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2.-Un Guerrero Llamado Tao

El sol se alzaba con inusual fuerza en las planicies occidentales de Helios, no se escuchaban animales ni el viento soplaba, parecía un lugar inerte, pero una silueta apareció andando con paso firme, un hombre alto, greñudo, de pelo rojo, ojos azules, barba desalineada, con ropas harapientas y sucias, llevando una enorme mochila que se veía en extremo desgastada, iba en dirección al este, hacia la ciudad que una vez fue la capital de un reino que habia conquistado casi todo su mundo, Raten, o eso creía el, no estaba del todo seguro, pero al paso que iba tardaría mucho, al darse cuenta de esto decidió aumentar la velocidad de su andar, en un segundo acelero tanto que si alguien lo hubiera estado viendo lo habría perdido de vista. Mientras seguía corriendo a gran velocidad logro divisar un campo de cultivo, por un momento sintió una punzada en su corazón, malos recuerdos vinieron a su cabeza, pero de inmediato los controlo, debido a esto desacelero progresivamente y decidió inspeccionar el lugar, se fue acercando y pudo ver una cosechadora, se acercó aún más y observo a un joven operándola.

—¡Hola! —grito Tao con emoción mientras agitaba los brazos en alto para que lo viera.

La máquina paro y un joven robusto salió de esta, moreno, más que moreno quemado por el sol, de cabellos negros y rulados, ojos negros que lo miraban con extrañeza, llevaba botas, un vaquero y una camisa bien planchada, aun estando ahí arriba Tao pudo ver que era más bajo que él, le llevaba casi una cabeza.

—¿Qué hace usted aquí? —pregunto el joven con el ceño fruncido y una mirada fija en Tao.

—Solo pasaba cerca de estas plantaciones y cuando vi los sembríos decidí venir para preguntar algunas cosas, hace tiempo que no estoy al tanto de las noticas del mundo y me encantaría saberlas, si no es mucha molestia desde luego —decía Tao con un tono amical y sereno. El joven aun extrañado le indico que si esperaba un poco a que acabara esa línea podría llevarlo a su casa. Tao se sentó cruzando las piernas y el joven solo atino a volver a su cosechadora, lo hizo lentamente muy extrañado por Tao, luego prosiguió con su trabajo, aunque Tao pudo ver como volteaba de tanto en tanto a verlo. Luego de un tiempo allí el joven llego y le dijo que lo siguiera.

—Mi nombre es Matt por cierto, ¿Cuál es su nombre señor? —decía Matt aun visiblemente extrañado por la presencia de Tao.

—Me llamo Tao, es un gusto Matt —dijo mientras extendía su mano para saludarlo, acción que Matt respondió de igual forma, pero tomándose su tiempo. Tras caminar un buen rato Tao pudo ver la casa de Matt, era una de las tantas casas de concreto prefabricadas por el Imperio Infinito, dos pisos, no muy grande, era funcional, aunque no veía el frente de la casa ya se imaginaba como seria, después de todo ya había vivido en una casa así antes. Al acercarse más a esa casa Tao pudo ver a un hombre que los estaba esperando en la entrada, era mayor, su cabello era blanco en su totalidad, llevaba ropa similar a la de Matt, exceptuando el sombrero que había tirado hacia atrás y mantenía en su cuello con una cinta, apartando eso y sus ojos azules era muy similar a Matt. El señor lo miro de pies a cabeza sin mostrar turbación alguna.

—Hola Joven viajero, ¿Qué te trae por estas tierras? —el Hombre mayor hablaba con tranquilidad, con una voz ronca, mientras extendía su mano y miraba con firmeza a Tao—. Hola —decía Tao dando una sonrisa al señor y respondiendo el saludo con efusividad—. Como se habrá dado cuenta no he estado en contacto con la civilización desde hace ya un buen tiempo, estuve en el bosque Gan, hace prácticamente nada salí de allí, este es el primer lugar con personas que me he topado, si no es mucha molestia me gustaría ponerme al corriente de noticias cambios o cualquier cosa inusual que haya pasado estos años si es que los ha habido, entiendo lo problemático que puede ser y si lo desean seguiré mi camino en este preciso instante.

