"Nuestras palabras dicen, lo que el corazon calla"
Azura
El aroma... nardos y fresas maduras, tan dulce, tan embriagador. Sentí que el suelo temblaba bajo mis pies descalzos mientras avanzaba como hipnotizada, mis sentidos tomados por una fuerza ajena, instintiva, que no comprendía del todo. Rosaly rugía en mi interior, cada paso hacia esa puerta sellaba algo dentro de mí. Algo nuevo. Algo inevitable.
—. ¿Qué me hiciste?
No supe qué responder. No podía. Las palabras se ahogaban en mi garganta mientras nuestras miradas se entrelazaban, una fuerza invisible nos ataba. Lo sentía. Ese lazo. El que siempre había oído en las historias. El que había negado que fuese real para criaturas como yo. Y sin embargo...
Lo vi dar un paso hacia mí. Su cuerpo tenso, contenido. Casi como si luchara consigo mismo.
—¿Por qué hueles así? —gruñó—. Maldita sea, Azura... ese aroma... eres tú.
—Yo... —murmuré, con la voz temblorosa—. Solo me transformé... por primera vez. Rosaly... mi loba... despertó.
Él parpadeó, sorprendido.
—¿Rosaly?
Asentí. No sabía cómo explicarlo. Todo era tan nuevo, tan abrumador. No sabía si debía temerle... o rendirme a esto que ardía entre nosotros.
Kael se acercó más. Mucho más. Su calor me envolvió y su aroma me asfixió dulcemente. Era poder. Era deseo. Era mi maldito compañero.
Su mano rozó mi mejilla, y todo en mí tembló.
—No puede ser... —susurró, y por primera vez, su voz se quebró—. No tú.
Lo miré a los ojos, sintiendo la conexión sellarse, invisible pero irrompible. La marca del destino. El vínculo que jamás podría romperse.
—¿Por qué yo no, Kael? —le pregunté con voz apenas audible.
Sus labios se curvaron en una expresión amarga, como si luchara contra un millón de emociones al mismo tiempo.
—Porque te hice daño... demasiadas veces.
—Sí —dije sin dudar—. Y aún así, aquí estamos.
Entonces, él ya no resistió más.
Su boca encontró la mía con una desesperación que me quemó la piel. Me besó como si el tiempo le debiera todas las caricias que no me había dado, como si el universo le hubiera robado mil vidas y ahora intentara vivirlas todas en una sola noche. Me dejó sin aliento, pero no me importó. Sus manos me sujetaron con fuerza por la cintura mientras me levantaba del suelo sin esfuerzo, y yo me aferré a él como si en su pecho encontrara por fin algo parecido a un hogar. Me llevó por los pasillos ocultos del castillo hasta su habitación sin romper el beso, con la respiración agitada, con su cuerpo vibrando contra el mío. Al entrar, me recostó con cuidado sobre la cama, y sus ojos me buscaron en la oscuridad.
—¿Puedo...? —preguntó con la voz grave, temblorosa. Por primera vez, no como Alfa. Sino como hombre.
Lo miré sin miedo.
—Sí... —confesé con la voz ahogada en deseo.
Entonces, no hubo más palabras. Solo el lenguaje de la piel, del alma. Nuestros cuerpos se entrelazaron bajo la luna, mientras el vínculo brillaba como una llama nueva y eterna. Fue fuego. Fue redención. Fue la furia y la ternura. Fue lo que nunca creí merecer. Lo que él jamás pensó tener. Y mientras su aliento se mezclaba con el mío y su piel me devolvía la vida, entendí una sola cosa con absoluta claridad. Ya no era una esclava. Era una reina. Y él... mi mayor error.
Nunca me había sentido tan confundida.
Me entregue en su cama. En la del futuro Alfa. Mi supuesto compañero.Su respiración aún golpeaba mi cuello, y su brazo, fuerte y posesivo, me rodeaba la cintura. El calor que nos envolvía era el de dos cuerpos unidos por más que una noche… o eso creí.
