El Rey del antiguo Helios, ahora Rey de todo el mundo conocido, un hombre alto comparado con sus congéneres, de cabellos negros y ojos azules, se había levantado a las 5 de la mañana para ver el amanecer, se aseaba, vestía y arreglaba solo, una rutina que nunca interrumpió aun cuando estuvo en el frente de batalla. Los rayos de sol apenas y alumbraban la habitación, pero se podía ver el hermoso acabado del suelo, paredes y techo, los pisos con bellos mosaicos, la cúpula del techo hermosamente pintada y las paredes con cuadros traídos de todo el mundo, a pesar de que al principio no quiso decorar la habitación, se alegró de haber sido persuadido. Mientras veía salir el sol volteo hacia su cama a ver a su esposa, una hermosa mujer morena de cabellos rojos y largos que aun yacía ahí, al verla esbozo una sonrisa, su vientre llevaba al que sería el Rey del mundo, aunque aún hubiera mucho trabajo que hacer para unificar a las tribus Killa al reino Helios, lo importante ya estaba hecho, al menos en su Reinado el no permitiría que la paz se desvaneciera.
—Buenos días Norman —dijo la Reina mirando a su esposo con sus hermosos ojos café, ella había agarrado por sorpresa a Norman en su ensimismamiento, aunque el no mostro signo de aquello—. Creo que hoy va ser el día, lo presiento.
—Es poco probable Selene, aún falta mes y medio para que llegue a los nueve —Dijo Norman. Que ya no tenía la sonrisa en su rosto, sino una cara con una seriedad sin igual.
—Algún día entenderás que no todo es como tú crees que es, después de todo jamás pudieron acabar con nosotras y sé que si hubieras tenido la posibilidad de ganar la hubieras tomado —dijo la Reina con una sonrisa pícara en su rostro tratando de molestar a su esposo, pero este ni se inmuto.
—Lo que dices es cierto, algún día lo entenderé, ahora me disculparas debo ir a trabajar —dijo el Rey sin pizca de perturbación alguna, saliendo de la alcoba real, afuera de esta le esperaba Pisto, su mano derecha, llevaba su armadura, aunque Norman ya le había dicho que no la necesitaba en el palacio el seguia insistiendo que nunca estaba demás estar preparado, algo que el Rey no pudo refutar. Pisto era una persona sensilla, no le gustaba llevar muchos adornos como era la costumbre entre los soldados de Helios, y habiendo escalado desde abajo esa costumbre se quedo en el, por ende encima de su armadura solo llevaba una toga blanca, ningún adorno mas salvo el collar de león que había heredado de su padre.
—Buen día Norman, hoy tenemos audiencia con el consejo sobre las tierras de las tribus Killa y su repartición, también sobre la explotación de los recursos del bosque Gan—decía Pisto mientras se paraba recto con las manos detrás de su cuerpo.
—Buen día Pisto —saludo Norman con una expresión amable en su rostro, que solo duro un segundo— Descansa, esos tipos… solo ha pasado un año desde el tratado de paz, no es momento de presionar, si se apresuran por la codicia de ganar mas podrían reavivar la llama de la guerra, aunque hayan muchos espacios que la tribu Killa no utiliza igual es sagrado para ellos, ¿se creen que la guerra la ganamos nosotros?, me encantaría ver a uno de esos eruditos pelear contra una guerrera de la luna, no tienen ni idea, ellas jamás atacaron, solo se defendieron o contraatacaron, y haciendo nada más que eso mantuvieron al ejército más poderoso del mundo en tablas. Hablando de ellas, ¿se sabe algo de la guerrera de luz de luna?
—No señor, desde que recibimos la noticia de que se había ido de su tribu a las profundidades del bosque Gan ellas no nos han dicho nada más.
—Es una Lástima, alguien como ella podría haber hecho de nuestro reino uno con una fuerza sin igual.
