El amanecer se colaba con pereza entre las gruesas cortinas de la habitación. La luz dorada se extendía por el suelo de madera pulida, acariciando los muebles con un resplandor tenue. Adrián permanecía recostado sobre la cama, con un brazo apoyado sobre la frente y la mirada perdida en el techo. A pesar del descanso, el agotamiento pesaba en su cuerpo como si hubiera corrido kilómetros sin detenerse.La noche anterior se había quedado hasta tarde en su despacho revisando unos documentos y en ese momento recordó lo que realmente había pasado en Buenos Aires mientras estuvo ebrio. La conversación con su padre la noche anterior sobre tener un nieto, aún rondaba su mente, pero no era eso lo que le molestaba. Había algo más, un detalle incómodo que se abrió paso entre la niebla del alcohol: había hablado demasiado con Nelly. Fragmentos de la noche en buenos aires volvían en ráfagas confusas… su voz confundiéndose con la brisa en la terraza, la forma en que sus emociones afloraron sin filt
La tarde comenzaba a disiparse, dejando un resplandor dorado que bañaba las calles de la ciudad. Nelly caminaba con paso firme por las calles, disfrutando de la libertad y del aire fresco que comenzaba a hacerse más cálido. Todo parecía tranquilo, y ella disfrutaba caminar sola, con su mente ligeramente distraída entre pensamientos que vagaban entre Adrián y todo lo que había sucedido desde que se casaron. Como poco a poco dejaba de ser esa mujer altanera buscando encajar en la vida de Adrián y las exigencias del matrimonio.Aunque Adrián y ella no se conocían lo suficiente como para considerarse amigos, había algo en él que la mantenía alerta, esperando que un día fuera capaz de despojarse de su armadura de CEO inflexible y dejar ver al hombre detrás de la fachada. Sin embargo, sabía que ese día estaba muy lejos de llegar, o tal vez no lo estaría, pero había algo en su relación que, aunque tensa y distante, parecía estar creciendo lentamente.A pesar de la insistencia de Lucía para
Los días seguían pasando, Nelly ya estaba recuperada de su mano, aunque aún tenía una venda. Adrián ya había vuelto a ser amable, pero Nelly trataba de no hacerse falsas ilusiones y terminar herida.Lucía estaba en su mejor momento abriendo una pequeña tienda, y Nelly tenía estar ahí con ella, celebrando sus triunfos. Aunque primero decidió pasar a la oficina de Adrián para invitarlo a una cena entre amigos.—Que hace mi señora esposa aquí, ¿Desea algo?—Que bello suena eso, pero mejor no lo digas más, a veces suelo creerme las mentiras de hombres guapos como tú. —Dijo Nelly sentada en el sofá de piernas cruzadas. Sacando una sonrisa de Adrián, una que estaba logrando sacarle muy a menudo.—¿Entonces que quieres Nelly? —Cambió su expresión a una dura.—Vine a invitarte a una cena de amigos, con Lucía, está celebrando la apertura de su tienda. Dime si quieres o puedes —hablo de brazos cruzados.—Nelly, deja de ser tan altanera conmigo, trato de ser buen esposo, ¿puedes hacerlo tú conmi
Nelly se sentó en el borde de la cama, ajustando el broche de su vestido rojo con dedos inquietos. Miró el reloj sobre la cómoda: Adrián ya debía haber llegado. Pero el tiempo seguía avanzando y él no aparecía.Soltó un suspiro entre frustrado y resignado. "Seguramente está ocupado en la empresa", se dijo, aunque no pudo evitar el nudo que se formó en su pecho. Había esperado con ansias esta noche, la celebración con Lucía era importante, pero más allá de eso, deseaba compartirla con Adrián. La idea de asistir sola le pesaba más de lo que quería admitir.La habitación estaba en silencio, roto solo por el suave tic-tac del reloj y el murmullo lejano de los autos en la calle. El aire olía a su perfume floral mezclado con la ligera brisa nocturna que se filtraba por la ventana entreabierta. Se levantó y caminó hacia el espejo de cuerpo entero, donde su reflejo le devolvió la imagen de una mujer radiante. Su vestido abrazaba sus curvas con elegancia, y su cabello caía en suaves ondas sobr
