LUCÍA Los siguientes días en la empresa fueron frenéticos para Lucía. Después de causar una impresión impecable a Alejandro, el director general. Empezó a confiarle más responsabilidades. Lucía se dedicó a su trabajo con gran determinación.Su mente se debatía entre dos mundos completamente distintos: el de la empresa y el de la mafia. Y aunque mantener el equilibrio entre los dos era un reto constante, Lucía estaba decidida a sobresalir en ambos.Por las mañanas, llegaba temprano a la oficina y se sumergía en la agenda del director general. Como de costumbre, se sentaba en el escritorio justo delante del Director General. Él no estaba en ese momento, pero Lucía seguía con su trabajo. Confirmaba reuniones, organizaba viajes de negocios y se aseguraba de que todo estuviera en orden.Lucía también se encargaba de responder a las llamadas de los socios, manteniendo siempre un tono profesional y discreto. Su trabajo era impecable, y eso no pasó desapercibido para Alejandro. A medida que
Lucia — Envío un poco más de dinero para ti, sé que no es mucho, pero debería ser suficiente para que puedas comer algo decente — dice Olivo, el padre de Lucía, por teléfono.— Ni lo pienses, necesitas guardar tu jubilación para el tratamiento, todavía tengo algo de dinero guardado, no te preocupes — Lucía sabe lo delicada que es la situación de su padre y no quiere que gaste lo poco que tiene en ella.Son las 09:00 AM y Lucía corre por las avenidas del centro de Barcelona para entregar sus currículos en las grandes empresas.— Necesito colgar ahora, papá. Tengo una entrevista en unos minutos y no puedo llegar tarde — dice la joven jadeante mientras camina. Se siente mal por mentir, pero necesita dar alguna buena noticia. Han pasado varios días desde que entregaba sus currículos y no recibía ninguna respuesta, pero no quiere desanimar a su querido padre.— Hasta luego... Tengo un buen presentimiento sobre hoy, buena suerte — Olivo se despide con un tono más alegre. Confía en su hija
Lucia.Desolada por no haber conseguido un puesto en las empresas que visitó, todo lo que la joven quería era olvidar sus problemas, y ver el bar allí fue una tentación irresistible.Lucía toma su bolso y comprueba cuánto dinero le queda, solo quedan algunos euros.Decidida, se dirige al bar, ese dinero debería ser suficiente al menos para tomar algunas bebidas.Al llegar a la entrada, se encuentra con humo de shisha, luces de neón de colores junto a música animada; el lugar no estaba muy lleno, y el ambiente más oscuro estaba reservado, lo que hacía que Lucía se sintiera más tranquila, si se quedaba en una de las mesas al fondo, sería difícil que alguien la reconociera debido a la luz tenue. Ella entra al bar, sintiendo un cierto alivio por la acogedora atmósfera que el lugar ofrece, camina hasta el fondo del establecimiento y encuentra un lugar vacío en una de las mesas más alejadas, como había planeado, y se acomoda allí, suspirando al sentirse un poco distante de sus preocupacion
El Jefe de la mafia, Alejandro, avanza con seguridad por el suelo de la discoteca, con una expresión tensa en el rostro, vistiendo su traje y corbata habituales, zapatos negros y el cabello cuidadosamente arreglado. Las luces parpadean sin cesar y a su alrededor se encuentran varias mujeres hermosas y seductoras. Aunque sus ojos se cruzan con los de algunas de ellas, él continúa avanzando por la sala.El teléfono que sostiene en la mano no deja de sonar y él lo contesta impaciente, en medio de una tensa conversación con su subordinado.- ¿Qué ha pasado, Fernando? - pregunta Alejandro, con seriedad en su rostro.- Jefe, la situación aquí es complicada. La banda de las Nieves sigue con sus chantajes, y eso no es todo. Tienen aliados, jefe. Nos estamos quedando atrás, necesitamos encontrar un buen aliado, y rápido.Alejandro maldice en voz alta, entrecierra los ojos y responde.- Entendido. Maldición. Pero voy a acabar con todos. Nadie me va a ganar.El Jefe está nervioso, continúa la co
