Para desgracia del comisario Brown, Robert Harris no era ningún tonto. Había utilizado un código de seguridad para cambiar su estatus de primer nivel a “nivel confidencial” Que era el que utilizaban los protegidos del gobierno federal. Estaba seguro de que el comisario se impresionaría al no poder averiguar quién era él, pero también tenía la seguridad de que este buscaría los medios para averiguar lo que significaba ese código de seguridad.—¿Cuándo crees que tu acérrimo enemigo pretenda echarte mano, eh? El jefe de la policía se quedó mirando fijamente al empresario. Vio su rostro congestionado y el labio tembloroso, signo inequívoco de que el hombre estaba muy enojado. El comisario Brown conocía muy bien al hombre que tenía sentado delante.La voz de Robert se alzó en medio de la elegante terraza donde descansaban en unas cómodas tumbonas después de un generoso desayuno de varios platosBrian volteó para mirar a su amigo quien tenía un sombrero Panamá sobre su cara para evitar el r
Brian y Charlotte estuvieron conversando de muchas cosas, ella le contó una buena parte de su vida y él le contó una gran parte de sus luchas, pero sin ahondar mucho en detalles, en especial, los de los últimos años, donde había alcanzado mucho éxito. Así los minutos se fueron haciendo pocos hasta que Charlotte le echó una ojeada a su reloj, porque aunque ese día no tenía porqué ir a trabajar a la empresa, tenía que ir al gimnasio y luego buscaría a sus hijos para llevarlos a sus clases particulares de canto, porque a ellos les gustaba. —Ya tengo que irme, Brian —le dijo un poco apenada— Debo pasar por el gimnasio y luego buscar a los chicos para llevarlos a sus clases en la tarde. —¿Tan rápido? —le dijo él— Pensé que te quedarías conmigo esta tarde, no sé, pensé en llevarte a pasear en auto por allí, quizás al mirador… —Oh, Brian —le dijo ella sonrojándose— Hace años que no voy por esa ruta de las montañas —hizo una breve pausa antes de continuar— Pero creo que ahora no sería buen
—Son geniales —la voz de Brian se escuchaba impregnada de orgullo y emoción, algo que no había podido sentir en años— Si no fueran mis hijos… los adoptaría sin dudar.Ahora la emoción se reflejó en el rostro de Charlotte. Le parecía casi increíble que Brian estuviera allí, con ella, mirando a sus hijos con una mirada de amor que le calentaba el corazón con hermosos sentimientos.—Pero son tuyos… al igual que yo —dijo bajando un poco la voz al final.Brian se volteó para mirarla directamente a los ojos. Ahora, las emociones anteriores se habían disipado para dar paso a un sentimiento más personal y profundo.El amor se reflejaba en la mirada de Brian Lancaster…—No había escuchado una frase más hermosa que esa en toda mi vida, Lottie, mi amor —la intensidad de su voz era fiel reflejo de lo que sentía en esos momentos.Se miraron por un largo tiempo sin decir nada con los labios, porque todo lo decían con sus miradas.Charlotte sacudió la cabeza para librarse del embrujo y la fascinaci
El rostro de Robin Carrol se puso pálido por completo, porque a pesar de que era un bueno para nada tampoco era un tonto, se había graduado con honores en una buena universidad, pero sus debilidades lo habían llevado por un camino escabroso y delicado. Él sabía muy bien que la empresa estaba en un punto de debilidad en el que cualquier inversionista poderoso podría ejecutar una fusión forzosa, lo que llevaría a la empresa a depender de otro y las acciones se reducirían varias veces su valor, dejando a los socios en condiciones muy deplorables.—Sabemos que sus acciones representan el 22% del capital total —siguió hablando Colton implacablemente haciendo pasar varias diapositivas con los números negativos de la empresa— Eso en un tiempo casi sumaba los 900 millones de dólares hace unos diez o veinte años atrás, pero ahora no valen ni el 30% por ciento de eso.Carrol abrió la boca de nuevo, estaba impresionado de la cantidad de información que manejaba el consorcio KLD, aunque no era de