—Señor, además de la audiencia debemos concretar los caminos hacia el bosque Gan, también el comercio en el extremo del reino aún no se recupera del gasto por la guerra, igualmente... —Pisto prosiguió con la agenta hasta que Norman lo detuvo—. Muy bien, muy bien, ya entendí, hay muchas cosas por hacer, vayamos yendo.
A las tres de la tarde, luego de haber finalizado una buena cantidad de sus deberes, haber regresado al palacio, y estar trabajando en su oficina, el Rey estaba a punto de tomarse un descanso para almorzar, cuando escucho un alboroto afuera de su oficina y decidido salir a ver qué sucedía.
—¿Qué está pasando ahí afuera? —dijo el Rey abriendo la puerta de su oficina algo extrañado por el alboroto.
—Señor, ha comenzado, su hijo está en camino de nacer —dijo una sirvienta del palacio mientras estaba siendo detenida por un guardia, el rostro del Rey esbozaba una gran sonrisa— muchas gracias por traer esta noticia ahora regrese a sus labores.
El rey se preparó de inmediato para ir hacia sus aposentos, pero en el camino algo sucedió, el Rey escucho gritos provenientes de la calle, salió a una ventana, y allí pudo ver que un agujero del tamaño de la ciudad se había abierto en el cielo, objetos de gran tamaño empezaron a salir de ese agujero, el Rey no creía lo que veía.
—«Mierda, pero que es esto, ¿un ataque?, pero ¿de quién? Jamás vi nada igual, justo hoy, es el peor escenario para el parto» —pensó el Rey que vio a Pisto llegando corriendo por un pasillo—. Pisto, ve donde esta Selene, protégela y al bebe que está por nacer, confió en ti, yo debo organizar la defensa de lo que sea que este viniendo —decía Norman, con una respiración fuerte y tratando de entender que está pasando en realidad. Pisto no dudo ni un segundo y se dirigió hacia la alcoba real, Norman se alisto lo más rápido que pudo, tomo los guardias que había cerca y fue a toda velocidad hacia donde estaban bajando los objetos de gran tamaño que por lo que el podia ver eran metalicos, bajaban de forma antinatural como si fueran de pluma, de pronto se escucho una poderosa voz que hacia eco en gran parte de la ciudad, esa voz venía de esas cosas, decían—: Desde Hoy este mundo le pertenece al Imperio Infinito, ríndanse en este momento y no abra ninguna muerte.
El Rey Norman entendió que sea quienes fueran no parecían de este mundo, y sabían el idioma de Helios, por consiguiente estando ya cerca de esos objetos voladores metalicos, Norman decidió llamar su atención para dialogar, mando traer la bandera de su nación y le dijo a uno de sus soldados que la ondeara para mostrársela a los intrusos, mientras hacia esto mando a dos oficiales a puntos estratégicos a seguir sus mandatos de defensa y que organizaran a los soldados según sus planeamientos espesificos. Mientras esos soldados se iban, vio que una parte de una nave se abrió y de ella salieron unos seres de metal con forma humanoide, aunque uno de los que salia si se veía como humano, la nave descendió permitiendo a los que estaban saliendo de esta tocar el suelo. Al acercarse más Norman pudo ver con claridad a la persona que iba con esos seres de metal, era una mujer, llevaba pantalones y una chaqueta manga larga, todo de negro, Norman vio que en su brazo llevaba algo como un adorno, y también podudo ver un colgante con simbolos que el no reconocia, era rubia con pelo corto, y ademas tenía una gran cicatriz en el rostro que cruzaba desde su ceja izquierda hasta su mejilla derecha.
—Saludos Norman Rey de Helios, mi nombre es Minerva, seré directa, estamos aquí para conquistar su mundo, como dije, si se rinden ahora no habrá muertes —Norman apretaba los puños conteniendo la ira por lo engreído que sonaba esa afirmación, pero lo extraño es que no veía soberbia en la cara de la mujer que estaba frente a él, y por su mirada podía darse cuenta de la convicción que tenía.
