Brian y Charlotte bailaban como si fueran una pareja de profesionales. Él había aprovechado cuando escuchó una antigua canción de la era “disco”, una que le gustaba mucho a ambos, y a pesar de que Brian no quería excederse en las provocaciones que le hacía a Rufus Reynolds, no pudo evitar este desafío.Se movían con una sincronización que le daba elegancia y hermosura al baile, y los que estaban mirándolos aplaudían a rabiar por la emoción. Al terminar, cubiertos por una capa de sudor, ambos se miraron a los ojos pues sus caras estaban separadas por menos de un palmo.Brian deseó besar los hermosos labios de Charlotte, pero lo pensó mejor, Esto ya había sido bastante provocación contra Rufus Reynolds, así que no quería que se ensañara con Charlotte, aunque por lo visto ella sabía manejar bastante bien su situación actual.Soltándose de las manos, ambos se dirigieron a las mesas en medio de silbidos y expresiones de felicitación.Cuando llegaron a la mesa, Mister Hughes los felicitó so
No menos enojada y sorprendida que su padre iba Charlotte en su auto. Después que llegó a un cruce importante redujo la velocidad y respiró hondo para relajarse.Primero, enojada porque su padre trataba de dominarla como si fuera una niña todavía, y sorprendida porque nunca se había enfrentado a él de esa manera, y mucho menos, amenazándolo.En medio de su estado de enojo un súbito ataque de risa la invadió y la hizo detenerse un rato mientras reía sola, allí en su auto. Se imaginaba la cara de su padre y lo que debería estar pensando en estos precisos instantes.Lo que no imaginaba Charlotte era que su padre, después de tragarse su enojo se puso a pensar con cuidado.«No puedo dejar que el inmundo de Brian Lancaster se acerque a mi hija —pensó entre disgustado y meditabundo— Eso lo evitaré a toda costa»Sin importarle la hora que era ya, sacó su teléfono móvil y escribió un breve mensaje:—“Mañana a primera hora en tu oficina, Brown”No le importaba lo que fuera a hacer el comisario,
El jefe de la policía se quedó mirando fijamente al empresario. Vio su rostro congestionado y el labio tembloroso, signo inequívoco de que el hombre estaba muy enojado. El comisario Brown conocía muy bien al hombre que tenía sentado delante.Sopesó con cuidado sus opciones, ya no era un hombre joven y no podía dar un paso en falso, bastaba que cometiera un error grave para quedar cesante y sin paga ni arreglo por los años servidos.Pero tampoco podía dejar de apoyar a Reynolds. Ambos compartían muchos secretos, muchos arreglos turbios que los comprometían a ambos y los obligaban a seguir siendo cómplices aunque no lo quisieran. Bastaba que uno de ellos cayera para que el otro lo siguiera casi de inmediato.—No se preocupe, Reynolds —le dijo con tono mesurado— Deje que yo me encargue del zarrapastroso ese, no crea que porque se viste elegante ahora va a quedar lejos de la justicia.Lo dijo en tono solemne, pero lo que no decía Brown era que su “justicia” no significaba necesariamente “
Para desgracia del comisario Brown, Robert Harris no era ningún tonto. Había utilizado un código de seguridad para cambiar su estatus de primer nivel a “nivel confidencial” Que era el que utilizaban los protegidos del gobierno federal. Estaba seguro de que el comisario se impresionaría al no poder averiguar quién era él, pero también tenía la seguridad de que este buscaría los medios para averiguar lo que significaba ese código de seguridad.—¿Cuándo crees que tu acérrimo enemigo pretenda echarte mano, eh? El jefe de la policía se quedó mirando fijamente al empresario. Vio su rostro congestionado y el labio tembloroso, signo inequívoco de que el hombre estaba muy enojado. El comisario Brown conocía muy bien al hombre que tenía sentado delante.La voz de Robert se alzó en medio de la elegante terraza donde descansaban en unas cómodas tumbonas después de un generoso desayuno de varios platosBrian volteó para mirar a su amigo quien tenía un sombrero Panamá sobre su cara para evitar el r
