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Capítulo 3: El valor de la verdadera amistad.

Dalma volvio al hospital con las pertenencias en mano, charlo un rato con su madre hasta que quedo dormida, llamó a su madrina y dejo encargada la salud de su madre, para que estuviera al pendiente por cualquier imprevisto que se presente, mientras ella volvía a la Universidad, habia discutido con su madre minutos antes, pues ella no estaba en contra de que dejara de estudiar incluso le pidió que la deje morir y así sería una carga menos, después de decir aquello ambas lloraron y su hija le hizo prometer nunca más decir algo parecido.

Ya no le dijo nada más, pero la decisión ya estaba tomada, aprovecharía los días que estaría allá para darse de baja, aunque eso signifique una discusión con su mamá después. Pero sabía que debía de hacerlo y personalmente sería mucho mejor.

Unas horas después de un cansado viaje, llegó al apartamento donde compartía piso con una compañera, pero se encontraba en silencio y casi vacio diria, el silencio reinaba ese lugar, no le dio mucha importancia y fue a su cuarto a cambiarse de ropa y volvió a salir, Ahora con dirección al departamento de su novio.

El susodicho no sabía que había regresado, así que sería una sorpresa, una agradable sorpresa.

Cuando llego a la entrada del edificio saludo al conserje, quien de forma amistosa le devolvió el saludo, su Novio es Nicolás y gracias a su padre puede costear un lujoso departamento en una de las mejores zonas, no como ella que su zona de residencia es peligroso incluso de día.

Subió hasta el tercer piso, y cuando iba a tomar sus propias llaves, que él le había regalado, se encontró que estaba abierto, entró y caminado por el pasillo en silencio, escuchó que hablaba con alguien alegremente, por un momento se asustó y se tocó el corazón pensando que talvez esté con otra mujer, pero volvió a respirar cuando escucho la voz de su mejor amigo, Luis.

—Sabes amigo— dice luis después de dejar de reir —ya es momento que te dé de baja con la apuesta, ya casi tres meses y aún no has conseguido nada.

¿Apuesta? ¿Tres meses? ¿De que estarán hablando estos dos?

—Yo no me doy por vencido, me conoces mejor que nadie —responde mi Nicolás —aunque me lleve un año, yo le quito la virginidad a Dalma porque se la quito.

«¿Que? Mi virginidad»

Eso iso que el rostro de Dalma cambiará de expresión, de feliz a decepción.

«¿cómo que está conmigo por una apuesta? Qué asqueroso»

—Aún no puedo creer que no hayas conseguido nada y tú que te dabas de buen conquistador y que en menos de una semana estaría a tus pies.

—Y lo está, que no te quede la menor duda —afirma —solo que es tímida, siempre que quiero ir a tercera base algo sucede, pero eso no pasa de este mes.

«Esa soy yo, una universitaria de veintiuno, que aún es virgen»

No había terminado de escuchar cuando salió llorando, con una inmensas ganas de vomitar por lo asqueroso que le resultó aquella conversación, no puede creer que aquel chico lindo y amable que la ayudo en un principio, no la quisiera y solo estuviera con ella por esa estúpida apuesta.

Llego en tiempo récord a su departamento y tan pronto puso un pie dentro, la abordo la encargada del edificio y le reclamo porque no ha pagado los últimos tres meses y que si antes de que acabe este mes, no le paga todo lo adeudado, no solo tendrá que dejar el lugar sino que también la denunciara a la policía.

—Pero señora Claudia, yo había dejado mi parte a mi compañera para que le pasara a usted, he pagado mes con mes, aquí debe de haber un error, espere a que llegue ella y aclaremos este malentendido.

—No te creas más lista que yo niña, ella hace cuatro días que no viene por aquí y la última vez, la vi irse con una maleta y tú no harás lo mismo, antes que acabe el mes me pagas por que me pagas.

—Esto no es justo —refuta.

—La vida no es justa niña, la próxima elige bien con quien compartes los gastos.

Y se fue.

«¿Y ahora qué haré? Solo me queda una semana para que acabe el mes» otra deuda más.

—¿Por qué me tiene que pasar todo junto? La enfermedad de mi madre, la deuda del hospital, lo que sale el nuevo tratamiento y ahora está deuda que ni siquiera es mia, juro que si atrapo a Samantha la mato, parecía buena chica, me deje embaucar por su buena labia y su cara bonita, y ahora aquí me encuentro con una frondosa deuda.

Llamo a su amiga Mora y al contarle todo sobre su compañera, la recriminó el no haberle hecho caso cuando le dijo que era una estafadora.

—Ya está bien, ya te he dado la razón que más quieres, que te haga un altar y te adore el resto de mi vida.

—¡No exageres! —grita del otro lado de la línea —aunque, pensándolo no es mala idea, pero bueno dejemos eso para después, que harás tienes plata para pagar la deuda, porque si te llevan presa yo abandono cualquier tipo de relación contigo. 

—Ahora la exagerada eres tú —me tomo un minuto para responderle —haré lo que no pensaba hacer, tomaré de mis ahorros, servirá para pagar las deudas y poder alquilar algo tranquilo.

—¿Ese dinero que te manda tu padre en fechas especiales? 

—Ese mismo, ahora no me puedo dar el lujo de ser orgullosa y ese dinero me servirá para salir de este problema. 

—Y yo te saco de otro.

—¿A qué te refieres?

—Recuerdas que una vez te propuse venir a vivir conmigo y me rechazaste, bueno ahora no te dejo la opción de negarte.

Después de un rato discutir, Dalma accedió ir a vivir con su amiga, bueno el tiempo que se quede en la ciudad, porque su idea principal es ir y cuidar a su madre y mientras se quede ahí pagara los gastos que le toca, las dos son obstinadas pero esta vez era Mora quien debería ceder y lo sabía.

Ya al otro día, comenzó con su mudanza, aunque no era muchas cosas, pagó a la casera quien le deseo buena suerte y luego fue rumbo con su amiga.

—¿Tenía que pasar esto para que decidieras venir a vivir conmigo? Ahora ve a aquella habitación, es para ti.

Después de terminar de desempacar y sentadas en el piso de ahora su habitación termino contándole todo lo que sucedió los últimos días.

—Maldito gusano —maldijo en voz alta después de enterase de lo de Nicolás —¿y que hiciste?

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