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Capítulo 5: los dos sinvergüenzas

Luego de todo eso pasaron unos días lleno de suspenso y de no saber qué hacer, si era buena idea esperar o ir por el plan original, le llego un mensaje a su correo donde le enviaban una dirección más una fecha y hora donde asistir. 

Al llegar, se encontró con un recinto cerrado, de solo imaginarse el tipo de lugar, las piernas le temblaban y solo quería salir huyendo de ahí, pero no podía la imagen de su madre, estaba presente en cada pensamiento y sabía que cada día se ponía peor, así que se armó de valor e ingreso con la cabeza en alto, ahí la recibió una chica amable y risueña que la llevó hacia una oficina donde olía un fuerte olor a perfume. En el trayecto no pudo observar mucho porque solo fue un pasillo a otro, allí adentro se encontraba una señora bastante guapa de unos cincuenta y a un costado en una fila como esperando orden unas cuatro chicas que parecían tener entre dieciocho y veinte años.

—Pasa, escuchen bien aquí están por una razón y solo ustedes la saben, a mí no me interesa porque lo hacen, pero si debo de recalcar que aquí nadie la obligará a hacer nada que no quieran, hasta que yo las anuncié con nuestros clientes ustedes podrán resistir de su decisión, ahora mi asistente las llevará con un doctor que colaborara que ustedes aún sean vírgenes y antes de que me reclamen esto es necesario por muchas razones, una de ellas porque no puedo creer ciegamente en ustedes y ahora les diré otra cosa, este examen a lo que someterán no es para nada agradable así que si ustedes creen que su razón no es lo suficientemente fuerte para seguir, pueden decirlo... No, bueno, sigan a mi asistente.

Dalma se encontraba incómoda, pero al mirar a las demás chicas nadie se movió y una a una seguían a la chica, muy pocas veces ha ido a un ginecólogo y las veces que solo eran por rutina.

—Por aquí señoritas.

Todas subieron a una camioneta que las llevó directo a un hospital. 

Al terminar no se sentía cómoda con lo que acabo de hacer, no se sentía avergonzada con el hecho de desnudarse frente a una doctora, pero sí fue humillante tenerle que comprobar a una desconocida que aún es virgen.

—Bueno señoritas, por hoy ya acabamos, mañana en la noche se llevará a cabo la subasta, recuerden llegar a las seis, para poder prepararse y estar a tiempo. 

—Disculpe, cuanto puede una de nosotras llegar a ganar.—Pregunto una de las chicas.

—No menos de cien mil es la primera oferta, ahora otra cosa, la señora Macarena me dejo decirles que si se arrepienten no necesitan ir a la noche, ella no quiere que luego sea una mala experiencia para ustedes, es por lo mismo que siempre les preguntara una y o través y si deciden quedarse es por decisión de ustedes.

Después de darles una extenuante charla las dejó irse y cada una tomo un camino diferente, por más que quisiera arrepentirse ya no lo hará, la decisión está tomada, sino para qué hacía todo esto, obvio no es por diversión. 

Apenas llego al departamento, su amiga la llamó y su voz se encontraba más chillona de lo normal. 

—Dalma, ven rápido al café que está en la quinta avenida, no te imaginas a quién estoy viendo, al idiota de Nicolás con la coqueta de Samantha, charlan y ríen como si nada, son un par sinvergüenza.

«Al mal tiempo, buena cara»

—Es mejor acabar con esto, y como si el destino me favoreciera, ambos se encontraban juntos, a esto se le llama matar dos pájaros de un tiro —hablo sola, cuando volvía a salir

Llego en un santiamén al lugar, donde encontró a Mora, observando todo desde una esquina estratégica donde no era vista por la pareja.

—Esa chica nunca me agrado, desde que supo qué tenías novio y que era Nicolás, siempre se la pasaba de coqueta.

—Oye, no saques conjeturas así, podrías equivocarte.

