Julieta inhala el aroma del revuelto de huevos con queso que se ha preparado para desayunar junto al pan tostado, y una leche caliente. Si bien sabe que debe alimentarse bien no quiere dar paso libre a sus cada vez más extraños antojos, que si fuera por ellos estaría comiendo durante todo el día. Trata de llevar una dieta nutritiva para brindarle a su pequeño todo lo necesario para crecer, pero tampoco quiere descuidar demasiado su silueta. No porque piense volver a la pasarela, sino porque quiere mantenerse bien.Al oír el timbre sonando la modelo deja sobre un plato la tostada con mermelada de frambuesa a la que le ha dado un mordisco, no tiene idea de quién podría ser, de vez en cuando Timoteo suele venir a desayunar con ella, pero le ha avisado que esa mañana no podría ir por una reunión importante que tenían. S i no fuera que supiese que Ariel es parte de esa reunión, podría imaginar que fuese él, aunque no puede decir que eso pueda ser algo que realmente desee.—Hola, querida. ¿
Ariel pasa el dedo con cariño por la ecografía de su bebé la cual ha hecho imprimir y enmarcar para lucir en su escritorio, no en su oficina de Research Technology, sino en la casa central de Industrias Steinberg. Su agencia de publicidad ha quedado bajo el completo control de su esposa, mientras que él tomaba el control de las empresas de la familia junto con su primo. En primera instancia esa transición fue difícil de llevar a cabo, pero al tener un objetivo claro en vista eso se fue haciendo más sencillo a medida que el tiempo pasaba y cada victoria lo acercaba más a la razón por la que estaba allí. Y hoy parece haber llegado el día en que todos los esfuerzos y sacrificios que ha estado haciendo estos último meses comenzarán a dirigirse hacia el final de todo. —Estoy camino a la libertad —murmura el empresario que nunca creyó que un día tendría que pelear por algo así, uno simplemente da por sentado que es una persona libre de tomar sus decisiones, aunque la experiencia le ha en
De camino a su casa, Julieta se detiene ante una tienda de ropa para contemplar en la vidriera un pequeño conjunto de niño de color verde militar. Con una sonrisa se imagina a su pequeñito con esa ropita si es niño, aunque claro que si llegase a ser una niña le vestirá con todo vestido que halle, como la princesa que será. —Pareciera que falta tanto tiempo, y sin embargo ya han pasado tres meses. Temo que en cualquier momento cerraré mis ojos y al abrirlos ya te tenga en mis brazos —murmura la modelo con una sonrisa divertida acariciándose la barriga con cariño. Desde que ha dejado Research Tecnology, ha contado con mucho tiempo libre, más de lo que está acostumbrada. De hecho hasta ha comenzado a considerar dedicarse a algún emprendimiento, y la ropa podría ser uno, recuerda que su madre siempre ha soñado con tener su propia línea de ropa infantil. Y quizás ella puede cumplir ese sueño, solo necesita algunas telas, una maquina de coser y voluntad para hacerlo, puede comenzar con al
Carolina se mira en el espejo del ascensor observando las ojeras que ha tenido que cubrir con maquillaje, desde que su suegro le soltó la mano, dejándola a su suerte no ha sido capaz de descansar. Su mente le da vueltas una y otra vez al asunto que le urge, el tiempo sigue pasando y ella aún no cuenta con un niño que presentarle a su marido cuando su supuesto embarazo termine.—Aún no puedo creer que me haya desechado como si fuese un trasto inservible, pero le demostraré que no necesito de él ni de nadie para conseguir lo que quiero —declara inflando su pecho con decisión, dispuesta a salir victoriosa de esa situación como siempre.Sin embargo, hay algo que Fernando le expuso, y aunque no le gusta la idea de admitirlo, tiene mucha razón. Que ese embarazo no fue la mejor estrategia para asegurarse poder mantener a Ariel a su lado, y la indiferencia que mostró su marido durante la ecografía es una clara confirmación a eso. En un primer momento creyó que solo así podría opacar a Juliet
