EvadneThalia y yo llevamos varias horas en el carruaje. Todavía es de noche; puedo ver claramente lo mucho que nos hemos alejado del castillo. No sé hacia dónde nos está llevando Killian, pero sin duda es a algún lugar del reino que no he visitado antes.—¿Por qué me dejaste dormir toda la tarde, Thalia? Ahora van a pensar que además de inútil soy una vaga —me quejo.—Lo siento, alteza, es que la vi tan placida durmiendo, no quise despertarle. El rey también la vio dormir y ordenó que nadie la molestase.—¿De verdad?—Sí, yo estaba ahí cuando lo dijo.—¿Y luego se fue?Thalia asiente. Suspiro profundo y me quedo mirando hacia la ventana. Tengo que sacarme a Théo de la cabeza. Poco a poco me doy cuenta de que la frondosidad del bosque disminuye, y una brisa mucho más cálida y fresca golpea mi rostro. Estoy a punto de preguntarle a Killian hacia dónde vamos cuando el carruaje se detiene. A los pocos segundos la mano derecha del rey nos abre la puerta y anuncia: —Hemos llegado, alteza
TheoNo me fue demasiado difícil convencer a Killian para que se prestase a esto. Sé muy bien que Evadne me pidió que me aleje de ella y me case con Ravenna, pero no pienso quedarme de brazos cruzados mientras pierdo a quien podría ser mi destinada.Solo necesito una oportunidad, una más y sabré si realmente es mi Mate. Si puedo lograr que la marca se manifieste de forma permanente sobre mi pecho, jamás la dejaré ir. Pero para eso, ella también tiene que corresponderme, de otro modo nunca lo sabré.El hermoso ambiente de la playa crea una atmosfera romántica idílica para los dos. Los ojos verdes de Evadne me miran anhelantes y confundidos. Se ha quedado callada después de lo que le dije. Así que me acerco a ella con lentitud, hasta tomar sus manos entre las mías. Todavía lleva la rosa que le envié con el pequeño niño.—E-esto no cambiará nada —susurra evitando mi mirada.—Lo sé, no trato de cambiarlo Evadne. Solo quería hacer algo lindo por mi Luna, es todo.—¿Quieres que crea que no
EvadneMi corazón se paraliza y se acelera en una fracción de segundo. Théo me tiene sujeta de las caderas y sus labios están sobre los míos en un beso dulce e intenso del que no deseo desprenderme. Sus movimientos acompasados sobre mi boca encienden la chispa del deseo en mi interior, y al mismo tiempo provocan que entre en una especie de pánico. Esto no debería estar pasando, no puedo permitirlo. A regañadientes me aparto de su rostro. El agua de la playa nos mece suavemente de izquierda a derecha, creando una atmosfera romántica que me hace aún más difícil tener que fingir que esto no es lo que deseo con todo mi ser.Nuestros ojos se encuentran en un momento mágico, como un duelo de miradas eterno en el que alguno de los dos cederá en cualquier momento, listos para volver a besarnos y desatar la pasión que hemos estado conteniendo.No sé si estoy lista para liberar esa represa; por donde sea que lo mire es una terrible decisión. —¿Por qué lo hiciste? —susurro cerca de sus labios
ThéoLa sala del consejo se abre ante nosotros, tan solemne como puede ser. Usualmente llena de monarcas de otras razas, esta noche solo nos acompaña el príncipe vampiro Erebos, la reina de las hadas, Celestia y los dos Alfas del gremio de los lobos Urdu y el abuelo de Evadne, Tristan.Puedo imaginarme lo que están haciendo aquí, y no me gusta nada. Acepté que la concubina se quedara y ahora, supongo que debo rendirles cuentas acerca de la falta del heredero.Han pasado dos meses desde entonces y la verdad es que no me siento más motivado a acostarme con Faelan. A decir verdad, preferiría que Evadne y yo lo volviésemos a intentar. Es claro que aquella noche en la que me dejé llevar, no surtió nada entre los dos. —Buenas noches, sus altezas —saluda Erebos con su sonrisa colmilluda y esa piel pálida que me produce escalofríos.—Buenas noches, miembros del consejo. ¿A qué debo su visita? —Vaya, directo al grano como siempre, alteza —responde Celestia con un ligero tono de ironía en sus