—Me disculparas Minerva, pero nosotros no sabemos nada de ustedes, ¿cómo quieres que nos rindamos sin conocer la fuerza que tienen?, invaden mi ciudad y exigen rendición, nosotros no nos rendiremos con unos cualquieras llegados de la nada.
—Entonces si demostramos que somos muy superiores a ustedes, ¿se rendirán?
—No, no lo haremos, lucharemos hasta el final —en ese instante Norman tomo su gladius y fue a toda velocidad a atacar a Minerva, pero un segundo después una esfera de energía apareció cubriéndola, Minerva hizo un gesto con sus manos, los grandes cuerpos de metal se movieron y apuntaron sus manos hacia los soldados que estaban allí, un sonido atronador le siguió a este acto, balas fueron lanzadas hacia los guerreros ahi presentes, algunos levantaron sus escudos pero fue inútil, las balas los atravesaron como cuchillo caliente en mantequilla matando a todos los guerreros que estaban junto al Rey, los cuerpos salieron volando y la sangre mancho todo el camino, luego Minerva hizo otro gesto y se detuvieron.
—¿Ahora te das cuenta de nuestra superioridad Rey de Helios?, pedía rendición por misericordia, no deseo más muertes, ríndete o más sangre correrá por esta ciudad —Norman grito con todo lo que tenía y fue a golpear otra vez a Minerva, sabía que era inútil, pero compraría tantos segundos como pudiera, porque en su mente solo había una cosa que importaba en ese momento, su hijo.
*
Al mismo tiempo que pasaba esto, Pisto escucho estallidos estridentes, como si rayos cayeran en la ciudad, esto hizo que apresurara el paso y olvidara completamente todo protocolo, paso entre las mujeres que estaban custodiando la recamara y entro, al ingresar vio algo imposible, las mujeres que iban a ayudar con el parto estaban impolutas, como si no hubieran hecho nada para ayudar en el parto, y él bebe ya había nacido, estaba completamente bien y en los brazos de su madre, no había forma de que eso sucediera, no solo porque él bebe era prematuro y se veía como un bebe por completo desarrollado, sino porque el tiempo de parto había sido insignificante, pero así fue. La Reina yacía en su cama, estaba bañada en sudor, respirando con dificultad.
—Pisto… Toma… al niño… y corre —decía la reina alargando su brazo, se veía muy cansada, casi sin fuerzas—. Vete… lo más… lejos… que… puedas —Selene respiraba cada vez con más dificultad—. Pero mi reina yo n...
—Tu… no… entiendes —dijo agarrando las ropas de pisto con la poca fuerza que le quedaba—. Nunca… sentí… nada… igual…nadie… puede… detenerlos —diciendo esto la reina se deja caer en su cama respirando con fuerza, parecía que quería decir más pero no le era posible.
Pisto no entendía nada de lo que la reina Selene quería decir, pero viendo la situación no haría ningún mal llevar al bebe a un lugar más seguro, el palacio tenía sus pasajes secretos, y como hombre de confianza del Rey conocía algunos, tomo al bebe y fue hacia uno de estos pasajes, él bebe empezó a llorar muy fuerte, Pisto se puso nervioso, no tenía idea de cómo calmarlo solo atinó a hablarle.
—Resiste pequeño yo te protegeré con mi vida así que aguanta —Pisto que jamás había cargado a un bebe estaba temeroso de hacerle algo, pero a pesar de su inexperiencia lo cargo con suma delicadeza. Yendo por los pasillos, y pasajes secretos del palacio ya empezaba a planear que haría después, a quien contactaría y como volvería, pero lo que no sabía Pisto es que jamás volvería a la capital, Raten, y ese Bebe se volvería su hijo.
