Capítulo 4 – La tormenta.

Fue un día de lo más agotador, y para mi sorpresa, no volví a verle aparecer. Igual se había marchado.

Caminé hacia la salida, encontrando en el aparcamiento a Chris, junto a Jess, sin lugar a dudas tendrían algo, eso fue lo que pensé al verlos allí juntos, pero no tenía nada que ver con aquello, como me enteré después, el tipo de relación que tenían era tan sólo profesional, aunque sabía muy bien que Jess pretendía que fuesen mucho más.

Proseguí mi camino, calle abajo, hacia la casa de Carly, dejando el pub atrás, caminando por la acera de aquella larga avenida, hacia la urbanización, admirando como a mitad de camino, un coche se paraba justo al lado, y me pitaba.

  • Sube – comenzó Jaume, mientras yo le miraba sin comprender, al mismo tiempo que escuchaba los truenos, indicando que la tormenta descargaría de un momento a otro – te llevo a casa.

Le ignoré completamente, y seguí caminando calle abajo, mientras sentía como la lluvia me empapaba en ese justo instante. Me tapé como pude y seguí mi camino, a paso ligero, mientras él me seguía de cerca, y yo me negaba a subir a su camioneta, pues después de lo que había pasado entre nosotros no quería volver a involucrarle en mi vida.

  • Isabel – gritó hacia mí, haciendo que me parase en seco y me quedase allí mirando hacia la nada como una estúpida, mientras él caminaba hacia mí, justo después de haberse bajado del coche. Sabía que si llegaba a mí ya no podría seguir apartándole, pero aun así parecía que mis piernas no querían moverse.

Tan pronto como llegó hasta mí, me agarró del brazo para darme la vuelta, mirándome con detenimiento, mientras yo miraba hacia él de aquella forma que solía hacerlo en el pasado.

  • ¿estás bien? – Preguntó, mientras yo asentía despacio, al mismo tiempo que tiritaba, aunque no sabía si lo hacía por frío o por miedo.

Levantó su mano, despacio, y la posó delicadamente sobre mi mejilla, haciendo que le mirase sobrecogida, ya que hacía bastante que no le sentía de aquella forma. En aquel momento tuve realmente miedo, de que descubriese lo que sentía por él, de que se aferrase a mí de esa forma que me aterraba.

Sucedió antes de que me diese cuenta, acercó su rostro a mí, sin apenas pedir permiso y me besó, mientras la lluvia seguía cayendo sobre nosotros, y sentía su mano sobre mi cintura, aferrándose a mí.

  • Lo siento – comenzó, justo después de separarse de mí, mirándome arrepentido – no sé que me ha… - proseguía, pero antes de que dijese nada más, ya me había abalanzado sobre él para volver a besarle.

Me separé tan sólo unos minutos después, preocupada por lo que podría suceder entonces, y admiré su rostro de nuevo, estaba realmente apuesto desde aquel punto.

Sonreí como una idiota, mientras él me miraba desconcertado, pues tenerle de nuevo allí era algo que hacía calmar mi corazón de una forma que nunca habría pensado que alguien pudiese hacerlo.

  • Te llevaré a casa – dijo, haciéndome volver a la realidad, haciéndome recordar que no tenía lugar al que pudiese llevarme, ya que no vivía con David.

Me monté en el coche con él, sin saber muy bien qué hacer cuando llegásemos a casa de David, ya que no quería entrar. Dejamos la casa de Carly atrás, y admiré sorprendida como las luces estaban encendidas, por lo que mi amiga ya estaría allí. En aquel momento me di cuenta, de que realmente no tenía lugar alguno al que ir.

  • Ya estamos aquí – me informó cuando hubimos llegado a mi casa, mientras yo me bajaba del coche y él lo hacía también - ¿Estás trabajando para Charlotte? – preguntó, antes de que hubiese dado un paso más hacia la casa, haciendo que me volviese hacia él, recordando que él me había visto allí, ya no tenía escapatoria, de un momento a otro descubriría la verdad.
  • Me apetecía trabajar – reconocí, sin dejar de mirar hacia el frente – es horrible quedarme todo el día en casa, esperando a que David vuelva de trabajar. – mentí, mientras él carraspeaba incómodo – y ya no puedo volver a trabajar para ti.
  • Puedes hacerlo, nunca te privaría de…- comenzó, intentando explicarme que el trabajo no tenía nada que ver con lo que había pasado entre nosotros, pero yo sabía que no podría soportarlo, ir allí, y tener que verle cada día, pensar en lo que nunca volvería a tener, en lo que había perdido, era algo que no estaba preparada para soportar.
  • Nuestras decisiones son las que rigen nuestra vida – le corté, haciendo que me mirase con detenimiento, pues sabía que había algo que me ocurría, pues yo solía volverme bastante filosófica cuando estaba mal, y él me conocía mejor que nadie.
  • Tu decisión siempre será David – aseguró, mientras bajaba la cabeza, avergonzado, por seguir intentando hacerme feliz cuando aparentemente no podía hacerlo, era otro hombre el que me haría feliz, o al menos eso pensaba él en ese entonces.
  • Tengo que irme – admití, mientras me daba la vuelta y seguía mi camino hacia la casa que solía compartir con David, aunque sin intención alguna de entrar en ella.

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