El comisario Brown había decidido actuar contra Brian Lancaster. Después de reunirse con Rufus Reynolds había salido al patio para buscar a sus más fieles acólitos, Pete y Joe, quienes siempre lo secundaban con gusto en todo lo que les ordenaba, en especial cuando se trataba de “casos especiales”—Como ustedes saben, el mugroso de Brian Lancaster regresó a la ciudad —les dijo a manera de introducción— Algo muy incómodo para nuestros amigos, por lo que tenemos que tomar cartas en el asunto.—¿Y que se trae el Lancaster ese? —dijo Pete, a quien le gustaba maltratar a las personas— ¿Es que no tuvo suficiente con las golpizas que le dimos?—Podemos darle una “repasada”, comisario, ¿verdad? —terció Joe en la conversación.—Nada de eso, muchachos —les dijo el comisario mirándolos con intensidad— Nadie más que yo quisiera correrlo a patadas de mi ciudad, pero el Lancaster no es un muchacho ahora y trabaja para una poderosa empresa de la capital.—¿Y eso qué importa? —intervino Pete de nuevo—
Brian compró ropa deportiva y varios adminículos más, y puso todo en un bolso nuevo que también había comprado para ello. Al salir de allí se dirigió directamente al enorme gimnasio que quedaba en el piso superior del centro comercial. Lo recibió una amable recepcionista quien le mostró los diversos planes de que disponía el centro para los usuarios de acuerdo a su disponibilidad y capacidades.—Gracias, joven, pero la verdad es que estoy de paso, así que prefiero tener una cuenta abierta para cuando desee venir —le dijo Brian con una sonrisa amable en el rostro— Así no tengo que estar pendiente de los gastos, tienen esa modalidad aquí, ¿Verdad?—Así es, Señor —dijo la chica— Pero necesita una buena referencia de algún socio o una tarjeta de crédito confiable.—Entiendo —dijo Brian, mientras buscaba en el bolso de mano que había traído extrayendo una tarjeta dorada del mismo.La chica la recibió en su mano y se quedó mirando la tarjeta como si estuviera hipnotizada, un leve temblor s
Brian y Charlotte caminaban uno junto al otro sin tomarse de las manos, pero caminaban muy juntos y sus brazos se encontraban a cada instante, haciendo que chispas de electricidad saltaran entre ambos.Conversaban en tonos bajos, hablando de las cosas que habían vivido y de los recuerdos. Y de vez en cuando ambos hacían comentarios cálidos unas veces, y a veces otros insinuantes, como un juego amoroso dónde ambos combatientes te daban al otro para ver quién ganaba.Pero la realidad era que ambos ganaban y perdían, según se quisiera ver, porque el juego no hacía sino alimentar la llama de amor y el fuego de la pasión que ambos sentían.No habían hablado sobre ello, pero tenían un acuerdo tácito de no pasar la línea del contacto físico hasta que se definieran las cosas.Por un lado, Brian no quería que ella se viera sometida a cualquier humillación, por lo que no se permitía faltarle, como mujer casada que era. Él solo deseaba resolver todos los asuntos que tenía pendientes con las pers
Esa misma noche, Brian comisionó a dos de los ejecutivos que lo acompañaban para que investigaran todo lo referente a Reginald Taylor, quería saber todo sobre él, de manera que pudiera cercarlo antes de que fuera a tratar de hacerle daño a Charlotte.Como Robert estaba con ellos cuando Brian les dio la asignación, dispuso que uno de sus agentes hiciera investigaciones de corte criminal sobre él. De manera que pudieran saber si estaba vinculado con alguien de los bajos fondos que pudiera ayudarlo en caso de que quisiera hacerle daño a Charlotte o a sus hijos.En la mañana Brian se levantó de muy buen humor, y no era para menos. Ya tenía en sus manos, prácticamente, la mayor parte de las acciones de la minera sin haber tenido que luchar mucho. La mujer que había amado toda su vida lo amaba igual o mucho más que antes. Tenía dos hijos hermosos, inteligentes y adorables.Pero sabía que le quedaba una parte dura de recorrer, en especial con el comisario Brown, pero no se iba a amilanar aho