22. Los latidos.

Sarah esperó a la mañana siguiente para contarle a su madre sobre lo que planeaba hacer, las dos hienas se rieron de lo fácil que se lo ponía el bastardo de Owen, ahora si tenían la certeza de que la compañía sería suya; sin embargo, la matriarca sugirió algo un poco diferente y más efectivo que solo denunciarlo y era su mejor arma, el chantaje.

Organizarían un encuentro con Owen antes de la reunión anual de accionistas, de tal manera que, frente a todos los miembros, cediera sus acciones a ellas y así poseer la mayoría. De lo contrario iría a la cárcel sin remedio, ellas tenían pruebas contundentes de intento de asesinato y no darían marcha atrás.

—Será un ganar ganar, ya que él no querrá ir a la cárcel y nosotras tendremos el control de la empresa.

Sus risas burlonas inundaron la habitación. Claro que decirlo y hacerlo eran dos cosas muy distintas, a cada petición de encuentro se consiguieron con una negativa por parte del CEO, en tal caso, se vieron forzadas a pensar en una estrate
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