El Señor lo observo un rato, Tao lo miraba fijo a los ojos sin voltear a ver a otro lado, y luego hizo un gesto con su mano indicando que le invitaba a pasar a su casa. Tao inclino un poco su cabeza en señal de agradecimiento y se dispuso a entrar, al hacerlo se sorprendió al ver todo el lugar pintado con dibujos de animales y plantas, todo el sitio tenía tanto color que dudaba si algun color no fue usado en esas paredes.

—Mi esposa los dibujo, decía: “Puede que este lugar lo hayan hecho ellos, pero yo lo hare nuestro”. Siempre vio lo bueno en todo y trato de que todos lo viéramos así.

—Era la mejor —decía Matt mirando los dibujos con una sonrisa, pero con una mirada triste.

—Antes de nada deberías asearte joven, tengo ropa que podría quedarte bien, y aunque no lo fuera es mejor que esa ropa desgastada que llevas —Tao se percató de que además de verse muy mal, no debía oler nada bien, aunque él se bañara y cuidara de no oler tan mal en el bosque Gan, se había acostumbrado a vivir sin jabón. Primero dejo su mochila cerca de la entrada y luego decidido seguir el consejo del señor—. ¿me diría por favor donde está el baño? Señor…

—Ulises, me llamo Ulises —dijo el hombre canoso mientras le mostraba donde estaba el baño—. Muchas gracias señor Ulises, y como Matt no le mencionó mi nombre porque no lo sabía cuando vino antes a avisarle de mi llegada, ahora se lo dire mi nombre es Tao, creo que me demorare un tiempo en el baño —decía mientras se tocaba la barba. Ulises y Matt se miraron sorprendidos por el comentario, pero el señor Ulises se repuso rápido

—Toma el tiempo que te sea necesario joven Tao, adentro del baño hay toallas, están debajo del lavamanos, la ropa la dejare aquí afuera, en esta cesta, si necesitas algo más avísanos.

Al cerrar la puerta Tao pudo escuchar las voces de Matt y de Ulises discutiendo, pero no le dio importancia. Tao observo con detenimiento el baño, era idéntico al que el usaba todos los días en su antigua casa, la añoranza golpeo fuerte en el corazon de Tao, pero el que antaño fuera un lugar que consideraba increíble ahora solo le traía tristeza, se repuso de ello y más entero prosiguio con su aseo. Luego de un tiempo salió afeitado, limpio y cambiado, no recordaba sentirse así en mucho tiempo, tan fresco.

—Ahora si te vez como una persona Tao —dijo Ulises que lo estaba observando de pies a cabeza con una sonrisa—. Y mis prendas tampoco te queda tan mal.

—Gracias señor Ulises, ahora me disculpara, pero, aunque creo es una pregunta obvia, debe hacerse. ¿siguen bajo el yugo del Imperio Infinito? —la sonrisa de Ulises desapareció y su mirada se tornó inexpresiva—. sí, aún nos dominan —Matt, que se encontraba sentado en un mueble en la sala, miró ceñudo a su padre y a Tao, se veía que no entendía del todo la situación

—¿Ha habido cambios en estos últimos 10 años con respecto a ellos?

—No que yo sepa, después de cerrar las escuelas hace como 16 o 17 años, todo ha seguido prácticamente igual.

—¿A que vienen estas preguntas señor? —Mientras Matt preguntaba a Tao este se levantó, se acercó a su padre y se puso junto a él. Tao ignoro a Matt, se veía pensativo.

—Una última pregunta, ¿me podría indicar la dirección exacta que me llevaria a la capital? supongo que sigue siendo la ciudad central de todo —Tao veía a Ulises con una mirada resolutiva. Ulises iba a responder cuando de pronto tocaron la puerta de enfrente con fuerza. De inmediato Tao fue posicionándose en una columna para no ser visto. Ulises sólo se limitó a ir a abrir la puerta.

