Kate entró a primera hora de la mañana y se dejó caer en su escritorio. Por dios, había días que se sentía mal, pero ninguno en comparación con este. Y lo mejor de todo… tenía tanto trabajo como para cortarse las venas y ya se había acabado toda su despensa de sangre… de dos tipos, aun si esta le sabía asquerosa y tenía que forzarse por meterla a su sistema.

Eso significaba…

Que si no hacía algo pronto para conseguir dinero se sofreiría como huevo al tocar el sol. O era dinero o su maldito esclavo de sangre. La sangre de él ayudaría a que no se cocinara. Pero el desgraciado brillaba por su ausencia.

Esa mañana Mary le había mandado un mensaje, pero no había tenido tiempo de verlo. Ya lo haría más tarde. Seguro que era para sermonearla por no cuidarse más. Bostezó sonoramente y estiró los brazos. Estaba agotada y eso que había regresado temprano a su casa, pero el diseño la llamaba desde la mesa y cuando notó eran casi las 5 de la mañana cuando se recostó en la cama.

-Amiga, sigue así