El sol filtraba su luz a través de las cortinas, proyectando sombras alargadas sobre las paredes del dormitorio. La mañana avanzaba lentamente, impregnada del aroma a café recién hecho y el sonido lejano del tráfico en la calle. Sin embargo, para Nelly, el amanecer no traía promesas de un nuevo día, sino una resaca feroz que le taladraba el cráneo con cada latido de su corazón.Gruñó, enterrando la cara en la almohada, tratando de escapar de la punzada de dolor que le recorría la cabeza. Su boca estaba seca, su estómago revuelto y su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera corrido un maratón la noche anterior. Abrió los ojos con dificultad y parpadeó varias veces, tratando de enfocar la habitación.El aroma a café se intensificó y, con un esfuerzo titánico, giró la cabeza hacia la puerta. Allí estaba Adrián, apoyado contra el marco con una taza en la mano y una expresión inescrutable en su rostro.—Te traje café —dijo simplemente, con ese tono bajo y controlado que siempre usaba.Nel
Adrián giró con una mezcla de sorpresa y reconocimiento. Frente a él estaba Marcos, su mejor amigo desde la universidad. Su rostro reflejaba la misma confianza de siempre, aunque con algunas líneas de madurez que el tiempo le había regalado.—Marcos… —La sorpresa se transformó en una sonrisa genuina. Se acercó y lo abrazó con fuerza—. ¿Qué haces aquí?—Pasaba por la ciudad y pensé que sería un crimen no verte. ¿Tienes prisa o tienes tiempo para un trago? Tenemos años de conversación pendiente —dijo Marcos con una sonrisa ladeada.Adrián miró su reloj y luego pensó en Nelly. Había estado dándole largas al asunto, evitando enfrentar lo que sentía. Quizás hablar con Marcos le ayudaría a poner en orden su cabeza.—Vamos —asintió, indicándole que lo siguiera.Se dirigieron a un bar discreto en el centro de la ciudad, donde el ambiente cálido y la tenue iluminación los envolvieron en una burbuja de recuerdos y confidencias. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, y Marcos pidió dos whis
Un par de días después. Con su mente más clara, Adrián se dirigió a casa, donde estaba seguro, Nelly ardía de rabia por seguir llegando tarde solo por ignorarla. Después de una cena que parecía casi una cita.La casa parecía estar envuelta en una pesada quietud. El sonido del viento afuera hacía que las persianas se movieran ligeramente, pero el silencio dentro de la mansión era más profundo, más pesado, como si todos los sentimientos no dichos estuvieran tomando forma en el aire. La sala de estar estaba sumida en una penumbra cálida, solo iluminada por las luces suaves que iluminaban el mobiliario elegante. Nelly estaba sentada en el sofá, con los dedos entrelazados nerviosamente en su regazo, observando cómo las sombras jugaban sobre las paredes. Adrián había llegado tarde esa noche, y ella había esperado hasta que su paciencia comenzara a agotarse.Finalmente, la puerta se abrió con el crujir familiar de la madera, y Adrián apareció, su figura alta y esbelta, con los hombros tenso
La luna estaba alta en el cielo, una esfera plateada que iluminaba tenuemente la habitación, colándose por las grandes ventanas que dominaban el dormitorio de Adrián y Nelly.Las cortinas blancas se movían suavemente con la brisa nocturna, creando sombras que danzaban en las paredes. La casa, tranquila y silenciosa, parecía contener la respiración en este momento. Adrián notó que Nelly se había ido a dormir a otra habitación, eso indicaba que estaba huyendo de lo que apenas comenzaba entre ellos. Ese deseo ardiente que crecía con cada día que pasaba, con cada discusión que llevaba dentro un sin fin de emociones cometidas.—Nelly... —Susurró Adrián con una sonrisa antes de salir de la habitación matrimonial y dirigirse a la otra, donde se encontraba su esposa nerviosa.Nelly estaba sentada al borde de la cama, su mirada fija en el suelo mientras sus manos jugaban nerviosas con los pliegues de su vestido. La sensación de estar atrapada, entre el deseo y el miedo la había invadido por co