—Ulises, ha pasado algo terrible. Se han llevado a Julio al pueblo, ¡a mi pequeño!, lo están acusando de ser parte de los rebeldes, Damon fue a ver a julio, pero el solo no podrá hacer nada, por favor ayúdame —la mujer hablaba con desesperación y por lo que Tao podía oír también estaba llorando—. No te preocupes Elma, solucionaremos esto —dijo mientras la agarraba con un toque consolador.

—Matt quédate aquí, yo volveré en la tarde, a más tardar la 6 supongo —decía Ulises moviendo sus ojos hacia la columna donde se había puesto Tao, en señal de que lo vigile. Un tiempo después de que Ulises y Elma se fueran, Tao se movió hacia la salida.

—¿Qué haces?, no deberías salir, podrías causar problemas —decía Matt mientras iba tras de él tomando su brazo en un intento por detenerlo—. Los problemas ya están aquí, iré a ver cuál es la situación, y si puedo, hacer algo —Tao vio la mochila que había dejado antes de entrar al baño y asearse, lo pensó un instante y decidió dejarla en la casa, inmediatamente después se libró de Matt y se dispuso a ir tras de Ulises y Elma. Matt viendo que no podía detener a Tao decidió seguirlo. Pasado un buen rato de caminata Tao —que estaba siendo seguido de cerca por Matt— pudo ver el pueblo al que se dirigían Ulises y Elma, era parecido al pueblo que estaba cerca de su antigua casa, Cudlea, al que iba antes de la tragedia. Desde donde estaba se podía ver casi la totalidad del centro de la ciudad, las calles asfaltadas en mal estado, solo unas cuantas casas, una torre de comunicaciones, un edificio grande, que debía ser donde residía el alcalde que impuso el imperio y otro al lado más pequeño, que debía ser la comisaria, el hospital y demás edificios debían estar en el extremo de ese pueblo. Tao pudo divisar que la gente de allí, y probablemente algunos lugareños más que habían recibido la noticia del arresto de Julio, estaban rodeando la comisaria donde estaba encerrado el joven, aunque no se acercaban demasiado por temor a los oficiales que habían salido con el que suponía era el alcalde, y a dos soldados que estaban apostados afuera de la entrada. Estando ya en el pueblo se puso más allá del gentío, en un lugar donde no sea visto con facilidad, Matt se puso junto a él, y se dispusieron a escuchar con atención lo que decían.

—Por favor alcalde Benson, ya se lo dije, mi Julio no haría daño a nadie, mi chico es trabajador y amable, es imposible que él sea un rebelde —Daniel, el padre de Julio, sentía su corazón latir muy fuerte, tenía una gorra en sus manos que estrujaba con fuerza, estaba encorvado y tenso, se veía que había estado rogando por la liberación de su hijo desde ya hacia un rato—. Damon por enésima vez, encontramos a tu hijo en la oficina del capitán Bryan, rebuscando en sus documentos, eso sería suficiente para juzgar a cualquiera. ¡podríamos fusilar al joven Julio aquí mismo! —Los pobladores dieron un pequeño grito, y el padre de Julio empezó a temblar de impotencia, casi al borde de las lágrimas.

—Pero siendo un joven que ha servido tanto al Imperio Infinito le daremos una oportunidad, si nos rebela información sobre los rebeldes perdonaremos su vida, o tal vez si se entregan los implicados podríamos considerar dejar al joven Julio irse.

—¡Él no sabe nada de ellos alcalde Benson, por favor, él es inocente! —exclamo entre llantos Elma que había ido a agarrar al alcalde con desesperación, Benson le dio una bofetada tan fuerte a la señora que la mando al suelo, Matt reacciono tratando de ir en su ayuda, pero Tao lo detuvo agarrando su brazo.

