Bajé la escalera principal despacio para no tener un accidente con los tacones y el vestido.
-¡¡¡Estás maravillosa Anto!!! – gritó Flor dando saltitos de emoción.
-Totalmente, estás espectacular – secundó Mar con ternura a lo que le sonreí.
-Toda una bella farfalla – sonrió mi madre con cariño y dulzura.
-Mía principessa, sei perfetta mío amore – agregó papá con una gran sonrisa que me contagió. Volteó a ver a mío fratello – ¿No te parece mejor si la acompañas figlio?
-Papá – lo llamé con un tono de queja – Ya hablamos de esto.
-Pero cariño, vestida así prefiero que vayas con tuo fratello.
-Secundo la noción – dijo mío fratello con una de sus manos levantadas como que estuviera en el colegio respondiendo una pregunta hecha por algún profesor lo que me hizo reír por mis ocurrencias – Puedo ser tu escolta.
-Suficiente, he hablado de esto contigo papá y tú Gio
La segunda parte de este capítulo. Interesante, interesante... Donato y ella no están para nada bien, qué es lo que creen que sucedió? Lo sabrás de seguro en las siguientes actualizaciones. Gracias por seguir aquí y disfrutar de esta historia. Sígueme en mis redes sociales y sígueme aquí en Buenovela.
Para mi desgracia, el plan que tenía en mente salió totalmente al revés y la flecha regresó a mí como un boomerang. Flavio, Guido y Romeo forcejearon con Franco y Mássimo para que soltaran a Donato, el Team Soccer como siempre se involucraron en la pelea para apoyar a los chicos y que Donato no escapara, pensaba hablar con él, pero no creí que la pelotita me regresara a mí y de una forma que me golpeó tan fuerte que la perjudicada fui yo. FLASHBACK: Los chicos forcejeaban con Flavio, Romeo y Guido y Donato estaba sujeto del cuello por Franco, estaban armando un escándalo que, si no lo detenía ahora, se convertiría en una pelea segura entre ellos. Otra de las tantas que han tenido, contando sus discusiones. -Bueno es suficiente – alcé mi voz con enojo – Franco suelta a Donato, ahora mismo – le ordené y el volteó a verme, mi mirada era severa y firme para que supiera que hablaba en serio.
-Pues lamento que tengamos diferentes puntos de vista, amore mío – dijo con una voz lastimera falsa – Tú no me vas a dejar o sufrirás las consecuencias – volvió a amenazar. Con todas las fuerzas que tenía levanté uno de mis pies para dejarlo caer en uno de sus pies con toda la intención de lastimarlo y que me soltara, pero él solo soltó un pequeño gruñido quejándose y me sujetó mucho más fuerte incrustando sus uñas en mi brazo y cintura lastimándome y provocando que saliera un pequeño grito de dolor de mi boca. -Eres una… - ¿Una qué? ¿Eh? ¡Dime! ¿Una qué? – pregunté furiosa. -Una leona loca – se rio al tiempo que se acercaba a mi oído – pero dudo que sigas siendo tan valiente cuando todo mundo sepa que nos divertimos ese día en mi lugar secreto – susurró. -Pues si tú te atreves a decir semejante mentira, yo me encargaré de desmentirlo – dije entre dientes. -Vamos a ver a quien
- ¿Qué sucede? ¿Y todavía te atreves a preguntarlo? – pregunté entre dientes, la rabia se escuchaba en mi voz mientras íbamos por el tráfico – Donato, eres un imbécil, si estoy aquí contigo yendo a este baile es por tu estúpida amenaza. -Tengo que recordarte que no ha sido mi culpa que no podamos ir a este baile felizmente – me reprochó como si yo fuera la culpable, aunque en parte así era, por haber confiado en él. -Eres tú el desquiciado que no me deja libre, ¿qué digo, libre? En realidad, no me dejas en paz, porque ni siquiera teníamos nada oficial antes de tu absurda amenaza para decir que no me dejas libre – dije con enojo e irritación en mi voz. -Amore mío – trató de tomar mi mano la cual aparté inmediatamente. -Amore mío nada y no te atrevas a querer tocarme. -Ya veremos – siseó frustrado – y ya te dije que debes portarte bien conmigo si no quieres que mis amenazas se cumplan mío ángel. -Estoy
