Cuenca- Ecuador.
Tiempo después.
Luego de largos años de desvelo, de pasar estudiando día y noche los esfuerzos de Paloma, por fin daban fruto. No podía con tanta alegría cuando el jurado que le tomó su tesis la felicitó por su brillante exposición sobre el tema: El bypass gástrico como herramienta terapéutica para el paciente diabético.
Apenas se despidió del jurado, y agradeció a su tutor, se lanzó a los brazos de su esposo y de sus dos pequeños.
—Gracias, sin ustedes este sueño no se hubiera hecho realidad —comentó con lágrimas en los ojos.
Sus niños ya estaban por cumplir ocho años, siempre tan divertidos e inteligentes llevaban una buena relación tanto con su padre y Olivia,
Queridos lectores agradezco a quienes llegaron al final de esta historia, y acompañaron a mis personajes a encontrar la liberación de sus almas y su felicidad. El color de la venganza es un libro que trata vivencias reales, no mías, pero sí lamentablemente de personas cercanas, de mujeres que al igual que Lourdes, Paloma, Olivia, y cuántas más fueron víctimas de maltrato, y también de hombres como Diego Serrano. Los bosquejos y borradores de este libro empezaron en el año 2018 y han sido debidamente registrados, al igual que este libro en el Instituto de Propiedad Intelectual de mi país. Es un libro largo, porque no nació de la noche a la mañana, es el producto de una larga investigación, y de entrevistas con personas que han pasado por episodios de maltrato. No creo que sea la primera en tocar el maltrato masculino, pero sí fui una de las pioneras al mencionarlo en este libro cuando lo tuve publicado e
Cuatro años habían pasado en un abrir y cerrar de ojos para Paloma, quién aún estaba tratando de reconstruir su vida; todavía quedaban trozos fragmentados de aquel corazón que se rompió en miles de pedazos, cuando ella entregó su cuerpo y su alma a un hombre que la destruyó por completo.Sus hijos fueron el motor que la impulsó a olvidar y superar su triste pasado; aunque las profundas heridas que aún tenía en su alma, no le permitían sanar por completo.Desde el día que huyó de su verdugo, no había vuelto a saber de él. Paloma, era consciente que algún día tenía que enfrentarlo, ya que estaban de por medio sus dos niños, aquellos pequeños seres que fueron concebidos en un ambiente de engaños, mentiras, de una cruel y terrible venganza, que la llevó casi al borde de la locura.Paloma, sonriendo co
Quito-Pichincha, Ecuador Cuatro años, seis meses antes Iván Arellano, subía las escaleras de piedra de la entrada principal de su imponente casa. Felices recuerdos se le vinieron a su mente al revivir aquellos años de niño cuando con sus padres y hermano compartían en los amplios jardines de la mansión. Su corazón se envolvió de tristeza al recordar el accidente de tránsito que segó la vida de sus progenitores. Iván, como el mayor, se hizo cargo de su hermanito pequeño, quién en la actualidad era un afamado pintor, muy reconocido en su país natal Ecuador. El menor de los Arellano, se estaba abriendo paso a nivel internacional, en un mes presentaba una exposición en Alemania, era bastante hermético con su vida personal y profesional, por eso no permitía que nadie se adentrara en su estudio. Cuando plasmaba sus ideas en los lienzos se transformaba en otra persona, se trans
En lo alto del firmamento las estrellas alumbraban el cielo capitalino. Iván, sentado frente a la piscina, fumaba un cigarrillo sumido en sus recuerdos. Se sobresaltó cuando su celular sonó en su chaqueta, observó ceñudo aquel número sin embargo deslizó su dedo por la pantalla para responder. —Iván Arellano —escuchó que lo nombraban con euforia—. Me encontré con tu hermano menor y me informa que estás aquí, en Ecuador —comentó aquella voz masculina al otro lado de la línea. —¡Gustavo Saavedra! —exclamó Iván. —Él mismo —afirmó el joven—, te llamo para darte la bienvenida, hermano. Ven a la plaza Foch. —Estoy algo cansado —resopló Iván—, llegué hace unas horas. —No me digas que los años ya empiezan a pesarte. —Carcajeó—, apenas cumpliremos tres décadas —bufó al otro lado de la línea Gustavo. —No claro que no —afirmó Iván, riendo—. Está bien, cuando esté cerca te marco para saber