—¿Por qué me detienes? ¿acaso eres un cobarde?, debo ir a ayudar a la señora Elma —pero Tao ni se inmuto por las palabras de Matt, ni por lo que estaba pasando—. Tienes que esperar y no hacer nada imprudente, las cosas pueden salir peor de lo que crees. Tan solo espera aquí.

Matt pudo ver como Tao se movía con cautela, tratando de no alertar a nadie, y de improviso lo perdió de vista, Matt se acercó a ver a donde se había ido, pero fue como si nunca hubiera estado allí. Al frente de la comisaria, el alcalde y los pobladores ya no seguían discutiendo, pero había una tensión palpable, los dos grupos se miraron sin hacer nada por un largo rato, cuando de pronto se escuchó un chirrido metálico, voltearon a mirar hacia la dirección de la que el sonido procedía y vieron como la torre de comunicaciones se desplomaba, un segundo después apareció un hombre parado en el techo de la comisaria, era Tao que en lo alto se estiraba mirando a los oficiales y soldados desde lo alto. Los soldados trataron de apuntaron sus armas a él, pero Tao salto del techo atacando a los dos antes de que pudieran disparar, doblando el cuerpo de un soldado de forma antinatural por la patada de la caída, y una fracción de segundo después se movió cerca del otro soldado dando un golpe tan tremendo que lo mando volando varios metros de él. Mientras Tao eliminaba a los dos soldados, los pobladores empezaron a correr despavoridos para esconderse, y los oficiales que estaban con el alcalde desenfundaron sus armas preparándose para disparar, cuando vieron volar a un soldado por el golpe de Tao dispararon, pero Tao pudo anticiparse y se movió tan rápido que no lo alcanzo ninguna bala, el problema fue que al moverse no se dio cuenta que puso en punto de mira a algunos pobladores, así que cuando lo divisaron y dispararon otra vez, tuvo que plantarse y defender a los que estaban detrás él. Los oficiales se quedaron pasmados porque había desviado las balas con sus manos desnudas golpeando cada una de ellas y mandandolas lejos de los pobladores, solo uno se dispuso a seguir atacando, el alcalde, que había levantado las manos tratando de hacer algo, y ese algo que estaba haciendo Tao lo sintió peligroso, pero no tuvo tiempo de reaccionar, ya que alrededor de él se formó un aire frio tratando de apresarlo y levantarlo, en un parpadeo ese aire frio se hizo más fuerte y progresivamente aumentaba más, Tao aumento la energía que expulsaba de su cuerpo y dio un grito potente, una ráfaga de aire salió expelida de él hacía todas direcciones, y sin demora se lanzó a atacar al grupo de imperiales, los oficiales intentaron en vano matarlo con balas, él esquivo y golpeo a los oficiales en una sucesión de golpes tan fuerte y veloz que el aire se arremolinaba a su alrededor, mientras eso pasaba, el alcalde junto sus dos manos, las levanto y las puso a un costado, como si fuera una espada, movió sus manos como cortando todo lo que estuviera delante de él, y como si una espada gigante hubiera sido utilizada, los cuerpos de los oficiales se partieron en dos, Tao pudo advertir el ataque y lo esquivo. Ya solo quedaba el alcalde, que veía a Tao con absoluto terror muy cansado por lo que habia realizado.

—¡Por favor perdóname la vida!, hare lo que quieras, te podría dar un puesto importante entre nosotros, podrías llegar muy alto, o si no quieres, te puedo dar información de ellos, te lo supli…

En medio de sus suplicas Tao movió su mano a gran velocidad y le corto la cabeza, le tomo un momento hacerlo. Nunca había hecho lo que hizo ese día, era la primera vez que mataba y la primera vez que ejecutaba a alguien que pedía clemencia, no se sentía mal, ni asqueado, se sentía vacío, no lamento haber asesinado a ninguno de los oficiales o soldados, después de todo eran del imperio, y sobre este ultimo se sintio menos arrepentido luego de haber visto como trato a la señora Elma, pero no era un sentimiento agradable, Tao penso que a su pesar tendría que seguir matando, después de todo no había vuelto por añoranza había vuelto para hacer algo más. Los pobladores ante la calma extrema que se escuchaba salieron a ver que había ocurrido, vieron a Tao parado entre los cuerpos cercenados de los oficiales y lo que era el cuerpo decapitado del alcalde Benson. Salieron despacio, con mucha desconfianza, uno de ellos se acercó a Tao lentamente.