—Kael… —susurré, intentando incorporarme.
Sus ojos se abrieron de golpe, dorados como llamas, brillando con un desconcierto que no entendí al principio.
—¿Qué hiciste? —gruñó, su voz áspera, salvaje.
—¿Qué…? Yo no hice nada. Tú…
—¡Cállate! —se apartó como si mi piel le quemara—. No puede ser... no puede ser que tú... —se levantó, furioso, jadeando—. ¡Tú eres una maldita omega! ¡Una esclava!
Sentí que mi alma se rompía en mil pedazos. Me cubrí con las sábanas, temblando.
—¿Eso soy para ti? —pregunté con la voz rota—. ¿Una esclava?
—¡Sí! —escupió la palabra como veneno—. No puede ser que tú seas mi compañera… ¡tú no! Esto es un error. Eres sucia, insignificante, débil…
Su mirada me atravesó como un puñal. Pero lo que dijo después fue lo que realmente me desangró el alma.
—Me das asco.
Tragué el nudo en mi garganta. Mi loba, Rosaly, gruñía dentro de mí, dolida. Pero también confundida. No entendía por qué no sentíamos el dolor que se supone debía venir con el rechazo.
—Entonces… —me levanté, desnuda y temblorosa—. Recházame.
Él me miró, su mandíbula tensa, su cuerpo hecho un torbellino de rabia y deseo contenido.
—Te rechazo, Azura. Rechazo nuestro vínculo. Rechazo todo lo que eres.
Las palabras cortaron el aire… pero no mi alma. No sentí dolor. Ni un solo espasmo. No como se decía que ocurría. Yo no me quebré. Pero él… él cayó al suelo.
— Alfa Kael acepto tu rechazo—me quedé helada.
Él se agarró el pecho, con los ojos muy abiertos, como si algo lo estuviera destrozando por dentro.
—¿Qué… qué es esto?
Rosaly susurró en mi mente con voz calma pero firme.
"Él te ha herido. Te ha juzgado. El dolor del alma no se comparte con quienes no lo merecen."
—Yo… no siento nada… —murmuré—. ¿Qué soy…?
Me vestí con lo poco que encontré, evitando mirarlo. Él aún jadeaba en el suelo, quebrado. Pero yo… estaba entera. Más rota por dentro, sí, pero no como esperaba. Corrí. Corrí fuera de su habitación, fuera de esa casa, fuera de ese infierno. El aire me golpeaba el rostro, frío y cortante. Pero me daba vida. Tenía que huir. No podía quedarme un segundo más. Corri a mi habitacion y tome mi unica sandalias. Y no hay marcha atras hoy dejo la manada De Luna De Sangre. Lucía un vestido gris sucio, el único que me quedaba. Pero mi cuerpo… ya no era el mismo. Yo no era la misma.
—Huiré cuando todos estén ocupados. Me perderé entre los árboles del bosque prohibido. Nunca más volverán a encadenarme.
Apreté los puños. Esa sería mi noche. La última como esclava. La primera… como lo que estaba destinada a ser.