Aprovechando los cálidos rayos de sol de la tarde, Fernando se dedica a recortar uno de sus rosales, si su esposa aun viviera le estaría reclamando que esa no una tarea de la que él debería estar encargándose, que deje al jardinero hacer su trabajo. Sin embargo, en este último tiempo ha hallado que la jardinería es una tarea sorprendentemente gratificante, uno cuida a su planta, y ella a cambio crece tal como uno espera que haga. Si con las personas las cosas fuesen igual de sencillas cuan fácil sería su vida, y la de todos ha decir verdad. Aunque lo cierto es que esa tarde no ha acudido a la jardinería en busca de gratificación, sino más bien de cierta calma. Ante la noticia de que fue despedido de la Junta directiva de Industrias Steinberg tenia dos opciones, acudir a su bar o al jardín, y por suerte ha tenido la docencia para elegir lo mas sensato. Si bien ha logrado cierto nivel de paz, su mente no deja de dar vueltas a ese asunto, hay demasiadas cosas implicadas como para creer
—¿Por qué lo ha hecho? No encuentro ninguna razón para justificar que haya aceptado vivir con nuestro padre —protesta Ariel apretando los labios con disgusto ante esa noticia que no le hace ninguna gracia. —¿Quién sabe? Estabilidad, protección, contención, estar apartada de la atención de la gente, hay una larga lista de beneficios que la pueden haber convencido de que era lo mejor que podía hacer. Además de que ambos sabemos que Fernando puede ser muy persuasivo cuando se lo propone —defiende Timoteo cortando un pedazo del bistec que el han servido en el restaurante al que ha ido a almorzar. —Él solo lo ha hecho para mantenernos cerca y controlados, tú irás por tu novia, y yo por mi hijo. Además del hecho de que sin duda intentará ganarse su confianza e incluso hasta ponerla de alguna manera en nuestra contra —señala el empresario soltando un suspiro de exasperación al ver que su padre nuevamente logra ponerlos en aprietos. —No perdamos de vista lo importante, hemos conseguido una
Julieta observa la enorme habitación a la que el mayordomo la ha conducido para que se instale, el lugar es casi tan grande como todo su apartamento. Dejando la maleta al lado de la puerta observa loa hermoso muebles de madera labrada que parecen propios de la época colonial. Con pasos lentos y la mano apoyada en su vientre recorre la habitación admirando cada detalle, la alfombra persa con coloridos símbolos, el amarillo pastel de las paredes, y al llegar a la cama la palpa sintiendo la suavidad de las sabanas y lo acolchado del colchón. Sin duda puede tener la certeza de que comodidades no le faltarán en ese lugar, aunque a pesar de eso no puede evitar sentir la duda de si será capaz de sentirse a gusto allí. De hecho aún no está muy segura de que haya tomado la decisión correcta, de que estar bajo el mismo techo que Fernando Steinberg sea buena idea. Pero al menos estar allí representa tener que ocuparse de varias preocupaciones que solían estresarla, si bien es consciente de que
—¡¿Acaso no recuerdas quién soy yo?! ¡No puedes prohibirme el paso como si fuera una don nadie, soy la esposa del heredero de todo esto! —reclama Carolina en pleno ataque de furia ante el mayordomo que parado ante la puerta de la mansión Steinberg le impide pasar. —Las órdenes han sido muy claras, señora. Al menos que venga acompañada de su marido no puede pasar a la casa, por lo cual debo pedirle que se retire, de otro modo me veré obligado a llamar a seguridad para que la acompañen fuera de la propiedad —indica el hombre con suma tranquilidad, como si solo estuviese lidiando con el berrinche de un niño. —¿Esto es por esa modelo de cuarta que ha venido a vivir aquí? ¿Esa zorra que ha venido a refugiarse aquí como si fuese la gran señora? Puedo asegurarte de que no tienes idea de con quien te estás metiendo, me encargaré personalmente de que quedes en la calle —protesta la mujer con el rostro enrojecido por la rabia que siente ardiendo dentro de ella como si fuese un incendio descont