El eco de los murmullos aún persistía en la mente de Nelly. Aunque había mantenido la compostura durante la cena, la sensación de ser examinada, juzgada y descartada como una intrusa seguía pegada a su piel como un vestido demasiado ajustado.Esa mañana, despertó con una extraña inquietud en el pecho. No era miedo ni tristeza. Era un enojo.Enojo porque Adrián la había dejado a merced de esas arpías. Enojo porque, aunque su respuesta a Susana Montenegro había sido perfecta, no debía haber estado sola en esa batalla. ¿Para qué tenía a su lado a un hombre que no la cuidaba como a su joya más preciada?Por supuesto, eso era algo que no podía esperar de Adrián, él jamás sería alguien tan romántico y caballeroso con ella. Eso le traería ciertos problemas a él y el principal, era ser juzgado y criticado por la esposa que tenía.Cuando bajó a la cocina, la encontraban esperándola un café negro y un croissant sobre un plato de porcelana. No preguntó quién lo había preparado, pero una parte de
Era una de esas noches en las que la ciudad se sentía tranquila, casi suspirando, como si el mundo hubiera hecho una pausa. Desde la ventana del estudio, Nelly observaba las luces dispersas entre las sombras, sin preocuparse por el mundo que se encontraba a miles de kilómetros de allí. Las preocupaciones de la alta sociedad, las miradas curiosas, y el constante estrés de estar atrapada en un matrimonio donde tenía que aparentar estar enamorada y aguantarse las críticas.Después de gastar tanto dinero para molestar a Adrián, decidió ignorarlo por esos días, dedicándose a leer y escribir, lo que tanto amaba. Estaba sentada en el sillón, leyendo un libro que había encontrado en una de las estanterías de la biblioteca. Era un libro sobre administración, nada que la fascinara, pero algo la mantenía ahí, entretenida, mientras trataba de encontrar un poco de paz en medio del caos que era su vida.Ya hasta había olvidado sus propios problemas. Mientras leía el libro, donde hablaba de grandes
Días después La gala anual de Cisneros Corp. estaba en pleno apogeo. Las luces suaves y cálidas iluminaban el salón de baile, creando una atmósfera que combinaba lujo y sofisticación a partes iguales. Las mujeres deslumbraban con vestidos de alta costura y los hombres, impecablemente vestidos con los mejores trajes diseñados a la medida, todos se desplazaban por el salón con una confianza que desbordaba.Todo en el evento era una obra maestra de perfección, una especie de escaparate del poder y el éxito de la empresa. Y, sin embargo, en el aire flotaba algo diferente esa noche, una tensión que Nelly no podía ignorar.La pareja del año, bajaba por las escaleras, recibiendo halagos y críticas también, y todo por Nelly. Ninguna mujer aceptaba que una mujer que no representara a la mujer hermosa y de buen cuerpo, estuviese al lado de Adrián Cisneros.Nelly sonreía con burla frente a las que ya tenía en la mira por hablar mal de ella, muy agarra del brazo de Adrián.Su vestido, una pieza
Mientras Nelly permanecía en el centro de la pista, sintiendo el eco de lo que acababa de ocurrir entre ella y Adrián, un murmullo se fue esparciendo por el salón. Los murmullos que antes parecían vacíos comenzaron a adquirir una nueva tonalidad, una mezcla de curiosidad y fascinación. Las mujeres, que hasta hacía unos minutos se habían mantenido absortas en sus propias conversaciones, ahora no podían evitar lanzarse miradas furtivas hacia ella y Adrián.Y aunque el resto de los invitados seguían disfrutando de la gala, otro pequeño grupo de mujeres se agrupó cerca del borde de la pista, sus ojos fijos en la pareja que acababa de bailar.—¿Viste eso? —dijo una de ellas, Isabel, con una expresión de incredulidad. Su tono estaba cargado de asombro, como si acabara de presenciar un acontecimiento histórico. —¡Adrián Cisneros! Bailando… ¿Y con esa gorda?—¡Lo sé! —respondió Teresa, otra mujer del grupo, con una sonrisa que reflejaba algo entre la sorpresa y la envidia. —Nadie, absolutamen