Lúcia.Lucía siente su mente nublada por la borrachera mientras intenta centrarse en la realidad que la rodea. Parpadea lentamente, intentando aclarar su visión.Para su sorpresa, se encuentra en un lujoso piso, pero lo único que ve es un borrón delante de ella. Su último recuerdo es haber besado a un misterioso desconocido en el bar. No puede creer que esté allí, con un desconocido.El misterioso hombre, con un aura de misterio que no hace más que aumentar, se hace presente, se acerca a ella y le desabrocha la camisa. Lucía se esfuerza por verle la cara, pero su estado de embriaguez se lo impide. Solo puede ver sus hermosos abdominales.Tiene los ojos medio cerrados, pero intenta mantenerse despierta. El hombre empieza a hablarle de forma seductora y sensual, intentando averiguar más cosas sobre la mujer que está allí.- Lucía, ¿qué haces aquí, quién eres en realidad, por qué has bebido tanto esta noche, quieres desahogarte? - Él siente curiosidad por ella, sus ojos no se apartan de l
Lucía.El Misterio del DesconocidoMientras el suave sol de la mañana comenzaba a iluminar más la habitación, Lucía seguía intentando descubrir quién era el hombre de la noche anterior. Todavía se sentía adormilada y se estiraba en su cama.Lucía bostezó adormilada. Sin embargo, no se detuvo allí; tenía que seguir buscando. Pero algo llamó su atención: un pequeño trozo de papel estaba en el escritorio junto a su cama.La curiosidad la llevó hasta allí, y sus manos delicadas agarraron el misterioso papel. Con los ojos fijos en las palabras escritas, leyó en voz alta: "Si descubres quién soy, prometo cumplir cualquier deseo tuyo".Un escalofrío recorrió su espalda. El enigma la dejó inquieta, pero la sensatez la hizo cuestionar la veracidad de la promesa. Llevaba solo unos días en la ciudad y apenas conocía a nadie. ¿Podía ser esto solo una broma de mal gusto? Era difícil creer en algo tan surrealista.- ¿Quién es este tipo? ¿Cómo voy a saber quién es? - Hizo una mueca y guardó el pequeñ
Lucía:El sol está en lo más alto en el cielo mientras Lucía, retrasada y sin desayunar, se apresura frenéticamente hacia su entrevista crucial. El tiempo se le escapa entre las manos; con su cabello alborotado, los dientes apresuradamente cepillados y la ropa arrugada del día anterior, la deja en un estado de frenesí. Se regaña a sí misma en susurros.— Maldición, no estoy nada bien, pero no hay elección. - Agarra su bolso de documentos y sale apresurada, tiene que llegar pronto al edificio de la empresa.Minutos después, frente al edificio de la entrevista, la misma secretaria con mirada despectiva del día anterior la recibe, pero Lucía permanece imperturbable.Mientras enfrenta la entrevista, flashes de la noche anterior la atormentan: un hombre misterioso y la enigmática carta que él dejó, un enigma irresistible. Trata de mantener el enfoque, pero su mente obstinada la arrastra hacia esos momentos.La secretaria registra meticulosamente cada palabra que sale de los labios de Lucía,
La barriga de Lucía hace ruido, y rápidamente encuentra una bonita panadería cercana, cuyo olor acogedor la rodea. Con el poco dinero que le queda de la noche anterior, compra algo para comer, pero sus preocupaciones la atormentan.— Espero que no tenga nada que ver con la salud de él. — murmura, casi en un lamento, recordando la conversación con su padre.Lucía encuentra una mesa estratégicamente ubicada junto a la ventana, donde el sol derrama una suave luz sobre el acogedor interior de la panadería.Mientras disfruta de su recién adquirido refrigerio, su mente está llena de pensamientos, un rompecabezas de vida que necesita resolver.La búsqueda de trabajo, las cuentas por pagar, la salud de su padre y ahora el hombre enigmático con quien compartió una noche especial.La mujer está envuelta en preocupaciones, su expresión reflexiva iluminada por el sol de la mañana, que juega con los mechones de su cabello. Lucía se pone seria por un tiempo, sin saber qué hacer ahora.Después de sac