Brian y Charlotte estuvieron conversando de muchas cosas, ella le contó una buena parte de su vida y él le contó una gran parte de sus luchas, pero sin ahondar mucho en detalles, en especial, los de los últimos años, donde había alcanzado mucho éxito. Así los minutos se fueron haciendo pocos hasta que Charlotte le echó una ojeada a su reloj, porque aunque ese día no tenía porqué ir a trabajar a la empresa, tenía que ir al gimnasio y luego buscaría a sus hijos para llevarlos a sus clases particulares de canto, porque a ellos les gustaba. —Ya tengo que irme, Brian —le dijo un poco apenada— Debo pasar por el gimnasio y luego buscar a los chicos para llevarlos a sus clases en la tarde. —¿Tan rápido? —le dijo él— Pensé que te quedarías conmigo esta tarde, no sé, pensé en llevarte a pasear en auto por allí, quizás al mirador… —Oh, Brian —le dijo ella sonrojándose— Hace años que no voy por esa ruta de las montañas —hizo una breve pausa antes de continuar— Pero creo que ahora no sería buen
—Son geniales —la voz de Brian se escuchaba impregnada de orgullo y emoción, algo que no había podido sentir en años— Si no fueran mis hijos… los adoptaría sin dudar.Ahora la emoción se reflejó en el rostro de Charlotte. Le parecía casi increíble que Brian estuviera allí, con ella, mirando a sus hijos con una mirada de amor que le calentaba el corazón con hermosos sentimientos.—Pero son tuyos… al igual que yo —dijo bajando un poco la voz al final.Brian se volteó para mirarla directamente a los ojos. Ahora, las emociones anteriores se habían disipado para dar paso a un sentimiento más personal y profundo.El amor se reflejaba en la mirada de Brian Lancaster…—No había escuchado una frase más hermosa que esa en toda mi vida, Lottie, mi amor —la intensidad de su voz era fiel reflejo de lo que sentía en esos momentos.Se miraron por un largo tiempo sin decir nada con los labios, porque todo lo decían con sus miradas.Charlotte sacudió la cabeza para librarse del embrujo y la fascinaci
El rostro de Robin Carrol se puso pálido por completo, porque a pesar de que era un bueno para nada tampoco era un tonto, se había graduado con honores en una buena universidad, pero sus debilidades lo habían llevado por un camino escabroso y delicado. Él sabía muy bien que la empresa estaba en un punto de debilidad en el que cualquier inversionista poderoso podría ejecutar una fusión forzosa, lo que llevaría a la empresa a depender de otro y las acciones se reducirían varias veces su valor, dejando a los socios en condiciones muy deplorables.—Sabemos que sus acciones representan el 22% del capital total —siguió hablando Colton implacablemente haciendo pasar varias diapositivas con los números negativos de la empresa— Eso en un tiempo casi sumaba los 900 millones de dólares hace unos diez o veinte años atrás, pero ahora no valen ni el 30% por ciento de eso.Carrol abrió la boca de nuevo, estaba impresionado de la cantidad de información que manejaba el consorcio KLD, aunque no era de
El comisario Brown había decidido actuar contra Brian Lancaster. Después de reunirse con Rufus Reynolds había salido al patio para buscar a sus más fieles acólitos, Pete y Joe, quienes siempre lo secundaban con gusto en todo lo que les ordenaba, en especial cuando se trataba de “casos especiales”—Como ustedes saben, el mugroso de Brian Lancaster regresó a la ciudad —les dijo a manera de introducción— Algo muy incómodo para nuestros amigos, por lo que tenemos que tomar cartas en el asunto.—¿Y que se trae el Lancaster ese? —dijo Pete, a quien le gustaba maltratar a las personas— ¿Es que no tuvo suficiente con las golpizas que le dimos?—Podemos darle una “repasada”, comisario, ¿verdad? —terció Joe en la conversación.—Nada de eso, muchachos —les dijo el comisario mirándolos con intensidad— Nadie más que yo quisiera correrlo a patadas de mi ciudad, pero el Lancaster no es un muchacho ahora y trabaja para una poderosa empresa de la capital.—¿Y eso qué importa? —intervino Pete de nuevo—