo lo quisiera; pero que imbécil fui… ¿Por qué no me di cuenta antes? Yo no quiero apartarla de mi lado, pero todo lo que sembré en estos últimos años ha sido desprecio y malos tratos hacia ella. Ahora estoy cosechando las consecuencias de mis acciones.Siempre la veo custodiada por su doncella, Thalia es un problema porque no me permite acercarme a ella, pero es
EvadneEsto tiene que ser una mala broma del destino. Mi corazón revolotea como un tonto enamorado dentro de mi pecho al escuchar las palabras de Théo. Por fin, lo que tanto había soñado se hace realidad, pero ahora… la vida misma me impide aceptar su propuesta. No puedo estar a su lado sabiendo que me quedan los meses contados, mucho menos actuar como la esposa que siempre debí ser.No sé qué bicho le picó, ni por qué ahora repentinamente quiere intentar tener una relación real conmigo, pero sea como sea, tengo que hacer que desista de esa idea. Tengo que admitir que me rompe el corazón tener que rechazarlo, y mucho más ver sus ojos sorprendidos y desconcertados al no entender el motivo de mi firme negativa, pero sé que, si le digo la verdad, será mucho peor.—No lo entiendo Evadne, yo creí que… —susurra hasta que su voz se apaga. Tomo aire con fuerza y me preparo para lo que diré a continuación:—¿Qué creíste? ¿Qué era la tonta Evadne que se moría de amor por ti? ¿Pensaste que con
EvadneThalia y yo llevamos varias horas en el carruaje. Todavía es de noche; puedo ver claramente lo mucho que nos hemos alejado del castillo. No sé hacia dónde nos está llevando Killian, pero sin duda es a algún lugar del reino que no he visitado antes.—¿Por qué me dejaste dormir toda la tarde, Thalia? Ahora van a pensar que además de inútil soy una vaga —me quejo.—Lo siento, alteza, es que la vi tan placida durmiendo, no quise despertarle. El rey también la vio dormir y ordenó que nadie la molestase.—¿De verdad?—Sí, yo estaba ahí cuando lo dijo.—¿Y luego se fue?Thalia asiente. Suspiro profundo y me quedo mirando hacia la ventana. Tengo que sacarme a Théo de la cabeza. Poco a poco me doy cuenta de que la frondosidad del bosque disminuye, y una brisa mucho más cálida y fresca golpea mi rostro. Estoy a punto de preguntarle a Killian hacia dónde vamos cuando el carruaje se detiene. A los pocos segundos la mano derecha del rey nos abre la puerta y anuncia: —Hemos llegado, alteza
TheoNo me fue demasiado difícil convencer a Killian para que se prestase a esto. Sé muy bien que Evadne me pidió que me aleje de ella y me case con Ravenna, pero no pienso quedarme de brazos cruzados mientras pierdo a quien podría ser mi destinada.Solo necesito una oportunidad, una más y sabré si realmente es mi Mate. Si puedo lograr que la marca se manifieste de forma permanente sobre mi pecho, jamás la dejaré ir. Pero para eso, ella también tiene que corresponderme, de otro modo nunca lo sabré.El hermoso ambiente de la playa crea una atmosfera romántica idílica para los dos. Los ojos verdes de Evadne me miran anhelantes y confundidos. Se ha quedado callada después de lo que le dije. Así que me acerco a ella con lentitud, hasta tomar sus manos entre las mías. Todavía lleva la rosa que le envié con el pequeño niño.—E-esto no cambiará nada —susurra evitando mi mirada.—Lo sé, no trato de cambiarlo Evadne. Solo quería hacer algo lindo por mi Luna, es todo.—¿Quieres que crea que no
EvadneMi corazón se paraliza y se acelera en una fracción de segundo. Théo me tiene sujeta de las caderas y sus labios están sobre los míos en un beso dulce e intenso del que no deseo desprenderme. Sus movimientos acompasados sobre mi boca encienden la chispa del deseo en mi interior, y al mismo tiempo provocan que entre en una especie de pánico. Esto no debería estar pasando, no puedo permitirlo. A regañadientes me aparto de su rostro. El agua de la playa nos mece suavemente de izquierda a derecha, creando una atmosfera romántica que me hace aún más difícil tener que fingir que esto no es lo que deseo con todo mi ser.Nuestros ojos se encuentran en un momento mágico, como un duelo de miradas eterno en el que alguno de los dos cederá en cualquier momento, listos para volver a besarnos y desatar la pasión que hemos estado conteniendo.No sé si estoy lista para liberar esa represa; por donde sea que lo mire es una terrible decisión. —¿Por qué lo hiciste? —susurro cerca de sus labios
ThéoLa sala del consejo se abre ante nosotros, tan solemne como puede ser. Usualmente llena de monarcas de otras razas, esta noche solo nos acompaña el príncipe vampiro Erebos, la reina de las hadas, Celestia y los dos Alfas del gremio de los lobos Urdu y el abuelo de Evadne, Tristan.Puedo imaginarme lo que están haciendo aquí, y no me gusta nada. Acepté que la concubina se quedara y ahora, supongo que debo rendirles cuentas acerca de la falta del heredero.Han pasado dos meses desde entonces y la verdad es que no me siento más motivado a acostarme con Faelan. A decir verdad, preferiría que Evadne y yo lo volviésemos a intentar. Es claro que aquella noche en la que me dejé llevar, no surtió nada entre los dos. —Buenas noches, sus altezas —saluda Erebos con su sonrisa colmilluda y esa piel pálida que me produce escalofríos.—Buenas noches, miembros del consejo. ¿A qué debo su visita? —Vaya, directo al grano como siempre, alteza —responde Celestia con un ligero tono de ironía en sus