En verdad que Begum no podía creerse el tipo de Imre que le había tocado. Todo lo que rodeaba a David Alberto era un maldito laberinto, él era uno en todo caso. Tanto por su forma de mirar el paisaje, como la forma en hablarle a ella cuando estaban solos. Lo mucho que confiaba en ella y lo poco bien que la trataba; en cuestión de minutos aquel que duerme en su regazo era capaz de hacerla sentir especial y a la vez insignificante.
Lo tan rico y poderoso que era, pero lo tan humilde que había sido con aquellos hombres sin casa fue como ver uno de aquellos show en donde un hombre metía la cabeza en el hocico de un cocodrilo: solo se espera el momento que algo malo ocurra. Aunque no los ayudó de a gratis, lo hizo con la intención de tener trabajadores y, por lo que dijo en la mesa, más compradores que ayudasen para salvar a Arlyn
Ya han pasado dos semanas desde que se habían hecho con aquella casa del Campo Algodonero sur, fue incomodo los primeros días para ambos al ser los únicos en aquella vivienda, pero se acostumbraron.La relación que mantenían Begum y David Alberto, era meramente profesional y solo cruzaban palabras cuando estaban en la mesa o cuando el joven Imre le pedía algo, cosa no ocurría todos los días. Él logró conseguir buenos maestros privados para ella, también alguien que le instruyera para aprender a tocar el violín. Eso último no funcionó del todo bien, en verdad la Ninochka no tenía nada don y al no gustarle, ambos se inclinaron por mejorar su manejo en el piano.Como bien había dicho Abraham su padre ahora le veía como un
El día dio paso a la noche, fue después de las ocho que David salió de su oficina y en la sala solo se encontraba Begum, quien veía entre lágrimas una vieja película: El Inocente, donde protagoniza Pedro Infante. El joven Imre escucha con atención, la escena que se lleva acabo es cuando Pedro y amistades cantan "no volveré".Es una maravillosa canción y posee buena voz, pero ¿por qué la Ninochka llora como si le hubieran arrancado el corazón?— ¿Vas a estar llorando? —ante la pregunta, la Ninochka comienza a limpiarse la cara queriendo borrar las lágrimas— ¿Tanto te ha conmovido?— Ha sido una buena película.
Begum despierta abrazada a su hermana menor, quien se remueve un poco al sentirla moverse. Sonríe soñolienta, acomoda el alborotado cabello de Lewa y da un beso en la frente de su dormida hermanita antes de ponerse de pie, estirando sus brazos para poder despejar de cualquier rastro del sueño a su cuerpo. Ve a su alrededor, el cuarto decorado con tonos pasteles y objetos brillantes, con aquella alfombra arcoíris y sin fin de peluches le obligan a bajar la mirada, tomando una bocanada de aire temblorosa. No le ha gustado nada el sentimiento que se ha instalado en su pecho, es pesado y ruin, así que decide salir del cuarto para poder ir por un poco de agua. Cruzando la sala se frena al ver la espalda de David Alberto en la cocina, traga y con nerviosismo baja el final del short de pijama que porta y sube la blusa de tirantes, es de espe
David Alberto voltea a ver a Begum después de terminar su llamada con Luis al cual avisó de que ya se encontraban fuera del aeropuerto y podía pasar por ellos; ella sigue con la mirada baja mientras mantiene una expresión vacía, no puede leerla y eso extraño. Desde aquella vez ella se había puesto en plan "no le veo, no existe", lo cual comienza a molestarle. Al principio creyó que esa actitud era de esperarse después de haber tenido sexo y le dio su espacio, pero en el viaje le hizo falta.Aunque estuviera a su lado, ella evitó tocarle y esquivó sus conversaciones, ¿acaso ella no quiso tener sexo con él? Y una mierda, ella había sido quien apago las luces, no él. Fue ella quien dio el último paso, lo que hicieron fue consensuado y ambos lo disfrutaron, está seguro de es
Abre la puerta con mucho cuidado, rezando porque David Alberto estuviera despierto y que al verla le sonriera travieso, burlándose de ella por preocuparse, pero no es así. Él sigue en la camilla y una máscara de oxígeno le ayuda a respirar, Begum piensa muy seriamente en pedir una para sí misma a estas alturas.Cuando ella se pasó a retirar por órdenes de David Alberto, no creyó que las cosas se pusieran tan mal.Luis le ve extrañado al verla sentarse en el asiento de copiloto y es de esperarse pues es el lugar de David Alberto, pero no dice nada. Begum le mira sin poder decir palabra, quiere decirle que vayan a por el joven Abraham lo más rápido posible, que su joven Imre no puede quedarse solo con aquel hombre que tanto miedo le causó con su sola presencia, pero nada sale de sus labios.El chofer suelta una risilla sin entender, se inclina y le abraza contra
Por un momento creyó que se iba a salir con la suya, el ir y hablar seriamente con el trío V para llegar a un acuerdo de mutua ayuda, pero al final Abraham le hizo sentarse de copiloto mientras él manejaba. Si estuviera Luis, David Alberto sabe que estaría logrando su cometido, sin embargo, su chofer tuvo que reunirse con Rosa para ir hacer el mandado.Tampoco se puede quejar, el estrés al que ha tenido que verse sometido durante meses no le ha permitido disfrutar de algo tan simple como un viaje de carro, claro que ha tenido sus respiros; ver películas con Begum, cocinar junto a ella e incluso el haber ido a conocer a los padres de ella, error, llevarla a ver a sus padres. Sí, él no viajó solo para conocerlos.Niega con la cabeza, ve hacía el retrovisor y ahí está ella, viendo por la ventana desde el asiento trasero. Era una atrevida, le había besado en el hospital, ya que &eacu
Cuando despertó, el frondoso cabello de su Ninochka fue lo primero que vio y en vez de retirarlo o alejarse, acopló su cuerpo al de ella y hundió la cara en aquella melena oscura, respirando la fragancia suave de dulces frutos. Begum se removió entro sueños, acomodó mejor la espalda contra su pecho y suspiro, volviendo a quedar totalmente dormida.No, él jamás se imaginó así, pero no le pareció malo aquello.Fue Abraham quien volvió a despertarlo, al parecer se había quedado dormido de nuevo y al abrir los ojos, Begum estaba abrazada a él de frente. Como la luz seguía apagada y las cortinas cerradas, la tenue luz que lograba filtrarse no permitía ver con claridad el rostro de su amigo, pero sí en dónde estaba.
La carta había llegado a sus manos gracias a un hombre bien arreglado, el traje color blanco y un broche de tulipán adornando el cuello de la camisa de vestir, los zapatos negros relucientes y el pantalón pulcramente planchado, destacaban en el lugar tan casual que se encontraba comiendo con sus acompañantes de trabajo.De alguna forma, David Alberto no pudo verlo a los ojos, ni otra característica que no fuera la vestimenta. Tal vez el temor de ser descubierto, como el de un niño a punto de hacer una travesura, o porque le recordó un poco a su padre.— Buenas tardes —saludó el hombre, interrumpiendo sin preocupación alguna.— Buenas...