La conexión entre la pareja es instantánea, Eva no quiere perder a aquel hombre y está dispuesta a todo por estar con él, así tenga que enfrentar a sus padres. —Quiero quedarme contigo, Albert. No quiero volver a casa esta noche. —¿Estás segura? —pregunta él, considerando las palabras que ella mencionó algunas horas atrás. —Sí, quiero ser tu mujer ahora y siempre. —Eva besa sus labios con ternura y se refugia en su pecho. Aunque para Robert el comentario de Eva es algo precipitado, lo que han experimentado juntos, es lo mejor que ha vivido hasta ese momento. Eva provocaba en él, no sólo deseo sino algo especial, una necesidad de protegerla y de cuidar de ella. Mas, antes de responderle debía decirle cuál era su verdadera identidad. Decirle que había usurpado el lugar de su hermano gemelo. Al amanecer, tocan a la puerta de la posada. Robert se levanta de la cama cubierto apenas por la sábana, abre la puerta siendo sorprendido con un puñetazo en el rostro, que lo hace tastab
Albert despierta con el sonido de las risas de sus hijos, en el pasillo. Se levanta de la cama, estira los brazos y deja escapar un bostezo. Mira la hora en su reloj, ya pronto serían las ocho, se asea en el baño y minutos después sale del dormitorio. Antes de bajar las escaleras, va hasta la habitación de su madre. La noche anterior había preferido no incomodarla, además de sentirse exhausto por el viaje, no deseaba alterarla emocionalmente. La mañana en el jardín fue bastante fuerte para él.Toca a la puerta antes de entrar, luego con lentitud mueve el picaporte, abre la puerta y entra. Bernardette, aún está en su cama, se incorpora y sonríe, tiene un semblante diferente esa mañana, risueño y lúcido, extiende sus brazos y muestra una cálida sonrisa:—Albert, ven hijo, te estaba esperando. —Hola mamá —Albert se acerca a ella y la toma de las manos, se sienta en la orilla de la cama y besa la frente de su madre. —Que bueno que regresaste pronto. Ya te extrañaba. —Y yo a ti,
El grito de Briggitte provoca un escalofrío en Albert, quien sale corriendo del agua luchando contra las olas que se regresan, mientras Eva le pide que espere por ella. Sin embargo, en la cabeza de Albert sólo hay un pensamiento: su madre. —¿Dónde está, Briggittte? —pregunta, aterrado.— ¿Dónde está mi madre?,—No lo sé, Al. Estaba hace unos minutos aquí —contesta con voz trémula— pero de pronto desapareció. —Cuida de los niños —Le ordena— Yo iré a buscarla. Albert sube la pequeña colina y busca desesperadamente con su mirada a su madre; mas, no la halla. El lugar comienza a llenarse de turistas que vienen acercándose a la playa, lo cual dificulta su visibilidad. Como puede, se abre paso entre las personas, mientras siente su corazón latiendo con fuerza y la garganta seca. Traga saliva y avanza.De repente, ve una mujer de espaldas que viste igual a Bernardette, pero que lleva un sombrero sobre su cabeza. —Mamá —dice sujetándola del brazo, la mujer voltea y sacude su mano.
