Julianna abrió los ojos con asombro,con admiración y extendió las manos hacia el sirviente que hizo una leve inclinación de respeto y ante eso la chica le imitó de igual forma, quizá en aquella región era costumbre hacer una reverencia. El encopetado sirviente con aire pomposo se alejó de la chica sin decir otra palabra,Adasius, que había estado observando desde un árbol miró todo desdén un principio,como había llegado un elegante carruaje hasta la caravana y como los niños se habían vuelto locos con su llegada, como se había bajado un hombre con una ridícula peluca y había preguntado por Julianna mientras daba pequeñas miradas a su alrededor que mostraba el disgusto que le provocaba estar en ese lugar, y como una temblorosa Julianna había extendido sus manos para recibir un trozo de papel que miraba con fascinación. ¡Bahh! ¿Qué tan importante podía contener ese sobre para que ella estuviera tan embobada? El hombre volteó el rostro con fastidio,nunca había visto a su amiga de esa fo
Solan dio una vuelta mas en su cama, no lograba conciliar el sueño, había algo que le estaba molestando y claro que sabía el qué. Pero era demasiado obstinado para reconocerlo en voz alta, de nuevo dio un gruñido voluntarioso y soltó un golpe al costado de su cama, se sentó un momento y restregó los dedos en el cabello. Esa maldita situación lo iba a volver loco, ya no era suficiente el verlo a lo lejos y saber que lo tenía ahí, para cuando él quisiera, ahora quería tenerlo un poco mas, oler su frágil piel y perderse en ella, en sus pequeños ojos que lo miraban con admiración. Lanzó las sábanas y salió fuera de su habitación dispuesto a encontrarlo, si estaba en lo correcto, Gabrielle se encontraba con Foran dando el rondín. Se detuvo al escuchar un par de voces agudas. -Ya era hora de que aparecieras, creí que te quedarías en esa choza tuya.-Este es mi sitio, le guste a quien le guste.-Ya,eso es lo que crees. -No vine para escuchar tus discursos. -¿Entonces? ¿A qué has venido
El palacio de su majestad era todo lo que Julianna soñó que sería, no, más de lo que ella había soñado. Sonrió con la mirada soñadora. Melchor detuvo la caravana y echó un largo vistazo seguido de un silbido—¡Caramba,es más grande de lo que imaginé — soltó el gitano. A la fiesta del rey fueron unos cuantos acompañando a la chica, Melchor por ser el líder, Lucía por ser su amiga, Adasius por ser su protector autoproclamado, y por supuesto, Horas su hermano. Ella llevaba un sencillo vestido de colores, verde, violeta y blanco que sabía le favorecían. El grupo se acercó a la entrada del palacio con jococidad, entre risas y silbidos de admiración, entonces un guardia los detuvo. A Horas no le gustó la mirada que el guardia les estaba dando, los estaba inspeccionando, quizá su atuendo llamativo era lo que incomodaba a aquel hombre. —¿Quienes son ustedes? Preguntó con la misma mirada despectiva. Melchor se adelantó haciendo una reverencia un poco exagerada y sacó una invitación de entre s
Cómo era posible que hacerlo enojar tan rápido,lo único que Gabrielle deseaba era mantenerse con vida,ahora más que nunca deseaba seguir vivo y volver a ver a su padre. Pero realmente no estaba logrando mantener ese perfil bajo que creyó lograría,no lo conseguía porque él seguía prestándole demasiada atención,seguía persiguiendole y no le dejaba en paz. ¿Acaso era así con todos los soldados presos?...¡No! Gabrielle recordó de pronto que no era así,porque no había otros soldados presos,porque no existía alguien más al que hubieran dejado con vida,debía recordar que tenía suerte, sí,suerte de que Horas se hubiera encaprichado de tenerle como mascota,ahora le rondaba la idea de que en su lugar,Horas le tenía estima. Quizá y el gigante había logrado darse cuenta del hecho de que él no era peligroso para nadie más que para si mismo. Y otra idea más confunsa le rondaba,Solan estaba atraído por él.—Dime Gabrielle ¿Cuántas caras tuyas conoceré?.El tono que ponía era molesto,su sarcasmo y
