Belleza genuina

Albert entra a la habitación, Antonella espera por él, sentada en la cama. Al verlo se levanta emocionada, el brillo en sus ojos y su sonrisa plena, cargada de felicidad hacen que el CEO, se contagie de su alegría.

—¿Cómo te ha ido en la reunión? —pregunta rodeando su cuello con ambas manos.

—Pues… —él se enseria, hace una pausa— ¡excelente! —exclama. Lo logramos, logramos resolverlo todo. Así que para celebrar saldremos a cenar.

—Entonces, debo cambiarme. —comenta ella, quien lleva un vestido de poliester sencillo, color turquesa, de tiros, ajustado al torso y con una falda ancha que cae sobre sus caderas hasta llegar a sus rodillas y sandalias de tacón bajo.

—No necesitas cambiarte, te ves hermosa, mi amor. Siempre te ves hermosa.

—Bien, entonces sólo me pongo algo de maquillaje y estoy lista.

—Vale… iré a ver si Raquel ya está lista. —Antonella frunce el ceño— Iremos a cenar con mi cuñada. ¿No quieres que nos acompañe?

—Sí, no hay problema —dice y se encoge de hombros.
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