ThéoLa sala del consejo se abre ante nosotros, tan solemne como puede ser. Usualmente llena de monarcas de otras razas, esta noche solo nos acompaña el príncipe vampiro Erebos, la reina de las hadas, Celestia y los dos Alfas del gremio de los lobos Urdu y el abuelo de Evadne, Tristan.Puedo imaginarme lo que están haciendo aquí, y no me gusta nada. Acepté que la concubina se quedara y ahora, supongo que debo rendirles cuentas acerca de la falta del heredero.Han pasado dos meses desde entonces y la verdad es que no me siento más motivado a acostarme con Faelan. A decir verdad, preferiría que Evadne y yo lo volviésemos a intentar. Es claro que aquella noche en la que me dejé llevar, no surtió nada entre los dos. —Buenas noches, sus altezas —saluda Erebos con su sonrisa colmilluda y esa piel pálida que me produce escalofríos.—Buenas noches, miembros del consejo. ¿A qué debo su visita? —Vaya, directo al grano como siempre, alteza —responde Celestia con un ligero tono de ironía en sus
EvadneCorro sin rumbo fijo hasta caer de rodillas, presa del dolor en todo mi cuerpo, pero, sobre todo, en mi corazón. Dejo que las lágrimas fluyan sin descanso, ya no me importa si me ven, solo quiero sacar todo lo que llevo dentro.Embarazada… Ella también está embarazada.Eso no puede ser. Todo este tiempo estuve con la esperanza de que tal vez todo eso lo hacía para molestarme. Quería creer que Théo era sincero con sus palabras, pero he sido una completa ilusa. Una vez más ha jugado conmigo y yo le permití entrar, le permití que me manipulara como siempre hace.—Mi señora, ¿está bien? Levanto el rostro oculto entre mis manos, Thalia se encuentra frente a mí, y yo he corrido hasta los jardines. En la oscura noche en el palacio nadie se ha percatado, pero mi doncella siempre está ahí para mí.—No Thalia, no lo estoy.—¿Qué sucedió ahora? ¿Qué dijeron los del consejo? ¿La echarán?—Ojalá fuese eso Thalia, pero es mil veces peor.Me ayuda a ponerme de pie, y me sirve como apoyo mie
EvadneNuestras miradas se encuentran en una especie de desafío intenso. Théo me sujeta del brazo y no parece tener intenciones de dejarme ir, pero yo tampoco pienso agachar la cabeza.—No deberías estar aquí, me estoy cambiando, ¿acaso no lo ves? —cuestiono con severidad.—Es la única forma de que no huyas o me evites. No puedes permanecer como un fantasma en este castillo para siempre.—Oh, no, no será para siempre —declaro. Él no capta el doble sentido en mis palabras.Trato de ocultar mi vientre con la bata de seda que me acabo de quitar, si Théo se pusiera a prestarme atención, seguro que lo notaría. —Esta noche es el solsticio y tienes que estar a mi lado como la Luna del reino.—Y allí estaré. Si esa es toda tu preocupación, te pido que por favor te retires y me dejes cambiar en paz —ordeno apartando mi mano, sin embargo, él me atrae hacia su cuerpo, provocando una corriente que estremece hasta la última fibra de mi cuerpo.—¿Estás así por lo de Faelan? —No sé de qué me habla
Evadne—¡Evadne! ¡Espera! La voz de Théo resuena detrás de mí, pero no me detengo. Corro sin mirar atrás, las lágrimas surcan mis mejillas y distorsionan todo a mi alrededor. Me refugio en la primera habitación que encuentro, dejando que el llanto se desate sin restricciones.¿Cómo pude creer que tenía alguna oportunidad? El pueblo me desprecia y siempre será así. Mientras me encuentro sumida en mi propio desconsuelo, la puerta de la habitación se abre de repente. La concubina Faelan entra con una sonrisa maliciosa en el rostro, deleitándose con mi vulnerabilidad.—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? La futura Luna, huyendo como una cobarde —se burla con un tono de regocijo que hiela mi sangre.Trato de enjugar las lágrimas y levantar la cabeza con orgullo, pero la humillación aún se refleja en mis ojos.—¿No sabías que este sería tu destino? Siempre he dicho que una Luna como tú no merece estar al lado del Rey Alfa —continúa. Deleitándose en cada palabra venenosa que pronuncia—. Pero t