La mañana después de la gala, Adrián despertó con una sensación inusual en el cuerpo. La luz matutina se colaba entre las rendijas de las pesadas cortinas de su dormitorio, y la habitación, impecablemente ordenada, reflejaba la fría perfección que siempre había sido su refugio. Sin embargo,. Había algo que lo inquietaba, algo que no lograba identificar y que, al mismo tiempo, no podía dejar de pensar.Nelly.¿Donde estaba? Se sorprendió no verla, y era ese vacío que sintió al no tener encima de él, un brazo o una pierna de ella. Creyendo que ya se había levantado, decido cerrar los ojos unos minutos más.El recuerdo del baile de la noche anterior seguía fresco en su mente. No era la música lo que lo había marcado, ni siquiera la fragorosa atmósfera de la gala. Fue ella, su cercanía, su risa espontánea, su humor negro, esa chispa en su mirada que parecía desafiarlo, romper el orden que él tanto apreciaba. Autenticidad.Nunca había conocido a alguien como Nelly. Siempre había estado r
Era un atardecer cálido, pero la casa parecía estar sumida en una atmósfera gélida. El sonido del viento rozando las ventanas de la mansión se mezclaba con el murmullo de las hojas en los árboles del jardín. El salón, con su decoración sobria y elegante, reflejaba una calma inquietante. Pero dentro de él, el aire estaba cargado de tensión.Nelly caminaba de un lado a otro, su paciencia agotada, su cuerpo vibrante de ira contenida. Había esperado demasiado, había intentado adaptarse, había intentado ser la esposa que su familia quería que fuera, la mujer que Adrián pensaba que era. Pero algo dentro de ella, algo feroz y rebelde, le decía que ya no podía más.Ya eran tres meses de casada y no había logrado nada con Adrián, su coraza seguía intacta y la paciencia de Nelly se había agotado.Finalmente, no pudo resistir más. Su mirada fija en la figura de Adrián, sentado con los ojos fijos en su laptop, completando alguna tarea corporativa, fue suficiente para que decidiera enfrentarse a é
Adrián salió del salón, casi sin hacer ruido, como si no quisiera enfrentarse a más. La puerta de la entrada se cerró con un golpe seco, resonando en la casa vacía. Nelly, sin embargo, no se movió. La rabia que había sentido antes se transformó en una angustia profunda, y una sensación de impotencia se apoderó de su pecho. ¿Por qué siempre había sido tan difícil? ¿Por qué nadie parecía ver lo que ella sentía?Finalmente, las lágrimas se desbordaron. El llanto se apoderó de ella, suave al principio, como si fuera un río lento, pero pronto se convirtió en un torrente incontrolable. La frustración, la desesperación de no ser vista, la angustia de sentirse atrapada en una vida que no le pertenecía, todo eso salía de su cuerpo en forma de sollozos ahogados.Se desplomó sobre el sofá, abrazándose a sí misma, buscando alguna forma de consuelo en su propio ser, pero lo único que sentía era vacío. Vacío porque Adrián nunca iba a cambiar, porque él se había convencido de que lo único que podía
El amanecer llegó con una luz tenue, filtrándose a través de las cortinas gruesas de la mansión. La casa, fría y silenciosa, parecía contener aún los ecos de la discusión de la noche anterior. El reloj marcaba las siete, y Adrián, con un leve dolor de cabeza por los tragos de whisky, se dirigió a la cocina.El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el sonido del chisporroteo de los huevos en la sartén. Carmen, la empleada, le dedicó una mirada rápida antes de seguir preparando el desayuno. Adrián se pasó una mano por el rostro, tratando de sacudirse el cansancio, pero más que físico, el agotamiento era mental.Los recuerdos de la noche anterior seguían golpeando su mente como una marea insistente. Las palabras de Nelly, su mirada herida, la forma en que sus labios temblaron antes de soltar aquel último reproche… Todo eso lo tenía atrapado en una sensación incómoda, como un peso en el pecho que no lograba sacudirse.El sonido de pasos bajando por la escalera lo sa