Capítulo 6: ¡Vendida!

En unos de los tantos y más exclusivos edificios que se encuentran alineados en la sexta avenida, Daemon quien es director y creador de una marca con fama internacional, se encuentra apreciando la ciudad entera desde la ventana del último piso, el sol ya comenzaba a ponerse y el tono anaranjado se colaba entre los rascacielos haciendo el momento aún más mágico, aunque en su mayor tiempo muestra un rostro con expresión indiferente, este es el único momento donde se permite relajarse dejando de lado su máscara de hombre sin sentimientos.

Por un segundo perdió su concentración cuando oyó la puerta, ser abierta, giro para ver como su mano derecha y amigo entraba, con su tableta en mano seguramente ya con la información.

—Averiguaste lo que te pedí —pregunto sin preámbulo

—Sí, me confirmaron que hoy habrá una subasta y es muy probable que el señor Daniel asista, al ser una subasta de vírgenes las posibilidades son mayores.

—Mmm ¿lo confirmaste?

—Ya lo he hecho y efectivamente cancelo todos sus citas después de las siete, abandonando así antes la oficina.

—Excelente, ahora consígueme acceso a ese lugar, necesito tenerlo en mis manos cuanto antes, sabes qué hacer y avisa a Yenny que prepare el auto, en un momento bajo —dijo para luego volver a mirar hacia la puesta del sol, después de todo es lo único que lo relaja.

—Sí, de inmediato

Se quedó pensando, si todo lo que hace valdría la pena algún día, o si debería de dejar que todo siga su curso, pero luego de recordar por todo lo que paso y sigue pasando por obra de Daniel, efectivamente no cree que debería dejarlo atrás, necesita seguir para calmar esa broca y rabia que trae cargando por años. A medida que crecían, más se notaba la rivalidad entre los dos primos, uno más que el otro. El mayor siempre saboteaba los logros del menor, haciendo que incluso sus padres poco a poco le deje de prestar atención, si algo sucedía el 99% de las veces era por obra suya. Si los amigos se alejaban, era por su culpa, más de una vez intento solucionar su rivalidad, pero ya no estaba dispuesto a permitir que se siga saliendo con la suya y causando daño, ahora ya es un adulto y con las suficientes fuerzas para enfrentarse a quien sea.

DALMA

Había llegado el día, casi era hora, pero mi cabeza seguía pensando que estaba mal, así que me apresure en salir antes de arrepentirse, para no encontrarme con Mora y que me interrogue, no quiero mentirle, pero aún no puedo ni estoy preparada para decirle la verdad.

Al llegar, le di mi nombre al de seguridad y después de verme dos veces me dejó entrar, seguí el mismo camino que hice el día anterior, hasta que me encontré con Delfina, la asistente de Macarena. Me guio hacia un camarín donde ya se encontraban las demás chicas preparándose, al parecer la única que estaba demorando y dando vueltas en venir era yo.

—Escuchen aquí está su vestuario, cada uno tiene su nombre y aquí sus antifaces correspondientes y colóquense los números, allí afuera solo se las llamará por su número, para resguardar su identidad y cualquier información personal que no quieran revelar, al igual que los clientes de ahí afuera, ahora por último, pero no así menos importante, están seguras de seguir, es su última oportunidad de echarse para atrás.

—Si estamos seguras —respondimos a la vez.

El tiempo pasó volando y cuando llegó el momento, ya nos encontrábamos detrás del telón esperando en mi caso quisiera que pase lo más rápido posible, una a una nos iba llamando, debíamos de dar un pequeño desfile, como si fuera una pasarela de modas, aunque aquí no mostraríamos el vestuario o prendas de lujo.

Yo era la próxima y última, los nervios los tenía a flor de piel, temía mucho resbalar o tropezarme con los mismos tacones, nunca he estado a la vista de tantas personas y eso me da pavor, quisiera que esto acabará ya.

Como aún faltaba unos minutos, fui corriendo a enviar un mensaje a Mora, conociéndola, seguramente estará preocupada porque no le avise nada, pero cuando estaba redactando el mensaje, me llego uno que no esperaba y que me quito el poco aliento y cordura que tenía.

"Dalma, tu mamá está en estado crítico, necesita el tratamiento urgente"

—05, por favor es tu turno —escuché que Delfina gritaba, hasta que llego donde estaba —ya no puedes darte de baja, ven rápido que ya es tu turno.

Escuchaba como me hablaba y lo sentía tan lejano a mí, intento recuperar mi poca estabilidad y el aire que se me había escapado. El recibir aquel mensaje hizo que quisiera salir corriendo de ese lugar, hubiera deseado haber esperado para tomar el teléfono, porque ahora lo que menos quiero es estar aquí, quiero estar a su lado.

Guardo nuevamente el teléfono, y ya un poquito recuperada y con más determinación que antes saldría y buscaría que alguien pagará mucho por ella, porque ahora sí es de vida o muerte.

Salió a esa pequeña pasarela y lo dio todo aunque por dentro se sintiera humillada y con ganas de llorar, mientras caminaba solo pensaba en su madre, pero las voces de las personas que se encontraban más cerca de ella la hizo volver a la realidad, aunque seguía la música alta no pasó desapercibido la morbosidad que soltaban sus bocas y tener aquel diminuto vestido no dejaba mucho a imaginación, no quería estar ahí, el solo pensar lo que pasaría a continuación le revolvía el estómago, las miradas lascivia que recibía le daba ganas de llorar, sonreía como si de verdad estuviera feliz, cuando era todo lo contrario.

Llego el momento y varios hombres ofertaban por ella, el escuchar las cifras que estaban dispuestos a pagar por una noche, la hacían sentirse peor, no sabía como miraría a su madre después de esto, en un momento su mirada choco con la de uno de los ofertadores, pero su mirada era extraña, no transmitía deseo ni lujuria, más bien era fría y vacía, era como si no quisiera estar ahí, no tenía sentido.

El hombre indiferente levantó la paleta y ofreció quinientos mil, así permanecieron unos minutos hasta que quedaron en varios millones y subiendo, cuando iba a dar por terminado, una lágrima escapa de sus ojos al ver lo que terminó haciendo por unos pesos que tanto necesitaba, la desesperación puede llevar a hacer lo inimaginable a cualquiera y ella lo terminó cometiendo.

Viendo quién se llevaría su primera vez se sentía incómoda y cuando vio que a segundo de cerrar la subasta alguien más terminó ofertando, se sorprendió al ver a Aquel hombre ofrecer siete millones y un" vendida" se oyó al final, ahí mismo sintió como si hubiera vendido el alma al diablo.

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