—¿Eres un rebelde que vino a salvar a Julio? —decía uno de los pobladores que lo miraba con el ceño fruncido y posicionándose para correr si era necesario—. No lo soy, solo soy alguien que no le gustaba lo que estaba pasando aquí.

—¿Pero no te das cuenta lo que has hecho?, nos mataran a todos por esto —decía otra pobladora que estaba un poco más lejos que el primero, que se escuchaba algo molesta, pero sobre todo asustada—. Se lo que hice y me disculpo con ustedes, me disculpo por meter a todos en un problema que no esperaban, pero no lamento nada de lo que hice.

—¡No tenías ningún derecho! —otra voz, esta vez Tao no pudo ver quien lo decía—. ¡Como ellos tampoco de quitarles su libertad! —Tao hablaba con firmeza, con la espalda recta y la frente en alto, como su padre le había enseñado, pero se dio cuenta que se había exaltado, respiro hondo y prosiguió.

—Lo entiendo, se cómo se sienten, yo estuve en la misma situación que ustedes, pero ustedes tienen algo que yo no tuve, sus seres queridos aún siguen con vida —todos se quedaron callados, y Tao por un segundo bajo su mirada para de inmediato volver a estar firme—. Se que va a ser difícil de ahora en adelante, sea lo que sea que decidan hacer, pero les aseguro que es mejor que vivir sometidos a ellos. Y les aseguro que mi cometido no es solo venir y causar problemas. Yo voy a acabar con el Imperio Infinito —las exclamaciones de los pobladores fueron de total incredulidad, varios empezaron a murmurar entre ellos, unos gritaron que estaba loco, otros que era imposible, pero Tao seguía firme. De pronto la señora Elma salió corriendo a abrazar a Tao —. Gracias —repetía varias veces mientras lo sostenía con fuerza. Tao se limitó a darle unas palmadas suaves en la espalda, hasta que su esposo llego y los separo viendo a Tao con una mirada de gratitud.  Después Tao se dirigió hacia la comisaria, nadie intento detenerlo, solo unos cuantos incluyendo a los padres de Julio lo siguieron. Dentro no había nadie, todos los oficiales habían salido por la turba de pobladores, Tao sabiendo esto entro a la recepción sin preocuparse, pero los pobladores no lo sabían, así que entraron con mucha cautela. La recepción era simple, solo había un mostrador y una banqueta, Tao ni presto atención a que había y fue directo a la puerta que llevaba a las celdas, entro y vio varias celdas con barrotes de metal, todas vacías excepto una, donde vio a un joven delgado, de cabello castaño, sentado en una esquina con su camisa rota, se podía ver moretones en su cara, al percatarse de la presencia de Tao se levantó con algo de dificultad, era bastante alto, y tenía una expresión de completo estupor.

—Hola Julio, mi nombre es Tao, soy el que viene a liberarte —decía Tao con una sonrisa en su rostro, acto seguido agarro la puerta de barrotes y la abrió de un tirón, rompiendo la puerta. Julio se quedó completamente inmóvil, sin saber que hacer, hasta que vio a su madre entrando por el pasillo, ella dio un grito al ver el estado de su hijo, fue directo a abrazarlo seguido por su padre, Tao viendo la escena decide alejarse pensando «las preguntas pueden esperar». Al salir, Tao ve que se estaban llevando los cuerpos de los soldados, oficiales y del alcalde, o bueno, lo que había quedado de ellos, también vio que ya no había tantos pobladores, pensó que era probable que muchos se fueron a sus casas para pensar en que hacer. Un poco a la derecha de la comisaria vio a Matt discutiendo con Ulises.