Después de la horrible situación que Antonella vivió con Angelo, y pensando en los consejos de su amigo Blas, ha decidido ponerle un punto final a su relación con él. Esa tarde, luego de acostar a su niña, escucha el auto detenerse. Se arregla el cabello, recogiéndose una coleta alta y sale de la habitación. Baja las escaleras hasta la sala principal y antes de que Miguel se disponga a llevarlo a su habitación, le ordena:—Aguarde, Miguel. El Sr Angelo y yo tenemos que conversar un asunto. La firmeza en la voz de Antonella, indica que aquello es algo no sólo importante sino delicado, por lo que el guardaespaldas asiente y se retira de la sala. Angelo en tanto, acaricia su mentón mientras sigue con la vista a la pelirrubia, ella se vira de espaldas a él, observa por la ventana, respira profundamente como tomando fuerzas para lo que tiene que decirle, y luego se voltea de frente a él. —Quiero el divorcio —dice de forma categórica sin dejar espacio a la menor duda de su petición
Mientras Antonella y Albert enfrentan un difícil desafío, Blas y Marcos organizan su boda. El entusiasmo de la pareja es contagiante. —¿A ver, dime que te parecen este modelo para la invitaciones de nuestra boda? —pregunta Marcos mostrándole el diseño que acaba de crear. —No lo sé, siendo muy sincero, creo que tiene muchos colores. —responde.—Pensé que querías para nuestra boda un diseño más arcoíris. —El hecho de que seamos homosexuales, no significa que un arcoíris nos identifique, Marc. El amor no tiene que señalarse con otros colores que no sea en rojo intenso. No me amas, ni te amo por lo que somos físicamente, sino por lo que sentimos el uno por el otro. —Las palabras de Blas, dejan a Marcos sin argumentos con los cuales pueda rebatir su opinión.—Bien, entonces elijamos juntos los colores. —Muy bien, a mí particularmente, me gusta rojo y dorado. —dice Blas. —A mí, rojo y blanco. —contesta Marcos. —Entonces, combinemos esos tres ¿Qué opinas?. —Blas propone.—Me p
Los días transcurren rápidamente; esa mañana, Albert recibe en su e-mail la invitación digital de la boda del CEO de su empresa con el hermano de la mujer que ama. Su corazón se sobresalta ante la idea de que en un mes, la verá nuevamente después de casi un año sin verla. Mas, algunas cosas han cambiado desde ese entonces, ahora ella está casada y tiene una hija, y él, por otro lado está comprometido con Eva. Desde que Eva, le confesó que Ralph es su hijo, su relación tomó otro rumbo. La noticia de su relación llena de felicidad a Bernardette, quien se ha mantenido mucho más lúcida a pesar de que su enfermedad es irreversible. Mas, la presencia de sus nietos y su hijo, en casa parece ralentizar el proceso del Alzheimer. En cuanto a sus hijos, aún no se lo han contado la verdad, aunque ambos están conscientes de que en algún momento, deberán hacerlo. Albert lee a detalle la invitación, percatándose de lo significativo de aquella fecha, será en la noche de Navidad y en la mansión
—No se preocupe, Inés. Nadie va a saber que fue usted quien me lo dijo. —Pero Estefanía también sabe que su esposo y mi hija son amantes. —¿Estefanía? —pregunta con asombro.— ¿Pero por qué no me lo contó?—El día que usted llegó con la niña al hospital, yo le comenté a Estefanía lo que estaba pasando, y ella me pidió que no le dijese nada.—No puedo creer que me haya ocultado algo como eso. —contesta con pesar. —Quizás no quería preocuparla más de lo que estaba. —Tal vez, pero yo confiaba en ella. —El tono de su voz muestra su desconcierto. —A veces mentimos a quienes amamos para evitarles dolor. ¿No lo cree? Antonella guarda silencio por algunos segundos. ¿Acaso ella no le mintió a su madre antes de morir? ¿Acaso no pensaba hacer lo mismo ocultándole a su hija sobre su verdadero padre? —Tiene razón, Inés. Nuevamente gracias por su apoyo. Antonella sale del hospital con una clara idea de lo que hará para obtener las pruebas que necesita. Como mujer quizás ella podía
De forma inesperada, la mañana siguiente Antonella recibe la solicitud de divorcio de Angelo. Lo que quiera que sea que su padre ha hecho, se lo agradece. No obstante, le sorprende el hecho de que la noticia sobre su traición y falsa invalidez, no haya tenido el alcance que imaginó que tendría en las redes sociales.Lo que la pelirrubia desconoce, es que su padre también está detrás de ello. Pues a pesar de que Angelo no le puso peros por lo del divorcio, el multimillonario se ocupó en detener aquel escándalo que no sólo afectaría a su ex socio, sino también a su hija y su nieta aunque de forma indirecta; por lo que valiéndose de su poder e influencias, detuvo la propagación de aquella bizarra información. El proceso de separación, bajo mutuo acuerdo, se realiza de inmediato. Antonella no tiene interés alguno en ninguna de sus propiedades, sólo pide que no se acerque a ella, ni a su hija, algo que Angelo se ve obligado a cumplir. El hecho de que Antonella lo hubiese expuesto de aqu