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4 - Noche de seducción con el desconocido..

Lúcia.

Lucía siente su mente nublada por la borrachera mientras intenta centrarse en la realidad que la rodea. Parpadea lentamente, intentando aclarar su visión.

Para su sorpresa, se encuentra en un lujoso piso, pero lo único que ve es un borrón delante de ella. Su último recuerdo es haber besado a un misterioso desconocido en el bar. No puede creer que esté allí, con un desconocido.

El misterioso hombre, con un aura de misterio que no hace más que aumentar, se hace presente, se acerca a ella y le desabrocha la camisa. Lucía se esfuerza por verle la cara, pero su estado de embriaguez se lo impide. Solo puede ver sus hermosos abdominales.

Tiene los ojos medio cerrados, pero intenta mantenerse despierta. El hombre empieza a hablarle de forma seductora y sensual, intentando averiguar más cosas sobre la mujer que está allí.

- Lucía, ¿qué haces aquí, quién eres en realidad, por qué has bebido tanto esta noche, quieres desahogarte? - Él siente curiosidad por ella, sus ojos no se apartan de los de ella, y Lucía puede responder.

- Soy... Solo soy Lucía. Una pobre chica que necesita trabajar. Mi padre está enfermo y soy la única que puede ayudarle. Hoy he bebido mucho para olvidar todos mis... problemas. - dice con cierta dificultad, pero sigue hablando, mirando la cama de matrimonio donde está sentada.

- No he podido conseguir trabajo, mi vida es un caos. Nada me sale bien, nada. Lo único que me queda es que al menos... la noche acaba mejor que el resto del día.

Lo dice en voz baja, ronca, está triste, y en ese momento nada más le importa.

Lucía, confusa y desinhibida por el alcohol, responde a sus preguntas, casi como si renunciara a sus propios sueños. El director general le pregunta por su padre y ella responde con seriedad sobre su estado. Le dice dónde vive su padre y responde a otras preguntas personales sin preocuparse por las consecuencias. Solo quiere que todo acabe pronto, entregarse por completo al momento.

Cuando el hombre se acerca, se sienta junto a Lucía en la cama, ahora solo en calzoncillos. Lucía le mira, sintiéndose más atraída por él, se muerde los labios y, con determinación, se quita la camiseta, sorprendiéndole.

Semidesnuda y decidida, se levanta, le coge de las manos y juntos se dirigen a una silla cercana. Sin embargo, a diferencia de lo que él está acostumbrado, Lucía no muestra ningún interés por él como persona, sino por el acto en sí. Su único objetivo es perder la virginidad esa noche, lo que intriga profundamente al hombre. Quiere saber más sobre ella y por qué despierta su ardiente deseo.

Coge las manos de Lucía y las aprieta suavemente; ella siente que sus manos son cálidas y grandes. Ella se deja guiar por él. Se sienta en la silla y la pone en su regazo, ayudándola a quitarse la ropa interior.

Allí está, desnuda, sentada en su regazo. El hombre aprecia cada detalle de su atractivo cuerpo desnudo. Le pone las manos en la nuca y empiezan a besarse y acariciarse apasionadamente. Lucía siente calor en el regazo de un hombre desconocido y se entrega a él.

El director general, por su parte, disfruta de cada momento, saboreando sus labios rosados y acariciando suavemente su cuerpo, desde el cuello hasta sus pechos suaves y rosados. Cada vez que le toca el busto, se oye un gemido ronco de Lucía, que no puede dejar de chuparle la lengua con deseo.

Comparten intensos momentos de pasión, con Lucía guiando la experiencia. Ya en la cama, ella está encima de él. Pierde completamente la vergüenza y quiere continuar con la sensualidad de la velada.

- Hazlo así, te enseñaré. - Dice el hombre, ronco de deseo, mientras mira a la mujer desnuda a su lado.

Le enseña los movimientos, cómo moverse sobre él y Lucía asiente. Sus manos están sobre el abdomen musculoso de él, entregándose por completo al deseo. El director general observa sus movimientos y los complace a ambos. Está fascinado por su determinación y su confianza en sí misma. Haciendo los movimientos más sensuales, la escena que ve ante él es demasiado intensa, solo se muerde los labios y sigue deseándola más y más.

Lucía empieza a moverse más deprisa e intenta concentrarse en sus ojos, pero todo lo que ve son borrones. Se mueve hacia delante y hacia atrás, tal y como le enseñó el Director General, y siente cómo su cuerpo se calienta y la sensación de placer aumenta cada vez más.

Cada vez que ella se mueve más, ambos gimen intensamente, hasta que finalmente alcanzan juntos el clímax.

Lucía respira hondo y se siente agotada por el sexo y por estar tan borracha. Siente su cuerpo totalmente relajado y una felicidad extrema en su corazón. Ha experimentado algo que nunca había hecho antes, y lo que siente ahora es inexplicable. El director general, al verla tumbada a su lado, con los ojos cerrados y respirando agitadamente, sonríe al mirarla. Nunca había visto una mujer como ella.

Lucía se queda profundamente dormida, sin descubrir la verdadera identidad del misterioso hombre que la había seducido. El director general, al verla dormida, la viste y le acaricia el rostro, apreciando intensamente su belleza.

Antes de irse, le deja una nota y se marcha, sintiéndose realizado y feliz, un sentimiento que ni siquiera él comprende.

La mañana llega con un rayo dorado que entra en la habitación, despertando a Lucía. Aún está resacosa, con dolor de cabeza y de cuerpo y confusa, pero los recuerdos de la noche anterior empiezan a desplegarse en su mente.

 Lucía se da cuenta de que no sabe el nombre del hombre con el que compartió momentos tan íntimos.

- M*****a sea, ¿qué he hecho? - Se mira a sí misma, desnuda y cubierta con una sábana. Aun con dolor de cabeza, recoge rápidamente su ropa y se viste. Va al baño, se da cuenta de que lleva el pelo revuelto y se lo recoge en una coleta.

Lucía registra el piso, pero está vacío. No hay rastro del misterioso amante de la noche anterior. Una sensación de vacío se apodera de su pecho, mezclada con la curiosidad de saber más sobre el hombre que la sedujo de forma tan intrigante.

Decidida a encontrar respuestas, Lucía inicia una búsqueda frenética, repasando cada detalle de la noche anterior en busca de pistas que la conduzcan al enigma que la consume.

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