—Si tú misma me contabas que ella cada semana bajaba de un coche diferente, se le notaba que buscaba chicos con dinero y no es malo, es su vida, pero hay que ser razonable uno por semana y además yo siempre la veía echarle ojitos a tu ex y al otro eso no le disgustaba todo lo contrario le alimentaba al ego suyo. Además, tampoco es como si fuera mi amiga y la estuviera traicionando.

Después de escuchar su argumento, se puso a pensar que no quería hacer todo un show como le aconsejo su amiga, más bien haría algo a su estilo.

Entro y se dirigió directamente hacia la última mesa donde se encontraban ese par, al caminar en línea recta, la primera en verla fue Samantha, quiso hacer que no la vio y miró hacia la ventana como viendo el paisaje o algo así, pero en cuanto se puso en frente de su mesa, allí ya no pudo ignorarla y Nicolás pronto se puso de pie nervioso porque lo había atrapado.

—Amor, llegaste antes —decía el muy cínico, ella aún seguía sin decir una palabra, por el contrario, lo veía a él y luego a ella. —Esto no es lo que piensas, yo solo vine un poco antes de nuestra cita, y de casualidad nos encontramos y nos pusimos a hablar y adivina hablábamos de ti. —seguía defendiéndose, como si pudiera creerlo, qué iluso.

La abrazo e intento darle un beso, que ingeniosamente la esquivo y termino dándole un beso en la mejilla, luego del incómodo momento, la invito a sentarme, pero cuando vio que no hacía movimiento de seguirlo, la miro confundido.

—Terminamos —lo único que hizo al escuchar aquella palabra, fue parpadear —y tú —se dirigió a Samantha. —No creas que te salvarás, esta es mi cuenta bancaria, ahí depositaras todo el dinero que me robaste, si no iré directo a la policía.

Se dio media vuelta y salió por el mismo lugar que entró, sin mirar a nadie, y sonreía victoriosa, cuando ya iba saliendo escuchó unos pasos, era Nicolás que venía tras ella, la toma de la muñeca, una vez afuera.

—Espera Dalma, ¿por qué me dejas así?, creí que estábamos bien, yo te amo mucho —le dice como si con eso lograría que se arrepienta. 

—Es tu problema, porque yo, ya no te amo.

—¿Qué? ¿Imposible? Tú debes amarme —le reclama. 

—¿Perdón? No es imposible, ya no te amo, fin del cuento, sigue con tu vida y yo con la mía.

—¿Acaso le abres las piernas alguien más?, ¿es eso verdad? Eso de ir a ver a tu madre es solo una escusa, ni siquiera debe de estar enferma. 

No soporto toda la m****a que de su boca salía, y de inmediato lo calló con una bofetada, estaba tan furiosa que estaba roja y seguía ahí, terminarían muy mal, pero antes de irse se dio el gusto de humillarlo más.

—Primero ni hables de mi madre porque te doy otro golpe, y en cuanto a si tengo alguien más, no necesito una escusa, aquí mismo tengo a alguien que es mucho mejor que tú, insecto inservible. 

Y volvió a tomar rumbo, alejándose dejándolo, sobando la mejilla afectada y completamente sin palabras.

Ahí mismo tiempo la alcanzo Mora, que vio todo en primera persona, quería aplaudir a su amiga, pero al verla en ese estado solo pudo abrazarla. 

—¡Oye! ¿Qué paso? ¿Qué te hizo? Espérame aquí que también le daré su merecido. 

—No, déjalo.

Mora, no muy convencida, decidió no seguir preguntando y decidió seguir su propio camino, pero luego de volver a mirar hacia atrás y ver que Nicolás seguía ahí, parado como tonto mirando hacia Dalma, que ni se inmutaba en darse la vuelta.

Sonrió y siguió caminando, con un pensamiento en la cabeza.

«Ya llegará mi momento de hacerte pagar, m*****a escoria»

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