Llevaba sentado al borde de la catedral lo suficiente como para ya no sentir las piernas,aún así,no había otro lugar al que Jeremiah quisiera ir en esos momentos en los que la melancolía y la desesperación hacían mella en sus recuerdos. ¿Cuántos años habían pasado ya? Casi 20 o menos y aún así el recuerdo de su bella Elisa le perseguía cada noche,cada día,a cada instante. Había cosas tan pequeñas que lo hacían recordarla que dolía en el alma. Porque aunque Horas dijera otra cosa, él aún tenía corazón y este le pertenecería eternamente a Elisa.Ella tenía 15 años cuando la vio por primera vez,su brillante cabellera y su blanca piel lo había enamorado por completo. Sin embargo,su inteligencia y curiosidad por la vida habían sido lo que realmente le habían terminado por atraparle.Cerró los ojos con fuerza al ver una rebelde lágrima que de nuevo se le escapaba. Con un manotazo la limpió de su rostro. No tenía derecho a llorarle,no tenía derecho siquiera a decir su nombre en voz alta,por
Cerca de la taberna estaban dos de ellos. Adasius le hizo una señal a Horas apuntando hasta donde los soldados iban caminando distraídos conversando. Horas los contempló y le devolvió el gesto a Adasius con reclamo,tal parecía que había un lenguaje entre ellos que entendían a la perfección. Porque el más joven de los gitanos entendió perfecto el reclamo de Horas. Ambos soldados eran de otra... Conflexion. Adasius se disculpó con los hombros y Horas chasqueo la lengua molesto. ¿Cómo mierdas imaginaba que iba a entrar en uno de esos uniformes?.De pronto el gitano se plantó frente ambos soldados,desde luego que ellos abrieron los ojos con asombro al ver a Horas,y su reacción no era exagerada. Si alguien no pasaba inadvertido ese era Horas. Dos metros de hombre mitad bestia y mitad demonio ahora. Ellos quisieron correr,pero él no se los iba a permitir y ni siquiera fue esfuerzo dejarlos inconcientes,aún así él no iba a caber en esos uniformes.Adasius corrió hasta él y sonrió al ver a lo
El agua en la bañera se había puesto fría desde hacía bastante rato,pero el rey siguió recostado en ella mientras dio otro trago de su botella de vino,era éste el que hacía que su cuerpo siguiera tibio. Salió de pronto,escurriendo un charco de agua a su paso,con la piel desnuda ya enrojecida. Volvió a beber a bocajarro pero su botella ahora estaba vacía y con rabia la lanzó contra el muro mientras la risa le volvía a atacar. Se podía escuchar perfectamente,pero nadie se atrevió a entrar a su habitación. Caminó unos pasos más,sin embargo tropezó con sus propios pues y al suelo fue a dar y ahí se quedó,incapaz de volver a levantarse.-Luces patético.Phillippe volvió a escuchar aquella voz que tanto le recordaba a la suya,pero no fue capaz de levantarse-. El rey,su majestad ahogado de borracho.-¡Cállate ya! Déjame en paz. Apenas pudo balbucear palabras.Pero la voz no se calló,al contrario. Le siguió susurrando al oído,o eso pensó el rey.-Ya no eres nadie Phillippe,sólo eres un sucio
La gitana detuvo su baile.No le gustó ver los rostros de aquellos niños,de alguna manera le recordaban a su hijo. Las estúpidas lágrimas amenazaron con aparecer,pero se las tragó con orgullo y levantó el rostro para darles una sonrisa y así dejarán de estar tristes por la historia que Melchor acababa de contar. De pronto sus ojos se encontraron con los de él,Parminius.No había forma de que escapara esta vez,y se sorprendió a si misma al darse cuenta de que no quería hacerlo.Él se apresuró a su encuentro antes de que ella se escapara y no le permitiera acercarse. Desde el mismo día en que la había conocido ella no dejaba de rondar su mente y sus pensamientos. Esa mujer lo estaba volviendo prácticamente loco y poco le importaba. Solamente deseaba poder tenerla cerca otra vez, y porqué no,poder besar sus labios rojos que venían atormentandole.—¡Julianna!.Se apresuró el comandante. La gitana se detuvo dándole la espalda,deseaba hablar con él desesperadamente,pero también supo que en