EvadneCorro sin rumbo fijo hasta caer de rodillas, presa del dolor en todo mi cuerpo, pero, sobre todo, en mi corazón. Dejo que las lágrimas fluyan sin descanso, ya no me importa si me ven, solo quiero sacar todo lo que llevo dentro.Embarazada… Ella también está embarazada.Eso no puede ser. Todo este tiempo estuve con la esperanza de que tal vez todo eso lo hacía para molestarme. Quería creer que Théo era sincero con sus palabras, pero he sido una completa ilusa. Una vez más ha jugado conmigo y yo le permití entrar, le permití que me manipulara como siempre hace.—Mi señora, ¿está bien? Levanto el rostro oculto entre mis manos, Thalia se encuentra frente a mí, y yo he corrido hasta los jardines. En la oscura noche en el palacio nadie se ha percatado, pero mi doncella siempre está ahí para mí.—No Thalia, no lo estoy.—¿Qué sucedió ahora? ¿Qué dijeron los del consejo? ¿La echarán?—Ojalá fuese eso Thalia, pero es mil veces peor.Me ayuda a ponerme de pie, y me sirve como apoyo mie
EvadneNuestras miradas se encuentran en una especie de desafío intenso. Théo me sujeta del brazo y no parece tener intenciones de dejarme ir, pero yo tampoco pienso agachar la cabeza.—No deberías estar aquí, me estoy cambiando, ¿acaso no lo ves? —cuestiono con severidad.—Es la única forma de que no huyas o me evites. No puedes permanecer como un fantasma en este castillo para siempre.—Oh, no, no será para siempre —declaro. Él no capta el doble sentido en mis palabras.Trato de ocultar mi vientre con la bata de seda que me acabo de quitar, si Théo se pusiera a prestarme atención, seguro que lo notaría. —Esta noche es el solsticio y tienes que estar a mi lado como la Luna del reino.—Y allí estaré. Si esa es toda tu preocupación, te pido que por favor te retires y me dejes cambiar en paz —ordeno apartando mi mano, sin embargo, él me atrae hacia su cuerpo, provocando una corriente que estremece hasta la última fibra de mi cuerpo.—¿Estás así por lo de Faelan? —No sé de qué me habla
Evadne—¡Evadne! ¡Espera! La voz de Théo resuena detrás de mí, pero no me detengo. Corro sin mirar atrás, las lágrimas surcan mis mejillas y distorsionan todo a mi alrededor. Me refugio en la primera habitación que encuentro, dejando que el llanto se desate sin restricciones.¿Cómo pude creer que tenía alguna oportunidad? El pueblo me desprecia y siempre será así. Mientras me encuentro sumida en mi propio desconsuelo, la puerta de la habitación se abre de repente. La concubina Faelan entra con una sonrisa maliciosa en el rostro, deleitándose con mi vulnerabilidad.—¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? La futura Luna, huyendo como una cobarde —se burla con un tono de regocijo que hiela mi sangre.Trato de enjugar las lágrimas y levantar la cabeza con orgullo, pero la humillación aún se refleja en mis ojos.—¿No sabías que este sería tu destino? Siempre he dicho que una Luna como tú no merece estar al lado del Rey Alfa —continúa. Deleitándose en cada palabra venenosa que pronuncia—. Pero t
ThéoEl solsticio se convirtió rápidamente en una celebración incómoda. No puedo creer que el pueblo haya perdido tanto el respeto por mí como para atreverse a hacer algo así sin temor a las represalias. Me encuentro sentado en el trono en este momento mientras jugueteo con un pequeño regalo de parte de la lideresa de las ninfas. Los nobles de todas partes están bebiendo y comiendo en las mesas sin darle más relevancia al asunto, pero yo no puedo quedarme tranquilo.Me molesta el hecho de que Evadne no esté aquí. Quise darle su tiempo para que se tranquilizara, sé que lo que sucedió le afectó más de lo que quiere admitir, pero pienso que ya se ha tardado demasiado.Estoy a punto de levantarme cuando veo a Killian regresar. Llega ante mí y luego de la reverencia inicial, se queda de pie a mi lado.—Su alteza, capturamos a algunos de los instigadores, pero los demás lograron escaparse.—Los quiero a todos en el calabozo Killian, no toleraré que traten de esa manera a Evadne.—¿Cree que