El sol se alzaba con inusual fuerza en las planicies occidentales de Helios, no se escuchaban animales ni el viento soplaba, parecía un lugar inerte, pero una silueta apareció andando con paso firme, un hombre alto, greñudo, de pelo rojo, ojos azules, barba desalineada, con ropas harapientas y sucias, llevando una enorme mochila que se veía en extremo desgastada, iba en dirección al este, hacia la ciudad que una vez fue la capital de un reino que habia conquistado casi todo su mundo, Raten, o eso creía el, no estaba del todo seguro, pero al paso que iba tardaría mucho, al darse cuenta de esto decidió aumentar la velocidad de su andar, en un segundo acelero tanto que si alguien lo hubiera estado viendo lo habría perdido de vista. Mientras seguía corriendo a gran velocidad logro divisar un campo de cultivo, por un momento sintió una punzada en su corazón, malos recuerdos vinieron a su cabeza, pero de inmediato los controlo, debido a esto desacelero progresivamente y decidió inspeccion
Era un día soleado en la granja Brandon final de la decimana, Tao se había despertado a las 5 de la mañana como su padre le había habituado a hacer, y recordó que faltaba un día para el día de cosecha, el trabajo seria intenso pero a él le gustaba, su Padre le había enseñado desde pequeño una forma de cosechar, no fue hasta los nueve que descubrio al ir a otras granjas que su forma de cosechar no era la forma usual en la que la gente lo hacía, pero Tao la prefería. —Tao la comida estará lista en 15 minutos, si no estas listo para entonces yo mismo iré a alistarte, ya estas advertido —dijo Pisto a Tao, este último se apresuró a levantarse, fue al baño, prendió la luz y aunque ya tenía 16 años, aun le parecía un cuarto increíble, preguntando a su padre sobre el baño este le dijo que el agua llegaba por teletransportación, y que lo que se iba por el desagüe también se teletransportaba, pero hacia un lugar donde pudiera tratarse, además el agua se calentaba y enfriaba con dos ma
Tao había viajado sin contratiempos ni problemas desde la casa de Ulises hasta las afueras de Raten, él había evitado cualquier contacto con más personas por lo ocurrido en el anterior pueblo, si hacía más, su presencia seria notada, y al contrario de su primer plan, esta vez quería ser más inteligente y actuar con un mínimo de raciocinio, quería estar tranquilo y tomar las cosas con cabeza fría, pero nada lo preparo para lo que vio, si no hubiera llegado por una posición elevada no hubiera visto tanto, sabía que Raten era grande, pero su imaginación se quedó corta al ver la ciudad, no veía en absoluto nada natural desde donde estaba, edificios y más edificios, hasta donde la vista podía llegar, y en el fondo sobresalía de los edificios lo que parecía un semicírculo gigantesco, el portal dimensional, no veía mucho, pero Tao calculo que debía ser enorme por la distancia en la que él estaba, para colmo se sentía frustrado porque no podía calcular el tamaño de la ciudad, por los edific
Al principio de su travesía, Tao no pensó que su viaje demoraría tanto, sus provisiones se habían acabado, también estaba cansado ya que no podía dormir bien, aun preparándose por si algún animal tratara de atacarlo subiendo a los árboles y amarrándose allí, él descansaba poco, sus pies tenían ampollas por todos lados, y por sobre todo al estar solo, la tristeza lo embargaba cada vez que se detenía, la primera noche que paso solo en el bosque, no pudo evitar llorar y gritar con todas sus fuerzas—: ¡¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?! —mientras decía esto, golpeo árboles y se hirió las manos por hacerlo. En las noches siguientes no hizo tales espectáculos, pero siempre que recordaba su hogar la tristeza lo llenaba, por eso no deseaba parar hasta encontrar a Melisandre, pero ya no sabía qué hacer, si no la encontraba pronto, tendría que hacer algo o si no se moriría de hambre, decidió que ese día, si no encontraba a Melisandre, pararía y buscaría la manera de sobrevivir, y ya lueg