—Padre, por favor, las cosas ya no van a ser igual, no viste lo mismo que yo, ¡el los venció! —los ojos de Matt estaban muy abiertos viendo a su padre, pero este estaba con una expresión pétrea—. No seas estúpido Matt, no es tan simple como crees, el Imperio es mucho más que lo que tú has visto, no puedo dejarte ir a arriesgar tu vida. Matt se dio cuenta de Tao y fue corriendo a encontrarse con él.

—Por favor, deseo que me enseñes, quiero ser tu discípulo, hare cualquier cosa —Tao vio a Matt y luego a Ulises, este último le dio una mirada sombría, a la que Tao respondió con una sonrisa—. No puedo, no he terminado mi entrenamiento, no estoy capacitado para enseñar el camino de la luna, por sobre todo lo que voy a hacer es muy peligroso, no puedo ir a enfrentar al Imperio y enseñarte al mismo tiempo, lo lamento —Matt se apretaba los puños, iba a decir algo cuando Tao vio salir a Julio de la comisaria con su familia, y fue a su encuentro.

—Julio, espero que te hayan explicado lo que paso —Julio asintió con la cabeza, mirando a Tao con incredulidad —. Dime ¿eres realmente un rebelde? —su madre y su padre se tensaron al oír la pregunta, y se quedaron mirando a Julio, este bajo la mirada y no dijo nada.

—No tienes que tenerme miedo, como vez no estoy de parte del Imperio, además conocí una base rebelde ya hace mucho, pero no creo estén en el mismo lugar, según escuche en ese entonces tratan de movilizarse siempre por precaución —decía Tao con total normalidad, como si estuviera hablando con un amigo—. No soy uno de ellos —dijo Julio en voz baja, aun mirando hacia abajo.

—Entonces ¿porque estabas en la oficina del capitán de la comisaria?

—Porque quería saber que le había pasado a mi amigo Mario —Tao frunció el ceño por un momento y luego entendió, se habían llevado a su amigo por alguna falta que talvez habría cometido, nunca volvió y él quiso saber que había sucedido, o alguna historia parecida. Su madre al oír esto le dio un golpe en la cabeza, casi podía escuchar a la señora Elma diciendo «casi te matan por idiota». Eso resolvía una duda, pero ahora Tao tenía que llamar a todos los presentes, y si no había suerte a los que se habían ido, quería averiguar quién era el informante de los rebeldes, siempre había uno en un pueblo y creía que este no era la excepción. Al inicio no iba a pedir ayuda a los rebeldes, él quería acabar con todo el Imperio con sus propias manos, pero la pelea que había tenido le demostró que el solo no podría.

—«Parece que no eh cambiado lo suficiente, aun sigo siendo un ingenuo, ¿Qué hubiera pasado si recibía ese último ataque?» —pensaba mientras se miraba las manos, que tenían moretones por las balas que había desviado para proteger a los pobladores. Mientras pensaba esto Ulises se acercó.

—Veo que estas interesado en los rebeldes —Tao solo asiente con la cabeza y fija su mirada en el—. Yo… soy uno de sus informantes —todos los que escucharon, excepto Tao, se quedaron estupefactos, sobre todo Matt.

—Me dieron una ubicación por si pasaba algo, y también un punto de encuentro en Raten por si decidía unirme de forma definitiva a ellos, jamás pensé que usaría esa información, se ve que el destino es incierto. Ulises le dio toda la información que sabía a Tao, a lo que Tao respondió con extremo agradecimiento. Tao volvió a la casa de Ulises por su mochila, que había dejado en ese lugar por si algo malo le pasaba, y se dispuso a partir, sin saber que dos personas que habían escuchado la ubicación de los rebeldes lo seguían, ellos eran Julio y Matt.

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