Blas deja su móvil a un lado, aún no puede creer que le esté pasando algo similar. —¿Por qué no me atiendes, geme? —solloza en silencio mientras bebe otro trago de licor en la habitación del hotel.Su noche de navidad había sido un absoluto caos. Horas atrás… Desde que llegó a la elegante casa donde se supone conocería a sus suegros, Blas notó a su pareja un tanto nervioso.—¿Te ocurre algo, mi amor? —pregunta Blas, besando su espalda desnuda, luego de aquel encuentro íntimo en la habitación de su amante. —No, no, todo está bien. —Pues, te siento un poco tenso. Creo que necesitas relajarte. —Te dije que estoy bien, Blas —contesta con cierta hostilidad. —Bien, iré a ducharme entonces para la cena con tus padres.Sin recibir respuestas de su pareja, el moreno se dirige hasta el baño. Aunque Marcos le dijese lo contrario, él sabía que su pareja se veía y estaba actuando, algo nervioso. “Quizás es porque tendrá que presentarme a sus padres” piensa, mientras se introduce e
No sólo, Blas se llevó una sorpresa en su noche de navidad, sino también Macarena. Su prometido, Miguel la había invitado a cenar con la intención de decirle algo muy importante.Para una chica como Macarena plus-size, recibir la propuesta de su novio, con quien lleva cinco años saliendo, es su mayor sueño. Por ello, cuando él se negó a ofrecerle matrimonio días atrás, ella sintió que el mundo a su alrededor se caía en pedazos. Mas esa noche su corazón late con fuerza, aguarda con ansias que aquel sueño se haga realidad. —¿Qué es eso que tanto deseas decirme, Miguel? —Maca, sé que llevamos cinco años juntos, que hemos pasado por situaciones difíciles, y que a pesar de eso, tú has estado conmigo —dice, y mete la mano en el bolsillo interno de su chaqueta. Macarena traga en seco, mientras imagina lo que está por suceder, su corazón retumba como los tambores, y su yo interno grita “Me lo va a pedir, me lo va a pedir”. Sin embargo, Miguel saca su pañuelo y seca su rostro, dejando
Antonella amanece por primera vez, en brazos de un hombre. Un hombre maravilloso como el que siempre soñó. Albert despierta y besa su frente con ternura. —Es hora de levantarnos. Mi madre debe estar por tocar la puerta. —murmura ella entre suspiros. —Bien, aunque desearía quedarme acostado aquí a tu lado. —dice y sonríe.—Yo también deseo estar así, entre tus brazos. —Ella se refugia en su pecho. Minutos más tarde, salen de la habitación, sus rostros reflejan alegría y plenitud. Al verlos entrar a la cocina, Isabella sonríe, pero esta vez no quiere ser indiscreta, se siente cansada. —Siéntate mamma, yo me hago cargo. —Grazie, bambina. Albert también se ofrece s ayudar en la elaboración del desayuno, que Isabella ya lleva un poco avanzado. Mientras preparan el resto de la comida, las miradas cómplices, los roces, los gestos de picardía entre ellos, son notorios. Mientras desayunan, Albert propone dar un paseo por la ciudad juntos. —¿Le gustaría ir con nosotros, Isabell
Esa noche, Antonella no hizo más que pensar en Albert y en todo lo que había vivido durante esa semana. Rápidamente comienza a extrañarlo, a necesitarlo, a querer estar con él. Sin embargo, no tiene otra opción que quedarse en Nápoles y cuidar de su madre. Tal como lo prometió, al llegar a Madrid, la primera llamada que Albert realiza es para Antonella. Emocionada al ver aquel nombre en la pantalla de su móvil, atiende sin dudarlo. Oír la calidez de su voz, le devuelven la calma. —Acabo de llegar, mi amor. Voy a descansar un poco, mañana será un día algo largo. —Me imagino. Quisiera poder estar allí contigo y apoyarte. —Lo sé, y de verdad agradezco todo lo que has hecho por mí en estos días. No pensé que encontraría en ti, a alguien tan especial. O sea, a lo que me refiero es a que no planeé esto y ha resultado la experiencia más maravillosa de mi vida, Antonella. Y quizás suene un tanto apresurado de mi parte, pero sólo deseo estar a tu lado. —¿Eso que significa? —pregunta
—¿Qué haces aquí? —pregunta sorprendida. —Vine a verte, Antonella. Sabes cuanto me importas. Sé que estás comprometida, pero no puedo quedarme de brazos cruzados y ver como te pierdo. —¿Te has vuelto loco? Tú me perdiste desde el momento que te casaste con tu novia de siempre. No tienes nada que venir a buscar, vete de mi casa, Fabiano. —dice entre dientes evitando que su madre sepa sobre la presencia de su ex. Isabella, al ver que su hija se tarda, se levanta del asiento y se dirige por el largo pasillo hasta la entrada principal. —¿Hija, ocurre algo? —Vete, vete —Antonella lo empuja con la mano.— Mi madre no está bien.—Me iré con la condición de que aceptes verme después del mediodía, te estaré esperando en el restaurante de Fillipo a la 1:00 de la tarde.Antonella responde con un OK para zafarse de aquella incómoda situación. —¿Hija? —Nada mamma, era un vendedor. —contesta un tanto nerviosa. La puerta vuelve a sonar y Antonella abre abruptamente, mostrando enojo.