Tao no se quedó en la base rebelde por mucho tiempo, ya que, al saber su identidad, muchos querían verlo o conversar con él, así que Liz lo llevó de vuelta a la casa de Alex, su amigo, ahí espero por noticias. Matt y Julio se quedaron en la base, querían seguirlo, pero Tao les dijo que lo mejor para ellos era aprender de los rebeldes y ayudar en lo que pudieran, no les gustó nada, pero se quedaron después de mucha insistencia. Mientras esperaba noticias de los rebeldes, Tao le dijo al amigo de Liz, Alex, que no le llamara hasta que hubiera novedades, que no se extrañará de que no saliera de su habitación por un largo período de tiempo, y que, aunque pasarán días si no había motivos de peso para llamarlo que no lo haga. Alex preguntó sobre qué comería o qué tomaría, a lo que Tao le dijo que no se preocupara por eso, solo debería preocuparse de que nada lo moleste hasta que haya noticias de los rebeldes. Y así Tao se encerró en el cuarto que le había dado Alex, tratando de meditar. Ta
Sara se había quedado en su cuarto después de ir con Tao al río, estaba desganada y no quería hacer nada en lo que restaba del día, pero la llamada de su madre la obligó a salir. —¡Sara!... ¡Baja! —grito su madre, pero había algo raro en su voz, como si dudará de llamarla. A Sara le tomó unos segundos desperezarse, se estiró y bajó, pero no se esperó ver en su sala a una persona del Imperio Infinito y menos a un hombre lobo, apenas lo vio se quedó estática sin saber que hacer. —Tú debes ser Sara, toma asiento niña, toda la familia debería estar presente para lo que voy a decir, me presento, mi nombre es Tilbury, soy un agente especial del Imperio Infinito —dijo Tilbury a Sara con delicadeza y gracia, algo que la descolocó aún más de lo que estaba pasando. Ella se sentó junto a sus padres y luego Tilbury prosiguió—: Debo admitir que no estoy muy contento, este pueblo alberga insurgentes contra el Imperio, y mi trabajo es encontrarlos, cosa de la cual estoy orgulloso,
Ya habían pasado casi dos décimanas desde que Melisandre había tomado como discípulo a Tao, y este último estaba molesto, después de todas las cosas que había dicho Melisandre sobre sus creencias, que Tao pensaba eran puras patrañas, esta le había dicho que meditara hasta que sintiera la energía de Suki en su interior. Tao no creía nada de lo que Melisandre había dicho, eso de «Suki está en todo lugar, incluso en los seres vivos como tú o como yo, aprende a sentirla en ti y estarás un paso más cerca del camino de la luna», Tao pensaba que eran creencias tontas que no llevaban a nada, su padre se lo había dicho innumerables veces y el creía lo mismo, pero a pesar de sus creencias lo intentó, se sentó todos los días a “sentir” a Suki, pero nada, día tras día cazaba o buscaba frutas, iba por agua dulce, entrenaba los ejercicios que su padre le había enseñado, y también meditaba, pero nada, se cansó y fue a increparle a Melisandre. —¡No me has enseñado nada en todo este tiempo,
La sorpresa de recibir un ataque de alguien que ya habían sometido, impidió que los soldados del Imperio Infinito reaccionaran de forma apropiada, sólo uno reacciono a tiempo, pero fue el que estaba siendo atacado, Tilbury, este levantó la mano y activo su magia de gravedad contra su atacante, pero la potencia del ataque de Tao siguió su camino de todas formas, lo que Tao no se espero fue golpear una barrera que recubría a Tilbury, esta era como una esfera protectora que salió apenas este se acercó, aun así la barrera se rompió ante el golpe a máxima potencia de Tao, y gracias al impacto causó una onda que empujó a Tilbury hacia atrás con tal poder que iba a mandar a este muy lejos, pero el ataque de Tao no se detuvo sino que siguió hasta que su puño dio de lleno contra la cara de Tilbury, mandando a este a volar a gran velocidad, Tao lo persiguió, así los do