"La corona pesa cuando no tienes cabeza"AzuraEl aire estaba denso. El olor a incienso, cuero y vino inundaba la gran plaza de la manada. Las antorchas danzaban en lo alto, proyectando sombras salvajes sobre los rostros de todos los presentes. Sonaban tambores. El canto de los ancestros llenaba la noche como una profecía. Y en el centro, estaba él. Kael. Vestía una túnica negra con bordes plateados, la misma que había usado su padre el día en que asumió el cargo antes de morir devorado por traidores. Pero esa noche… Kael no era la imagen del poder que todos esperaban. Estaba pálido. Sus ojos dorados, ahora apagados, buscaban algo entre la multitud. Y su postura, aunque firme, se notaba forzada. Como si el dolor lo carcomiera por dentro y solo la rabia lo mantuviera en pie.Yo lo sabía. Rosaly lo sabía."El rechazo le había costado más de lo que él jamás admitiría."—Se ve… destruido —susurró una de las omegas a mi lado, mientras fingía que yo era una más, de esas invisibles.—Dicen q
"Despertar entre sombras aveces tiene mas luz"Cansada. Esa era la palabra que me definía perfectamente. Por primera vez en mi vida, sentía que todo mi cuerpo descansaba de verdad. Que el dolor, el miedo, la angustia y la humillación que cargaba como una cadena oxidada, se habían desvanecido, aunque fuera por un momento. Mi mente flotaba en una especie de limbo. Todo era oscuridad y silencio… excepto por una voz.—Azura... despierta. Ya es hora. —la escuchaba susurrar con ternura, pero con firmeza.Era Rosaly. Mi loba.—Me gusta este lugar… pero nos necesitan. Tú necesitas abrir los ojos.No quería. Por primera vez me sentía segura. Por primera vez, no me dolía nada. Pero ella insistía. No se callaba. No me dejaba seguir durmiendo. Y entonces lo hice. Me incorporé con un jadeo ahogado, tan bruscamente que sentí como si mi alma se estrellara contra mi cuerpo de nuevo. Todo era borroso. Sombras. Voces lejanas. Ruidos extraños.—¿Acaba de despertar?—¿Niña, estás bien?No entendía nada.
"mis ojos solo pueden verte a ti" GRAYSONLas paredes de mi oficina están cubiertas de informes, mapas, notas sobre alianzas y amenazas. Todo está organizado al milímetro, como a mí me gusta. Pero hoy… no puedo concentrarme en nada.Desde hace quince días, Drux ,mi lobo, no me da paz. Se siente… más presente. Más ansioso. Como si su instinto estuviera oliendo algo que mi razón todavía no logra procesar.—Ella, susurra. —Está cerca.Ella. La intrusa.Desde que fue encontrada medio muerta en la frontera, con el cuerpo cubierto de sangre seca, hematomas y huesos sobresaliendo por la piel, su presencia se volvió como una maldita espina bajo la piel. No sabía su nombre. No sabía de dónde venía. Solo que estaba rota… y que sobrevivió. Le asigné a Sarita el cuidado exclusivo de la chica. Quince días sin señales. Hasta esta mañana.—Grayson… despertó. —la voz de Sarita me llegó como un susurro por el enlace mental.—¿Está lúcida? pregunté de inmediato.—Sí. Dice que su nombre es Azura. Que e
"un diamente en bruto, no es lo que parece"AzuraAbrí los ojos de golpe, como si algo me arrastrara desde el fondo del océano hacia la superficie. Mis pulmones se llenaron de aire y el corazón me latía con fuerza. Estaba viva. Pero… ¿dónde estaba? Me incorporé lentamente, pestañeando varias veces para intentar enfocar mi vista. Todo a mi alrededor era… hermoso. Las cortinas de terciopelo caían como cascadas suaves, las paredes eran de un blanco crema con detalles en dorado, y el techo tenía un candelabro de cristal que brillaba con la luz natural que se colaba por los enormes ventanales. La cama en la que yacía era amplia, cubierta con sábanas suaves que olían a lavanda. Todo era tan lujoso, tan diferente del rincón oscuro y húmedo donde solía dormir como “omega”.Me toqué el pecho, luego el rostro. Todo estaba bien… pero algo había cambiado. Sentía mi piel más sensible, mi oído más agudo, el olfato tan desarrollado que podía distinguir al menos cinco aromas distintos flotando en el
“cuando tienes confianza, todo te sale mejor”AzuraAunque lo conseguí, aunque ahora tengo un trabajo, no puedo evitar sentir que no es el adecuado.No puedo explicarlo, pero algo dentro de mí sigue vacío.Rosaly, mi loba, no ayuda. Cada vez está más... más cachonda. Más hambrienta. Solo piensa en montarse sobre él —sobre nuestro compañero— y, francamente, no la culpo.Es él. Nuestro compañero.Y después de todo lo que sufrimos... ¿cómo puedo siquiera soñar con entregarme otra vez?Con Kael pensé que si, por gracia de la Diosa, me llegaba un compañero, él me salvaría.Pensé que sería bueno, dulce, que me amaría con locura, así como yo lo amaría a él.Pensé que sería mi refugio.Pero no. Fue todo lo contrario.Dolor.Tristeza.Agonía.Siento que no importa cuánto luche, siempre estaré en este nivel bajo, estancada, rota.—Deja de pensar en esas idioteces —gruñe Rosaly dentro de mí, furiosa—. ¿No ves, Azura? ¡El Alfa Grayson nos acepta! No veas monstruos donde no los hay.—¿Aceptarnos?