Esa noche conversaron, bailaron, se divirtieron; para Paloma: Iván, era como un imán que la atraía inevitablemente. Cerca de las dos de la mañana las muchachas se despidieron de sus nuevos amigos. —Debo irme gracias por todo —dijo Paloma, observando a los ojos a Iván, con su mirada inocente. —Tienes que darme tu número de teléfono, tenemos que volver a vernos — comentó él, sacando su IPhone, para anotar el contacto de la joven. —Se me perdió mi celular hace días —expuso Paloma, mientras sus amigas la llevaban a la fuerza hasta la salida—. Búscame en la Universidad Central, primer año de medicina. Iván parpadeó, guardando en su memoria lo último que comentó la joven. Las muchachas salieron del lugar para subirse rápido al auto de Paúl, su compañero, quien las iba a llevar a sus respectivas casas. —¡No lo puedo creer! —comentó Amelia. —¡Paloma Borrero, aquel hombre está guapísimo! —exclamó con emoción. Paloma, suspiró al
Horas después. El joven de amplia sonrisa, cabello claro, y ojos verdes soltó los dedos de su pareja, mientras ella se acomodaba su sombrero y tomaba asiento en uno de los sillones del lobby del hotel, esperando a que su amante regresara con la tarjeta de la suite. Alain, con su particular galanteo se acercó a la joven recepcionista. —Hice una reserva en la suite presidencial. —¿A nombre de quién? —averiguó la joven. —Paloma Borrero —respondió, presionando sus labios. La chica observó en el computador, asintió, entonces le entregó a Alain, la tarjeta, él sonrió agradeciendo y enseguida caminó de vuelta al lobby. Su novia se puso de pie y de inmediato subieron a la cabina del ascensor, sin pérdida de tiempo sus labios se unieron en besos desenfrenados, así como las caricias no se hicieron esperar, enseguida ingresaron a la suite, despojándose con premura de la r
Las semanas fueron pasando Iván y Paloma, salían con más frecuencia, mientras los días para acompañar a su hermano a Alemania, estaban muy cerca, él, no quería irse sin pedirle a la joven que fuera su novia. Llegó a la universidad, y la observó esperándolo, sentada en el graderío que daba al edificio en donde estaba su aula, entonces su corazón se agitó en el pecho. La mirada de Paloma, se iluminó por completo, su ritmo cardíaco se incrementó a medida que se acercaba a ella. Iván la llenaba de detalles como flores, chocolate, la trataba con dulzura, y cariño; todo eso tenían a la joven inmersa en una burbuja. Después de almorzar juntos, Iván, llevó a Paloma hasta el mirador turístico del Panecillo, en donde pudieron apreciar la belleza de la capital en todo su esplendor, mientras se tomaban fotografías juntos y, recorrían las tiendas artesanales. Paloma elevó su mirada
Quito- Pichincha, Ecuador. Diego Serrano, finalizó una difícil histerectomía de una paciente con miomas uterinos. Esa noche tenía guardia en el hospital privado en donde laboraba. Salió del quirófano, después de haberse realizado todas las normas de asepsia pertinentes. Caminó por los pasillos del hospital saludando y bromeando con varios colegas; se acercó a charlar con las enfermeras de recepción: —Si se presenta alguna emergencia voy a estar en la cafetería —indicó con su amable sonrisa. Más de una chica suspiraba por el atractivo, y afectuoso médico. Sin embargo, sabían que no podían acercarse a él, por dos razones fundamentales: era un hombre muy correcto y fiel a su esposa, y la segunda causa era ella, su compañera, quién le hacía escenas de celos aterradoras, que dejaban en vergüenza al ginecólogo. El médico siguió su rumbo y llegó a la cafetería. &nbs