CAPÍTULO 2 y 3

CAPITULO 2 – Sin nadie a quien acudir.

Corrí bajo la lluvia, mientras sentía como esta me empapaba, como los truenos resonaban a mi alrededor, como mis lágrimas se perdían entre las gotas de agua que caían sobre mi rostro, al mismo tiempo que dejaba mi dolor atrás con cada paso.

Corrí más y más rápido, intentando que todo el dolor se marcharse, pero no parecía estar lográndolo.

No tenía a donde ir, lo sabía muy bien, no tenía lugar alguna en el que resguardarme, ya que Carly estaba de viaje de novios, y tampoco me parecía oportuno molestarla con mis problemas. En cuanto a Laia, era demasiado independiente y chismosa como para explicarle lo que me había pasado, sin lugar a dudas lo comentaría con el resto de la gente a la que conocíamos, y no me apetecía mucho ser el hazmerreír de nuestro grupo, así que opté por no correr en su ayuda. Jaume… bueno, después de lo que había pasado entre nosotros, ya no podía acudir a él, así que no me quedaba nadie más que Charlotte, con la que apenas tenía relación, así que tampoco podía aparecerme ante ella, para pedirle ayuda.

Me paré en mitad de la calle tan pronto como me percaté de que no tenía a nadie, estaba sola en aquel lugar, aunque como aprecié a continuación, no estaba lejos de la casa de Carly, y recordaba que ella solía dejar una llave para imprevistos escondida entre las macetas de la parte posterior de la casa.

Cuando entré en la casa, lo primero que hice fue ir a la habitación de mi amiga, y coger algo de ropa seca de ella, y ponérmela después.

Aún faltaban algunos días antes de que volvieran de su viaje, así que podría esconderme allí hasta entonces, y pensar en todo lo que me estaba pasando. Sabía que la única opción que tenía en aquel momento era dejar a David y correr a resguardarme a casa, donde mi familia me esperaría con los brazos abiertos, como había hecho siempre. Pero no me apetecía volver a mi hogar con el rabo entre las piernas de nuevo.

Me metí en la habitación de invitados y me introduje en la cama, pues estaba muy cansada y quería, más que nada en aquel momento, dormir como una marmota.

CAPÍTULO 3 – Un nuevo empleo.

Le dejé a Carly algunos mensajes en su contestador automático, para que supiese que estaba pasando unos días en su casa, sabía que no le importaría, ni a ella ni a su esposo, ellos eran ese tipo de personas. Y me acicalé un poco el cabello, pues aquella noche, había quedado con Charlotte para una entrevista de trabajo, quería trabajar por mí misma, y ella aseguraba que podría darme el puesto de camarera si sabía desenvolverme bien con una bandeja.

Iba vestida de lo más normal, por supuesto me había comprado algo muy normal para la entrevista, ya que no quería pasarme por casa a recoger mis cosas todavía, pues me aterraba la idea de volver a ver a David.

El pub estaba a rebosar, nada más llegar, mi amiga me indicó en qué consistiría el trabajo y cual era el uniforme, que no era otra cosa que una camiseta ajustada.

Me puse a trabajar en cuanto pude, y la verdad es que se me daba bastante bien manejarme dentro de la barra, incluso mejor que manejarme fuera, así que Charlotte me dijo que me daba el puesto, y que prefería que pusiese las bebidas, pues me veía más desenvuelta en ello.

Y así fue como mi vida comenzó a cambiar, y como comencé a tener vida más allá de David.

El local estaba lleno y apenas dábamos abasto para poner las copas. Mis compañeros eran Chris, un chico bastante apuesto, de estos que se notan que tienen un cuerpazo de gimnasio y encima era súper simpático, Jessica, una joven de más o menos mi edad, que parecía estar locamente enamorada del primero, pues no paraba de darle la razón en todo, era bastante mona, tenía el cabello castaño, y era muy guapa, y Matt que era un joven de unos 23 años, bastante normalillo, pero que tenía un don para caer bien.

Jaume llegó al local, junto a sus amigos, mientras yo seguía absorta en mis tareas, pues como os digo el pub estaba a rebosar y la gente no dejaba de pedirme copas. Se pusieron cerca de la pista, poniendo gran interés a las chicas que bailaban, mientras uno de sus amigos, su nombre era Daniel, miraba hacia la barra.

  • Yo voy a pedir unas copas – comenzó el chico, mientras Jaume le prestaba atención - ¿vienes? – preguntó, admirando como él asentía, en señal de que le parecía bien.

Caminaron hacia la barra, y se posicionaron, entre empujones, justo delante de Jess, mientras, yo, al otro lado, junto a Chris, seguía con lo mío.

  • ¿qué os pongo, chicos? – Preguntó, mientras limpiaba la barra con su mano libre, al mismo tiempo que Daniel le guiñaba un ojo, para ligar con ella, pues tenía gran interés en ella desde hace algunas semanas, pero como siempre ella pasó de él como si nada.
  • Pon un par de cervezas – añadía Jaume, intentando quitarle hierro al asunto, ya que sentía que sobraba cuando su amigo hacía aquello.

Un cliente acababa de entregarme una tarjeta para pagar, y justo acababa de acordarme de que la máquina de mi lado se había estropeado, así que, tuve que atravesar toda la barra para ir a buscar la de Chris, que se encontraba, justo al lado de Jess.

Me acerqué a Chris para luego decirle al oído que le cogía la máquina para cobrar, pero me agarró del brazo antes de que lo hubiese hecho y me miró directamente a los ojos.

  • Voy a necesitarla, coge la de Jess – me rogaba, mientras señalaba con la cabeza hacia ella – ella no suele usarla, siempre le pagan en efectivo.
  • Jess – la llamé, haciendo que dejase de rebuscar en la nevera, las cervezas, y mirase hacia mí, sin comprender que era lo que hacía allí – tengo que cobrar con tarjeta, necesito tu…
  • Toma esto – me dijo, mientras me daba las dos cervezas que acababa de coger – llévaselas a esos dos chicos de ahí, mientras te busco el TPV.

Cogí los botellines de cerveza y me dirigí hacia los dos chicos que esperaban pacientes sus cervezas, las dejé sobre la barra y levanté la cabeza para decir cuánto debían darme, pero me quedé muda tan pronto como vi delante de mí a Jaume y a su amigo.

Se acercó a la barra, poniendo ambos codos en ella y me hizo una señal para que me acercara. Era obvio que quería decirme algo, y la música estaba tan alta que no podría escucharle si lo decía sin acercarse, así que lo hice.

  • Tu máquina – dijo tras de mí Jess, haciendo que pegase un brinco al escucharla, ya que no la había esperado para nada, y acababa de darme un susto de muerte – ya sigo yo.

Me largué a mi lado de la barra, sin dejar de mirar hacia él que me observaba con detenimiento, pero sin decir nada, como si tan sólo fuésemos dos desconocidos.

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