Albert entra a su oficina desde muy temprano, y hasta ahora sólo ha tenido trabajo por hacer. Realmente la presencia de Antonella era necesaria en su oficina; aún así, el CEO trata de resolver con lo que tiene a mano. Su móvil no para de sonar, sin embargo para él, nada tiene tanta importancia como resolver aquel asunto. La insistencia de aquella llamada, lo obliga a dejar a un lado su labor, toma el móvil y ve que se trata de su ex cuñada Raquel. Lo primero que le viene a la mente es pensar que a su hermano Robert le ha pasado algo. —¡Raquel! ¿Cómo estás? ¿Qué ocurre? —pregunta ansioso al escuchar su voz trémula.—¡Albert, estoy en Madrid! Necesito hablar contigo, por favor. ¿Podemos vernos ahora? Albert mira su reloj, ya es mediodía y aún no ha almorzado, ni hablado con Antonella. —Sí, claro. ¿Dónde nos vemos? —Estoy hospedada en un hotel, te paso la ubicación por GPS. —¡Vale! Recibe el mensaje de su ex cuñada, cierra su PC, toma su billetera, las llaves del coche y s
Albert sabe que su hermano siempre ha querido tener un hijo, y está seguro que de saber que Raquel está embarazada, volverá a su lado. Pero, si eso ocurría, la relación entre Marta y su hermano terminaría definitivamente. ¿Eso lo beneficiaba? Se pregunta a sí mismo.Posiblemente no.Conociendo a Marta, ella haría todo lo posible por meterse en su vida. Y si algo no desea Albert, es que Antonella y su ex mujer deban enfrentarse y sobre todo que sus hijos estén en medio de una situación como esa. —No sé qué decirte, Raquel. Un hijo es lo más maravilloso que podemos tener en la vida. Sin importar lo que haya pasado entre tú y Robert, también es su hijo. —Un hijo que no tendrá a su padre al lado porque prefiere follarse a su cuñada, joder. —esgrime.—Marta y yo nos divorciamos hace algunos meses. En ese momento, pensé que yo era el culpable; claro eso, antes de que mi propio hermano me echara en cara que mi mujer era una cualquiera y que él era su amante. —¿Quieres decir que el
—Al fin me atiendes —espeta Antonella, un tanto remilgosa luego de un tercer intento por hablar con su prometido. —Llegue a casa hace un rato, te estuve llamando pero nunca me contestaste. Luego me metí a darme un baño. —Sí, es que una de mis amigas, tuvo un problema con su prometido, bueno su ex prometido y estaba tratando de apoyarla. Ya sabes como es esto. Pero también te llamé hace unos minutos. —¿Sí? —Albert pregunta confundido ya que no vio ninguna notificación en su móvil. Revisa y nota que efectivamente ella lo había llamado. Recuerda entonces que su cuñada estuvo en su dormitorio y piensa que tal vez, ella revisó su teléfono.—¿Pasa algo? —pregunta ella al notar su silencio.—No, sólo verificaba la llamada que me hiciste, mi amor. Y sí, me imagino, que tu amiga debe sentirse muy mal. Siempre es bueno apoyar a quienes nos necesitan . —dice él pensando justamente en su ex cuñada.— Pero… por ahora no quiero hablar de cosas negativas, ya tuve bastante con lo de la empresa