AzuraMe obligué a respirar cuando Grayson, con una lentitud casi cruel, se puso los jeans negros que yo había elegido para él. La tela se ajustó a sus caderas como si hubiera sido hecha a medida, marcando cada músculo, cada línea peligrosa de su cuerpo.Después se pasó la camiseta blanca por la cabeza, dejando que su cabello húmedo se alborotara aún más. Se veía salvaje. Mortalmente hermoso.—¿Lista para acompañarme a la oficina? —me preguntó, lanzándome una mirada ladeada, esa sonrisa torcida que me derretía sin remedio.—¿A la oficina? —repetí, aún un poco atontada.—No pienso dejarte sola —dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo—. Además, quiero que veas cómo trabajo. Un día este mundo también será tuyo, si así lo quieres.Mis mejillas se encendieron. ¿"Tu mundo"? ¿De verdad pensaba en un futuro conmigo?No me atreví a decir nada. Solo asentí y lo seguí fuera de la habitación, mis pies descalzos sobre el suelo de madera pulida.Bajamos por una escalera ancha que daba a un
“Los que siembran dolor, cosechan condena.”AzuraNunca imaginé que llegaría este momento. No porque no lo soñara, no porque no lo deseara, sino porque había partes de mí que murieron tantas veces que dejé de creer que algo justo me fuera permitido.Pero aquí estoy.Reina. Poderosa. Viva.Y Kael… Kael está de rodillas.El círculo de piedra tiembla con los susurros de las manadas reunidas. Todos lo observan al Alfa caído, al lobo que fue temido y venerado, reducido a una sombra, a una criatura encadenada, humillada… tal como lo hicieron conmigo.Siento el viento mover mi capa negra mientras me mantengo erguida en el centro del círculo. Mi corona no necesita joyas, mi presencia es la sentencia. Y mi lobo, que antes temblaba bajo la suela de su voz, hoy ruge con hambre de justicia.A mi lado, firme y silencioso, está Grayson. Mi verdadero compañero. Mi igual. Él no necesita dominarme para amarme, ni romperme para sentirse fuerte. Él solo está ahí, como una llama que me arropa sin quemar
“Desde que tengo memoria, todo ha dolido.”AzuraDesde que tengo memoria… he sentido dolor. Un susurro entre gritos. Un número sin nombre. Una carne marcada, olvidada por la diosa… y por la Luna.No sé cuándo empezó. No tengo recuerdos felices. Solo imágenes borrosas, grises, mojadas por mi sangre y el miedo. Algunos dicen que fui encontrada en el bosque, aullando porque era una cachorra recién nacida, envuelta en un manto de sangre y tierra solo tenia escrito en un papel mi nombre y fecha de nacimiento. Otros juran que soy hija de la traición. De una loba que se acostó con el enemigo y luego fue ejecutada por ello. Pero nadie sabe con certeza. Ni yo. Lo único que sé es que desperté una mañana en este lugar. Y desde entonces… respiro solo para sobrevivir. El frío me rasga la piel como si fuera parte de mi rutina. Una ducha no pedida, un balde de agua helada directo a mi cama, antes siquiera de que el sol asome entre los árboles.—¡Arriba, escoria! —brama la voz de Luci.La jefa omega