Un pago con creces

—¿Cómo supiste que mi her… que Marcos no volverá a caminar? —Antonella le pregunta a Fabiano, minutos antes de enviarle el mensaje a Blas.

—La enfermera que contraté para las terapias de mi nonna, lo mencionó hoy en la mañana.

—Dios, eso debe ser difícil para él.

—Sí, igualmente para sus padres. Mauro Moretti siempre ha sido un hombre orgulloso y muy arrogante.

Antonella permanece callada. Ella no lo percibió de esa manera cuando se topó con él en el hospital, al contrario pudo ver una tristeza profunda en sus ojos.

—Necesito descansar, Fabiano. ¿Nos vemos mañana? —Se pone de pie.

—Sí, entiendo. —Se levanta del sofá.

—Te acompaño — Antonella lo lleva hasta la puerta.

—Descansa —dice él, mientras besa escuetamente su frente.

La pelirrubia entra a la casa, va hasta la cocina para servirse un vaso con agua. De pronto, siente un ligero vahído que la obliga a apoyarse de la mesa y tomar asiento. Respira profundamente, intentando recuperarse de aquel mareo, todo a su alreded
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