ThéoEl solsticio se convirtió rápidamente en una celebración incómoda. No puedo creer que el pueblo haya perdido tanto el respeto por mí como para atreverse a hacer algo así sin temor a las represalias. Me encuentro sentado en el trono en este momento mientras jugueteo con un pequeño regalo de parte de la lideresa de las ninfas. Los nobles de todas partes están bebiendo y comiendo en las mesas sin darle más relevancia al asunto, pero yo no puedo quedarme tranquilo.Me molesta el hecho de que Evadne no esté aquí. Quise darle su tiempo para que se tranquilizara, sé que lo que sucedió le afectó más de lo que quiere admitir, pero pienso que ya se ha tardado demasiado.Estoy a punto de levantarme cuando veo a Killian regresar. Llega ante mí y luego de la reverencia inicial, se queda de pie a mi lado.—Su alteza, capturamos a algunos de los instigadores, pero los demás lograron escaparse.—Los quiero a todos en el calabozo Killian, no toleraré que traten de esa manera a Evadne.—¿Cree que
EvadneLa cabeza me da vueltas mientras me debato entre la conciencia y la inconsciencia. Mi vista está nublada, pero puedo ver ligeramente al supuesto guardia que me arrastra por el suelo. ¿Dónde estoy? ¿Qué está sucediendo? Él no se ha dado cuenta de que he despertado. Finjo seguir dormida y espero a que se detenga. Siento que me toma de la cintura y me arroja con poco tacto a algo duro que cruje; es madera.Cuando se da media vuelta me levanto de un salto y lo pateo. Trato de saltar de la carreta donde me ha puesto, pero mis piernas no responden como yo quisiera. Aún así consigo brincar hacia la tierra húmeda y me las arreglo para levantarme. No obstante, pronto el sujeto me vuelve a tomar de la cintura. Pego un grito de auxilio, que acalla rápidamente poniendo una mano en mi boca.—Silencio, no queremos que les arruines la fiesta a los lobos, ¿verdad, Lunita? —dice con sarcasmo.Trato de transformarme, pero me topo con la sorpresa de que no puedo. —¿Qué me has hecho?—Solo te p
EvadneThéo me carga en sus brazos, evitando atravesar el tumulto de la festividad del solsticio. Ignorando el bullicio y la música que envuelven el castillo, me conduce directamente a nuestra habitación. Mi nota, ahora hecha una bola en el suelo, es la prueba de la premura con la que Théo ha venido a mi rescate.Un dolor punzante en mi vientre se intensifica, y el vestido manchado de rojo aumenta mi estado de pánico. La posibilidad de perder a mis bebés me sumerge en una desesperación abrumadora.—No sé qué hacer, Evadne. ¿Qué hago? —susurra con angustia, moviéndose de un lado a otro en la habitación.—Llama a Alita, por favor. Ella está aquí esta noche. Sabrá qué hacer.Théo asiente con determinación, pero en lugar de salir él mismo, opta por llamar a Thalia para que localice a Alita. Sin permitir que mi doncella entre para evaluar mi estado, intuyo que la rapidez con la que Théo me encontró se debe a que ella le ha dicho la verdad.—Théo, yo…Él se apresura a mi lado, se arrodilla
ThéoNos quedamos en silencio, solo manteniéndonos la mirada. Mi corazón retumba como un loco dentro de mi pecho, la emoción de sus palabras me consume. Ella también me ama… ¡Me ama!Sin poder contenerme más, me inclino hacia adelante, acercando mis labios a los suyos con una urgencia avasallante. El roce de nuestros labios desencadena una explosión de sensaciones, sumergiéndonos en un beso tierno y romántico.Siento la suavidad de sus labios respondiendo a los míos, la calidez de su aliento mezclándose con el mío. Cierro los ojos dejándome llevar por este momento mágico.Nuestros corazones laten al unísono, creando una melodía única que solo nosotros podemos escuchar. En este beso, encuentro la confirmación de un lazo eterno, un lazo que va más allá de las palabras. Evadne y yo, unidos no solo por las vidas que crece en su vientre, sino por un amor que ha perdurado en silencio durante tanto tiempo.Cuando nos separamos, nuestras frentes se tocan, y nuestras miradas se entrelazan en u