- ¡Uy! Parece que alguien no está teniendo tan buen baile – esa voz – ¿Problemas en el paraíso con Donato? – volvió a hablar haciendo que causara una sonrisa en mi rostro. Me volteé de inmediato y él quitó sus manos – Guido – sonreí y el me correspondió con algo de pena y timidez, algo raro en él, casi siempre ha demostrado ser tan arrogante y desafiante como Donato – Que lindo verte acá, creí que no vendrías – dije abrazándolo a lo que él me correspondió, pero con más fuerza sin siquiera lastimarme un poco, sentí su abrazo muy tierno y confortante. -En realidad no iba a venir, pero lo pensé mejor y…creí que podría valer la pena ver a mis amigos y a mis amigas – sonrió tiernamente y me miró tan penetrantemente, pero sin esperarlo su mirada no me causó incomodidad ni ninguna otra mala sensación o molestia, lo que me sorprendió. -Pues tomaste una buena decisión, estoy segura de que lo pasaremos muy bien – tomé su mano y le acaricié el dorso con mi pulgar. Él ba
-Ya vine idiotas – saludó groseramente, yo solo rodé los ojos con molestia. – Ya estoy aquí precioza – Se sentó en la silla al lado mío para luego atraerme a él y besarme en los labios por un momento, no pude nada más que corresponder porque los chicos nos veían. Me aparté lo más pronto que pude y fingí sonreír encantada. - ¿Qué te cuentas fratello? – preguntó Romeo chocando el puño con él. - ¿A dónde fuiste? – preguntó Guido con el ceño fruncido. – Encontré a Celestia sola en la mesa de postres después de que te fuiste. Se encogió de hombros mirándolo con desdén, la tensión que ambos irradiaban despertaba mi curiosidad, algo habría pasado entre ellos – Nada importante, solo me llamaron para un trabajo que estoy solicitando y hasta ahora el proceso va más que bien – sonrió ampliamente, no sabía de qué trabajo se refería, pero tampoco me interesaba en lo absoluto, incluso si encontraba trabajo para mí mejor que se desapareciera hasta los fine
-Oh, con que aquí están – llegó Donato por detrás de mí. Volteé a verlo mientras por el rabillo del ojo vi como Guido suspiraba y pasaba su mano por su cabello desordenándolo. -Si, aquí estamos, estábamos bailando mientras tú venías. -Así es – secundó Guido – Stella y Flavio están bailando juntos y Celestia y yo estábamos… -Molto bene, grazie por cuidarla por mí – no lo dejó terminar Donato cuando me jaló hacia él. -Al menos deja que terminemos de bailar esta canción Donato – habló con seriedad. -No es necesario, yo ya estoy aquí, Celestia no te necesita más, SU NOVIO ya está para bailar con ella – Guido dio un paso y Donato también. - ¡Chicos! Per favore, tranquilos – me volteé hacia Guido – Grazie mille, Guido, has sido una maravillosa compañía – sonreí sincera y tomando una de sus manos suplicando con la mirada que se fuera y esperaba me entendiera. Guido se me quedó viendo por unos segundos de más
Pasaron varios minutos desde que vi a Donato irse detrás de esa chica castaña, no me importaba nada que se metiera con ella, con tal de yo me encontrara fuera de su radar hasta le buscaba más chicas si quería. Sentí la mirada de alguien en mí mientras seguía tomando mi limonada, volteé mi cabeza buscando al responsable de aquella mirada, pero no la encontraba, volví a tomar de mi bebida. Aún me encontraba al lado del escenario en una de las esquinas del salón. Suspiré. Busqué con la mirada a Guido, pero no lo encontraba por ninguna parte, ahora si me estaba arrepintiendo de haber venido, me temía que esto pasara… y… pasó. Seguía sintiendo esa mirada, pero no encontraba de quien y empezaba a sentirme incómoda por ello. Tener tanta gente a mi alrededor siempre había sido un problema para mí y ese pequeño detalle ya comenzaba a pasarme factura, más que estaba sola, pero lo prefería mil veces más a tener la absurda y despreciable compañía de Donato.
Mis ojos se cristalizaron sin poder creer lo que veían enfrente, las lágrimas bajaron sin piedad por mis mejillas, mi boca abierta de donde salían pequeños jadeos por el cansancio y a la vez por el pequeño trance de shock en el que había entrado. Simplemente no podía creerlo. Era imposible. Esto no podía estarme pasando a mí. -No, no, no – dije para mí en un pequeño hilo de voz mientras agitaba mi cabeza con incredulidad. Frente a mí había una pared. Una estúpida pared. Sí, para mi desgracia, estaba atrapada. Estos hombres habían logrado acorralarme. Me desequilibré y caminé con pasos inseguros hasta una de las paredes en las que mi cuerpo se desvaneció. Seguí soltando pequeños jadeos. -¿Qué pasa presioza principessa? – giré mi rostro hacia ellos – Oww ¿estás llorando piccola? – ahora eran cinco hombres. Cinco. Hombres. De. Negro. ¡CINCO! – No llores lindura, si quieres podemos consolarte – dijo uno de ellos haciéndo